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Santiago Trujillo: motor de una nueva cultura capital

El secretario de Cultura no solo ha logrado posicionar a la capital colombiana como epicentro cultural de la región, con eventos como la Bienal Internacional de Arte de Bogotá, sino que usa la cultura como vehículo para integrar a migrantes y locales

Como una suerte de una ofrenda ceremonial, el espejo de agua del Eje Ambiental de Bogotá amaneció cubierto con 150.000 claveles, crisantemos o rosas, el pasado 20 de septiembre. Era parte una intervención colectiva que invitaba a la gente a transformar el espacio público y a querer aún más a la ciudad. Este acto performático marcó el inicio de la primera Bienal Internacional de Arte de Bogotá, que durante varias semanas permitió que más de un millón de personas vieran de cerca las 250 obras de artistas contemporáneos, en su mayoría internacionales, en el Palacio de San Francisco, los parques de los Novios y de Lourdes o la Plaza La Santamaría, entre otros 20 escenarios. Fue un hito en la historia cultural de la capital, que la acerca a metrópolis como Sao Paulo, Sidney o Nueva York y sus famosas bienales. Detrás de este y otros importantes eventos, pero también de una política cultural que hoy tiene a Bogotá como un referente en la región, está Santiago Trujillo Escobar, secretario de Cultura de la capital colombiana.

Trujillo lleva más de 25 años pensando, creando y haciendo cultura. Fue uno de los creadores del Instituto Distrital de las Artes (Idartes), en 2011, y su primer director. Allí donde potenció eventos como Rock al Parque y otros festivales. Estuvo al frente de la programación del Jorge Eliécer Gaitán, la Media Torta, el Planetario y sacó adelante la nueva Cinemateca Distrital, la nueva Galería Santafé y puso en marcha novedosos programas y políticas, como los centros locales de formación artística.

El año pasado creó y lanzó la primera versión del Festival Internacional de las Artes Visuales (Fiav), que busca llenar el vacío dejado por el Festival Iberoamericano de Teatro, y en el que estuvieron 28 compañías de 18 países. Su segunda edición se realizará el próximo año.

Por su experiencia y trayectoria, el alcalde Carlos Fernando Galán lo invitó a Trujillo a ser parte de su equipo, como secretario de Cultura, Recreación y Deporte, con la meta de convertir la cultura en un pilar fundamental de su idea de reconstruir la confianza, el orgullo y la pertenencia de sus habitantes.

“A muchos se les olvida que venimos de un complejo ciclo de eventos que impactaron la historia de la ciudad, como la pandemia del Covid-19 y recibir más de un millón de migrantes venezolanos, sin contar los 70.000 desplazados de todas las regiones del país que también vinieron por culpa de las violencias de los últimos años. En cualquier ciudad del mundo esto hubiera causado una crisis humanitaria, pero Bogotá ha logrado resistir y salir adelante gracias al esfuerzo ciudadano y a políticas públicas que garantizan derechos y crean oportunidades”, dice Trujillo.

La ciudad, señala, necesitaba nuevos símbolos, hitos como alguna vez fue el Festival Iberoamericano de Teatro, para transformar y recuperar espacios, crear equidad, impulsar la economía y el turismo, democratizar el arte y permitir que todos puedan disfrutar y vivir la cultura. Fue así como se pusieron en marcha importantes programas y eventos, muchos de ellos creados por Trujillo y su equipo, como el Fiav, la Bienal, Navidad de Bogotá 2024 –que reunió más de 1.200.000 personas–, el Concurso Internacional de Violín Ciudad de Bogotá, Acción Cultural Iberoamericana y Gente Convergente, con las que Bogotá es epicentro regional de grandes eventos culturales y referente de pensamiento, innovación y gestión pública cultural en Iberoamérica.

Trabajar desde los barrios

Pero si los grandes eventos se han llevado la atención, los programas y las políticas de Trujillo comienzan desde lo local, usando la cultura como herramienta para resolver conflictos barriales, recuperar tejidos sociales y dar mayor sentido de pertenencia.

