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Relaciones exteriores
Columna
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Se acabó el amor con Colombia

El país latinoamericano pasó de ser el mejor aliado en la lucha contra las drogas de Estados Unidos a “un país demasiado seguro para los narcotraficantes”

De la noche a la mañana se acabó una relación de más de 200 años de los Estados Unidos con Colombia. Pasamos de ser los mejores aliados en América Latina, y por consiguiente los mayores protagonistas de la lucha contra el narcotráfico, a ser “un país demasiado seguro para los narcotraficantes”, según el senador Lindsey Graham, miembro destacado del Congreso americano. Se nos rompió el amor de Colombia y los Estados Unidos, sin darnos cuenta. Ya se habla de operaciones en tierra, lo cual es inadmisible desde todo punto de vista.

El presidente Donald Trump descertificó a Colombia, le quitó la visa al presidente Gustavo Petro, y lo metió -con la señora, su hijo y su superministro- en la lista Clinton. Entiéndase la lista negra de personas vinculadas de tener relaciones con dinero proveniente del narcotráfico en el mundo emitida por la Oficina de Control de Bienes Extranjeros, como parte de una serie de medidas en la guerra contra las drogas y el lavado de activos. Los carteles de la droga en Colombia fueron declarados como tales en la Orden Ejecutiva número 12.978, señalados como una amenaza a la seguridad nacional y la economía de los Estados Unidos. ¿Quiénes son los “paganinis” y quiénes los beneficiados?

El presidente Petro regañó en el Consejo de Ministros a su canciller, por no tener visa, y a su embajador en Washington, por no tener interlocución con el presidente Trump. La acusación de Trump a Petro de ser líder del narcotráfico y la inclusión en la lista Clinton produjo reacciones de apoyo al presidente de Colombia, porque no se acepta de buenas a primeras que él sea un líder del narcotráfico - en eso coinciden algunas voces antipetristas-, a la vez que todo el petrismo lo rechaza con la beligerancia antinorteamericana que todo izquierdista lleva secretamente en su corazón. No tienen pruebas contra Petro, luego -se concluye- la decisión de EE UU de incluirlo en la lista Clinton es un castigo político (El Espectador).

El ministro Benedetti habló en todos los medios de comunicación para mostrarse una víctima del sistema en que le cancelaron todas las tarjetas de crédito, y dijo que desconocía de qué manera le iban a pagar su sueldo, tal vez por caja menor. Compasión pidió, sin vergüenza alguna.

El presidente Petro le dio las gracias a Trump, porque considera que la votación del domingo pasado fue exitosa para el Pacto Histórico gracias a los castigos que ha recibido de Estados Unidos.

El presidente Trump cambió la lucha contra el problema de las drogas ilícitas, que él piensa no debe continuar dentro de los esquemas del derecho penal. Ahora son combatientes ilegales que atacan la seguridad de los Estados Unidos, y así no debe continuar la lucha que ha fracasado. No se le ocurrió que para proceder debería consultar antes a su socio más reconocido en América Latina: Colombia. Era lo lógico que quien había puesto los muertos debería ser tenido en cuenta para modificar un plan que Colombia ha considerado fallido. Trump declaró un conflicto armado no internacional y vamos en más de 50 muertos sin fórmula de juicio, lo que ha abierto un debate internacional sobre la legitimidad de las acciones militares de las embarcaciones en altamar.

Como en este Gobierno no hay política internacional, le ha tocado al empresariado colombiano encargarse de ejercer la diplomacia y evitar los ataques “trumpistas”, que empeoran los mecanismos de lucha contra el narcotráfico. Trump mandó una piedra grande contra Petro y nos cayó a todos los colombianos menos a él.

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