Cien años de ‘Mi Lucha’, la biblia del nazismo que se vende libremente en Colombia
El libro en el que Adolf Hitler plasmó su ideología salió a la venta el 18 de julio de 1925 en Alemania. En Colombia al menos diez editoriales lo distribuyen por todo el país a través de las principales librerías

Suspicacia, actitud defensiva o silencio: esa es la respuesta de vendedores, gerentes y directivos de la industria editorial si se les pregunta por Mi Lucha (Mein Kampf). Una empleada designada por Geitza Cruz, gerente de la Editorial Solar, pide el cuestionario como condición para una entrevista. Tras la negativa a su petición, la empleada advierte amablemente que no responderán: “Si quieres hacer preguntas puntuales sobre el contenido del libro, no podremos ayudarte. Desconocemos total el tema, ya que nosotros sólo lo editamos y distribuimos. Hace muchos años el fundador [Héctor Cruz] se comunicó con Miguel Serrano para la distribución (…), pero lamentablemente él ya no está”. Serrano, chileno, reconocido antisemita y filonazi, fue uno de sus traductores. Solar es la más reconocida de al menos diez pequeñas editoriales que publican y distribuyen Mi Lucha en Colombia.
Grandes librerías colombianas venden Mi Lucha física o virtualmente. Lerner no lo ofrece en sus tiendas, pero en su web vende un ejemplar importado, por encargo. La Librería Nacional vende prácticamente todas las ediciones, tanto física como virtualmente. Panamericana lo exhibe cada año en la Feria del Libro de Bogotá y está siempre disponible. Los precios oscilan entre los 17.000 y los 150.000 pesos, dependiendo de la calidad de la impresión. Los vendedores de varios stands de la Feria aseguran que sus compradores son, mayoritariamente, hombres entre los 15 y los 25 años, o mayores de 50; pero es imposible conocer su perfil exacto: los responsables de las librerías se negaron a conceder entrevistas. Vendedores del Fondo de Cultura Económica, en el Centro Histórico de Bogotá, solo dijeron que la gerencia decidió no venderlo más, ante las reacciones de reprobación de varios visitantes.
Hitler lo escribió mientras estaba preso en Landsberg, tras dar un fallido golpe de Estado en 1923. La primera edición, estimada en diez mil ejemplares, fue publicada el 18 de julio de 1925 por la editorial Franz Eher Nachfolger, perteneciente al Partido Nacionalsocialista. Pero las ventas no cumplieron las infladas expectativas del autor ni de la editorial de hacerse ricos rápidamente: fue recibido con duras críticas por su mediocre escritura, llena de faltas gramaticales, y por su estilo caótico e incoherente, saltando de una idea a otra sin desarrollar ninguna. “Tengo ciertas dudas sobre la integridad mental del autor de estas memorias”, dijo el periodista Stefan Grossman, uno de sus más duros críticos, alarmado por el odio de Hitler contra los marxistas, la prensa y los judíos.
Las ventas de Mein Kampf aumentaron en 1929, cuando el Partido Nacionalsocialista se delineaba como el favorito en las elecciones, y en 1933, cuando Hitler fue nombrado Canciller de Alemania. Se estima que hasta 1945, cuando finalizó la Segunda Guerra Mundial, se vendieron más de doce millones de copias sólo en alemán. Amasó una gran fortuna gracias al libro -y a la evasión de impuestos-, que se quiso convertir en texto obligatorio en escuelas primarias y secundarias e imprimir para ciegos, y que algunas autoridades regalaban a las parejas de recién casados. En su delirio megalomaníaco, Hitler se consideraba un genio y convenció de ello a una masa fanatizada. Cualquier persona razonable sabía que era un charlatán, un orate. Y, sin embargo, o por eso mismo, ocasionó uno de los mayores desastres que la historia recuerde.
En 1935 se publicó la primera edición traducida al castellano en España, con autorización de los nazis, y luego fue publicada en Latinoamérica, donde uno de los primeros traductores -si no el primero- fue el chileno Alberto Saldívar. Los derechos de autor que ostentaba el estado de Baviera -que, a la muerte de Hitler, se beneficiaba de sus ganancias-, fueron liberados el 31 de diciembre de 2015, posibilitando la libre publicación de ‘Mi Lucha’ en cualquier parte del mundo, pese a que las autoridades alemanas intentaron sin éxito, durante años, impedir cualquier reedición no comentada, por considerarlo como “un terrible ejemplo de texto que desprecia al ser humano”. El 1 de enero de 2016 ya estaban listas para la venta investigaciones críticas y versiones revisadas del libro, como la del periodista e historiador alemán Sven Felix Kellerhof.
