TransMilenio reduce a la mitad el número de colados, mientras crece la insatisfacción con el sistema
El refuerzo en infraestructura, seguridad y cultura ciudadana ha reducido la evasión, pero genera polémica por su costo y por el aspecto en las estaciones, mientras los usuarios siguen sin percibir un servicio de calidad


Cada vez más bogotanos pagan por un servicio con el que no están satisfechos. Durante los últimos dos años, el índice de evasión en el sistema de transporte masivo TransMilenio, es decir la cantidad de colados, se ha reducido más de la mitad, pasando del 29,6% en el primer semestre de 2022 al 13,5% en el primer semestre de 2025, según datos de la empresa de transporte público de la capital colombiana. Al mismo tiempo, sin embargo, la encuesta de percepción ciudadana del observatorio Bogotá Cómo Vamos indica que crece la insatisfacción con el sistema, del 41% en 2022 al 48% este año. De hecho, TransMilenio es el medio de transporte peor valorado entre la ciudadanía: solo el 35% de sus usuarios dice sentirse satisfecho, frente al 92% de los ciclistas.
Las redes sociales están inundadas de quejas por las largas esperas para que pase un bus, por las filas interminables para ingresar a una estación, las multitudes apeñuscadas, los vendedores ambulantes, el acoso a mujeres, los hurtos y, claro, los colados. Y si bien la evasión es un fenómeno multicausal, varios estudios establecen que la baja calidad del servicio es uno de los factores que incentiva el no pago del pasaje. Investigaciones de la Escuela Colombiana de Ingeniería y de la Universidad de los Andes coinciden en que, además, una mayor satisfacción reduce la probabilidad de evasión. Uno de esos estudios señala que las personas que dicen estar insatisfechas con el precio y el servicio creen que evadir bajo ciertos escenarios es aceptable. Por eso, los datos señalan que la reducción en los colados se debe a otras medidas que ha tomado el Distrito.
TransMilenio cubre cuatro millones de viajes al día (en la ciudad se hacen 12 millones, según cifras de la Alcaldía) y alrededor de 200.000 de esos se hacen sin pagar el pasaje, según la empresa. Por eso, cada día deja de recoger 719 millones de pesos, o más de 262.000 millones (unos 68 millones de dólares) cada año. Es un hueco que agrava el déficit estructural de un servicio parcialmente subsidiado, en el que el costo de movilizar a una persona (5.840 pesos) supera el valor del pasaje (3.200 pesos), que se espera suba a 3.450 el próximo año. La diferencia la cubre el Fondo de Estabilización Tarifaria, cuya deuda ronda los 3,1 billones de pesos y que el Distrito financia con dineros propios cada tanto. Además, TransMilenio cuenta con un número de subsidios para personas con discapacidad, mayores de 62 años y hogares en situación de pobreza, así como un paquete de descuentos para usuarios frecuentes.

La baja satisfacción de los usuarios es un fenómeno histórico: desde que comenzó la encuesta de Bogotá Cómo Vamos, en 2008, nunca ha superado el 49% y cayó hasta el 13% en 2018. El alcalde Carlos Fernando Galán no ha logrado revertir esa realidad, pero su estrategia para reducir la evasión, sí ha mostrado resultados y no tiene solamente un impacto financiero: cuando muchos usuarios se cuelan, la empresa no puede registrar la demanda real, lo que genera déficit de buses, estaciones más congestionadas y un servicio de peor calidad para quienes sí pagan.
Para enfrentarlo, TransMilenio implementó una estrategia con tres frentes. En infraestructura, ha instalado puertas anticolados, torniquetes “techo a piso” y rejas para dificultar los ingresos irregulares a sus estaciones. Con el entendido de que la evasión aumenta la sensación de inseguridad y los conflictos dentro del sistema, en un segundo frente el Distrito ha reforzado la presencia de policías y guardias privados, a quienes ha dotado de una indumentaria que los protege de las agresiones sencillas y ha capacitado para lidiar mejor con los colados. A esto ha sumado un tercer enfoque, con campañas de cultura ciudadana que buscan que los usuarios se apropien del sistema y refuercen la idea de que pagar el pasaje mejora la seguridad, el orden y la experiencia de viaje.
El Portal 20 de Julio, la estación con la mayor tasa de evasión de la ciudad, ha sido el principal ejemplo de esta estrategia. Desde junio, según datos de la empresa, el número de validaciones diarias aumentó un 57,2%, con un promedio en los días hábiles que inició en 26.155 y llegó a 41.125 en noviembre. Eso le ha permitido recuperar 1.777 millones de pesos. La gerente de TransMilenio, María Fernanda Ortiz, ha defendido en los canales oficiales que, allí, la nueva infraestructura “garantiza el orden y la sana convivencia en las entradas del portal”. Aun así, su instalación, que costó 360 millones de pesos, ha dividido a políticos locales y usuarios entre quienes los aprueban y quienes los califican de “carcelarios” y de “chambonada costosa”.
El concejal del partido En Marcha, Juan David Quintero, ha celebrado la medida: “Después de ataques, heridos, colados y batallas campales, TransMilenio instaló torniquetes piso a techo. Así vamos camino a una ciudad feliz”, ha asegurado en X. “Los torniquetes anticolados han sido todo un éxito”, celebra un usuario en esa misma red. “Enhorabuena”, apunta otro. Por otra parte, el concejal del Partido Verde Julián Triana los ha calificado de “chambonada costosa”, así como de “ineficientes porque quienes se cuelan encuentran otras formas, mientras que quienes pagan los sufren”.
Muchos también han criticado el aspecto “carcelario” que los nuevos ingresos les dan a las estaciones. Ortiz, sin embargo, ha defendido que no se trata de una medida única en la ciudad, recordando que el TransmiCable de Ciudad Bolívar, en el sur de Bogotá, cuenta con los mismos accesos. Ha señalado que también están presentes alrededor del mundo: “Están en Nueva York, Washington, y otras grandes ciudades que admiramos. Es usual en sistemas de transporte en ciudades grandes y con flujos masivos de personas”.
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