A partir de encuentros en los que se juntan los vecinos, el programa Barrios Vivos busca resolver problemas o crear oportunidades de desarrollo social, económico o turístico. Desde 2024 se han materializado más de 200 laboratorios, como el que se hizo en el barrio Nuevo Porvenir de Usme, donde la comunidad decidió resolver su grave problema de basuras. En asocio con el artista ambientalista Eduardo Butrón, la Fundación BAT y la Mesa Local de Grafiti de Usme, crearon dos murales de gran formato con tapas plásticas de botellas. Al mismo tiempo, la asociación de recicladores impartió talleres de gestión de residuos.

Otro ejemplo, del que podrían hacerse decenas de historias virales, tuvo lugar en Kennedy. Para promover que niños y jóvenes entraran a la biblioteca pública y no se quedaran afuera jugando futbol, crearon un campeonato muy especial: no lo ganaba el equipo que más victorias sumara, sino el que leyera más libros y escribiera las mejores crónicas del barrio.

“Unos laboratorios han salido mejores que otros, pero es claro que la gente había dejado de conversar, había polarización, brechas entre jóvenes y adultos, rupturas estéticas y culturales. Con Barrios Vivos, se materializa lo que tanto se ha hablado: la diversidad es la que nos une”, reflexiona Trujillo, quien cita encuestas realizadas por el Distrito que indican que el 93,9% de los habitantes de los barrios donde se desarrollaron los laboratorios se siente orgulloso de vivir en Bogotá y el 87,8% de su barrio, y que casi el 60% de ellos considera que puede participar en la solución de los problemas con cultura ciudadana.

De 48 años y padres antioqueños, Trujillo nació en Bogotá, pero de niño su familia regresó a Medellín. Estudió en el colegio Diego Echavarría, donde el hoy famoso director musical Andrés Orozco Estrada lideraba un proyecto que buscaba sacar una primera generación marcada por la música. “Había orquesta y me propuse ser el concertino. Lo logré. Ese liderazgo que se necesita para ser el primer violinista, el trabajo duro, el esfuerzo, me dieron una visión y anhelo de ayudar. No me considero un líder que se impone, sino que ayuda en un proyecto colectivo”, advierte.

Regresó a Bogotá y a los 20 años ganó el concurso para ser violinista de la Orquesta Sinfónica de Colombia, que tres años después fue liquidada por el Gobierno de Álvaro Uribe. “Decidí que había que pelear”, recuerda. “Me puse al frente a protestar, a enviar cartas. Decidimos tocar 24 horas seguidas en la Plaza de Bolívar y, de repente, empezaron a llegar y juntarse músicos: mariachis, grupos de rock como Dr. Krápula o Alerta Kamarada. Fue lindo, pero la Orquesta fue liquidada”. Estudió Música y Comunicación y empezó una vida entre la música y la gestión.

Quienes han trabajado con Trujillo dicen que es innovador, un líder que siempre está pensando y trabajando en cultura, música, arte. Es exigente, pero ha demostrado que es capaz de realizar lo impensable. Su experiencia como gestor, miembro de junta directiva, asesor de programación del Teatro Julio Mario Santo Domingo y director del programa de Cine y Televisión de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, le ha permitido entender que es necesario rodearse de personas capaces, altamente cualificadas, competitivas, disruptivas. Odia la corrupción, la incoherencia y no piensa ni quiere lanzarse a nada. “Quiero ser un gran transformador cultural, potencializador, de la mano de proyectos políticos sensatos”, puntualiza.

Una de sus tareas por mejorar en Bogotá es el de la cultura ciudadana. “El momento del mimo y el payaso ya pasó. Hace 30 años era fácil comunicar, pues un líder disruptivo podía sembrar mensajes con medios con altísima relevancia y penetración. Hoy, la comunicación y las redes cambiaron. Estamos focalizados en 668 puntos críticos y en problemas concretos, porque ¿para qué regañar a 8 millones por lo que hacen mal 10.000 personas? Pero se está haciendo y hay cambios”.

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