Libreros y editores en Colombia afirman que ‘Mi Lucha’ se vende poco, pero es imposible saber exactamente cuántos ejemplares se han vendido en el país: el Nielsen BookScan, que rastrea internacionalmente las cifras de ventas usando el ISBN (International Standard Book Number), el número de identificación de cada libro y sus diferentes ediciones, ofrece únicamente esa información a editores. El director de la Cámara Colombiana del Libro, Emiro Aristizábal, afirmó que no tienen información. La directora de la Feria Internacional del Libro de Bogotá, Adriana Ángel, respondió en el mismo sentido y declinó hacer más declaraciones. Solo añadió que la razón por la que se vende el libro en la Feria es comercial, “de la editorial, directamente”. El Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (Cerlalc) aclara que “los criterios para la asignación del ISBN no contemplan ninguna valoración del contenido de las obras”, sino el cumplimento de ciertas características técnicas. “En esa medida, una agencia ISBN no realiza ninguna suerte de control sobre los contenidos, ni está dentro de sus atribuciones autorizar o prohibir la publicación de una obra, cualquiera sea esta. Hasta donde es de conocimiento del Cerlalc, en Colombia no hay ninguna entidad que tenga esa potestad”.
Publicar o distribuir Mi Lucha no es ilegal ni está prohibido. Cosa distinta son los debates morales que genera la publicación de un libro tan polémico sin ningún tipo de contexto, mientras versiones comentadas e investigaciones críticas, como la de Kellerhof, no se venden en Colombia. Sin embargo, no todos tienen esos dilemas: “En la vida siempre habrá buenos y malos, el mundo es un equilibrio”, dice Liliana Ramírez, directora del área de literatura del sello Skepsi, del Grupo Editorial Ibáñez, que publica Mein Kampf desde 2024. “Siempre habrá gente como Hitler, nosotros tuvimos a Escobar y actualmente tenemos un presidente que fue guerrillero. En Mi Lucha se dice también que a Hitler le gustaba dibujar, que tenía sus sueños, que era animalista. No estamos haciendo apología, es la historia”. Ramírez fue la única que aceptó dar declaraciones. ¿Qué opina de las víctimas y de quienes se quejan de la venta libre de Mi Lucha en Colombia?: “No hay solo víctimas de Hitler, aunque no voy a decir que era un santo. Es triste por ellas, pero somos una editorial libre de publicar y no podemos negar lo que ha pasado”. No le preocupa el impacto de la obra de ninguna manera.
Ese impacto es un análisis pendiente, pero es difícil hacerlo si los involucrados no comparten información. “Yo no sé si es correcto prohibirla del todo”, dice Marcos Peckel, representante de las Comunidades Judías de Colombia. “Lo que sí consideramos es que ese libro no debe ser exhibido públicamente y no debe ser vendido en librerías populares; pero puede utilizarse como texto de investigación por la importancia que tiene para entender que el discurso de odio puede llevar a situaciones como el Holocausto. No tenemos estudios reales sobre su impacto, tendríamos que hacer un análisis más profundo; pero creemos que, potencialmente, sí podría ser bastante riesgosa y peligrosa la difusión masiva de esos libros”.
Peckel coincide con Kellerhof en ese sentido. El periodista alemán se queja en su análisis: “Todo el mundo conoce el título del libro de Hitler, pero casi nadie sabe acerca del contenido de sus casi 800 páginas [los dos volúmenes]. Si existiesen unas bases seguras, no tendríamos que conformarnos con rumores y habladurías”. El libro ha pasado por tantas manos que ni siquiera quienes lo publican y distribuyen en Colombia saben qué edición o qué traducción reproducen, ni si el texto está completo o ha sido modificado, tergiversado o mutilado. No hay certeza siquiera de que la versión que circula sea completamente fiable. Se edita, vende y lee irreflexivamente.
Aquí no es un problema adquirir Mi Lucha; pero investigar sobre su impacto, sus lectores, sus ventas, e indagar por qué no se hacen ni publican ediciones comentadas en un país proclive a abrazar ideologías fanáticas y mesiánicas, tan infectado por el odio y el discurso estigmatizante, es una lucha.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.