Petro reactiva la mesa de negociación con los exparamilitares
El Gobierno designa como gestores de paz a los 16 excomandantes de las Autodefensas Unidas de Colombia, pese a que el grupo desapareció hace dos décadas y a que ya habían renunciado a esa figura en junio pasado


El Gobierno de Gustavo Petro ha revivido la mesa de negociación de paz con 16 antiguos comandantes del grupo paramilitar Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Los diálogos más sorprendentes de la política de paz total del Ejecutivo, que busca reunir a personas desmovilizadas y desarmadas hace más de 20 años, se habían suspendido en junio pasado, cuando los exparamilitares renunciaron a su labor como gestores por tensiones con el comisionado de paz Otty Patiño, el líder en el Ejecutivo para la política de paz total del Gobierno.
Pero una resolución firmada este domingo por el presidente nombra como gestores de paz a Carlos Mario Jiménez, Macaco; Diego Fernando Murillo Bejarano, Don Berna; Hernán Giraldo, Taladro; Heberth Veloza García, HH; Rodrigo Tovar Pupo, Jorge 40; Rodrigo Pérez Alzate, Julián Bolívar; Luis Eduardo Cifuentes Galindo, El Águila; Manuel de Jesús Pirabán, Pirata; Juan Francisco Prada Márquez, Juancho Prada; José Baldomero Linares, Guillermo Torres; Freddy Rendón Herrera, El Alemán; Edward Cobos Téllez, Diego Vecino; Héctor Germán Buitrago, Martín Llanos; Ramón Isaza, El Viejo; Arnubio Triana Mahecha, Botalón; Ramiro Vanoy, Cuco Vanoy; Héctor Buitrago Rodríguez, El Patrón; y Salvatore Mancuso Gómez. Se trata de la plana mayor de las extintas AUC, desmovilizados entre 2003 y 2004; hombres condenados por delitos como narcotráfico, concierto para delinquir, terrorismo u homicidio.
El documento, publicado sin mayores explicaciones, les devuelve hasta el 6 de agosto de 2026, el último día del cuatrienio de Petro, los beneficios de ser gestores de paz. Entre ellos, permite a quienes siguen en la cárcel salir de ella para los trámites necesarios para los proseos de negociación, que son inciertos en su caso. También pueden recibir recursos públicos para adelantar esas labores. Varios de ellos tuvieron es figura entre noviembre de 2023 y junio pasado.
El objetivo de las negociaciones en general es lograr el desarme de una estructura ilegal. En el caso de las AUC, Petro ha defendido que busca “cerrar el Acuerdo de Ralito”. Se refiere al pacto firmado en 2003 entre el Estado y los jefes de las AUC para su desmovilización que el presidente de izquierda ha criticado desde el comienzo de su mandato, en agosto de 2022, señalando que se trató de un pacto de impunidad. El presidente que lideró ese acuerdo fue su némesis política, el derechista Álvaro Uribe Vélez.
En octubre de 2024, el mandatario lideró un encuentro público con Mancuso en Montería, y anunció que su Gobierno se iba a encargar de “terminar el proceso de desmovilización”. “Podemos reactivar la mesa de paz porque el proceso no ha terminado, no se han entregado a las víctimas los bienes que ustedes le entregaron a la justicia y el proceso quedó interrumpido. Esta vez sin traición y sin miedo a la verdad”, dijo, en una crítica a Uribe. Los paramilitares han señalado al expresidente de deslealtad al haberlos extraditado en 2005, y han dicho que lo hizo para evitar que ellos revelaran sus supuestas relaciones ilegales con el entonces presidente.
El proceso con los antiguos jefes paramilitares se instaló formalmente en abril de este año bajo el liderazgo del Centro Nacional de Memoria Histórica, en cabeza de María Gaitán Valencia. Ella, sin embargo, ha negado que se trate de una “negociación”, y al afirmar que se trata de hacer un balance para saldar las deudas de memoria y verdad del proceso de Ralito. El comisionado de Paz de la Presidencia, Otty Patiño, se ha desmarcado de la negociación, pese a que es cercano al presidente y a que su oficina la encargada de todos los procesos de paz en Colombia.
Justamente por esas distancia, los exparamilitares rompieron las relaciones con el Ejecutivo en junio pasado, alegando “incumplimientos del comisionado de paz”. Aunque la carta en la que informaban esa decisión incluía su disposición a seguir contribuyendo al proceso, exigían que fuera el propio jefe de Estado quien liderara la interlocución. “Nos apartamos del ruido estéril, pero jamás desistimos de continuar trabajando por la paz del país”, escribieron en una crítica velada a Patiño, quien, al igual que Petro, fue miembro de la guerrilla del M-9 y se desmovilizó hace ya 35 años. Por ahora, el Gobierno no ha contado qué ruta seguirá la mesa resucitada.
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