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Laura Sarabia
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Renunció Laura Sarabia: cuatro claves para entender una hora crítica del Gobierno

Con la salida de Sarabia, queda claro que en la recta final de su periodo constitucional de Gobierno, el presidente Petro ha decidido rodearse de funcionarios destinados a decirle que sí a cada una de sus órdenes

Laura Sarabia en Bogotá, Colombia, el 5 de marzo de 2025.

Ningún funcionario del Gobierno de Petro había gozado de tanto poder y cercanía al presidente como la saliente canciller, Laura Sarabia, quien antes había sido su jefa de despacho, directora del Departamento Administrativo de la Presidencia, y del Departamento de Prosperidad Social. Por eso, su salida del Gobierno, que está lejos de ser una sorpresa, marca un episodio de ruptura en la Administración y recuerda que en la recta final de su mandato el presidente ha escogido quedarse cada vez más solo.

Pocas horas después de que la canciller publicara su carta de renuncia, el presidente Petro escribió un trino aceptando su salida. En su corto trino, Petro remató con una frase cuestionable y poco generosa: “Espero que hoy Laura sea una mejor mujer de la que era cuando me conoció”. Durante su paso por la Cancillería, así como en los cargos que anteriormente ocupó, Sarabia se vio varias veces en la difícil tarea de decirle que no al presidente y corregir algunos de sus errores, como la crisis desatada por sus confusos trinos al Gobierno de Estados Unidos y la constante reparación de su relación con el sector privado. Con su salida, queda claro que en la recta final de su periodo constitucional de Gobierno, el presidente ha decidido rodearse de funcionarios destinados a decirle que sí a cada una de sus órdenes.

Para entender el panorama que rodea su renuncia, en primer lugar es necesario recordar que el Gobierno de Petro ha demostrado desde un principio que sus decisiones siempre pueden ser más desacertadas y encerradas que antes. Así, lo que en un principio prometió ser un gobierno de coalición terminó cargando una larga lista de nombramientos imposibles de digerir. Con cada nominación reciente, entre las que resaltan las de Saade y Benedetti en cargos de enorme poder, esta Administración ha vuelto a dejar claro que puede prescindir de cualquier funcionario, incluso de la canciller a quien Petro había felicitado por su disciplina y organización –a pesar de todos los escándalos y polémicas que la envuelven– a cambio de encontrar diligencia en el trámite de cada obsesión política del presidente. Son muchas las denuncias e investigaciones que revelan que Sarabia buscó beneficiarse de su poder en medio de tantas ausencias presidenciales. Sin embargo, esto no parece ser lo que molestó a Petro, dado que muchos de sus nuevos funcionarios han demostrado hacer exactamente lo mismo.

Por otro lado, la coyuntura indica que de seguir con el plan de los cambios en el esquema de los pasaportes, podría acercarse una situación potencialmente crítica de la que Sarabia busca distanciarse. A diferencia de muchos otros altos funcionarios que suman décadas de experiencia en lo público, la carrera política de Sarabia hasta ahora parece comenzar y por eso buscará no cargar con la responsabilidad de una posible catástrofe en el acceso de los colombianos a los pasaportes. La renuncia de la canciller, en ese sentido, es un intento visible de desvincularse de todas las consecuencias políticas y jurídicas de una agenda tan controversial y riesgosa.

Al mismo tiempo, es esencial hablar del peso de la cercanía del año electoral en la recta final de la presidencia de Petro. Así como ha ocurrido desde hace algunos meses, durante la temporada final de su periodo constitucional se seguirán anunciando las renuncias de quienes no quieran cargar el peso de los errores del presidente, así como también de quienes buscarán probar suerte en la política electoral y en las toldas de distintos candidatos para 2026. Esto significa para el presidente la pérdida de algunos de sus funcionarios más cercanos, incluso de algunos que han sido determinantes para el impulso de su programa político. Lo grave, al mismo tiempo, es que quienes sí seguirán a bordo son los hard-liners del petrismo: los funcionarios que se empeñarán en cumplir cada capricho del presidente sin importar las consecuencias.

Pero, sobre todo, para entender la salida de Sarabia de su cargo hay que hacer un repaso de la pérdida de poder de la canciller, porque así como su alcance ascendió de manera vertiginosa, también en los meses finales fue visible su distanciamiento con el presidente. Como canciller, Sarabia ya no tenía control sobre el acceso al presidente y su agenda, ni incidencia sobre las labores diarias de los ministros. Estas tareas, al mismo tiempo, fueron asumidas en un primer lugar por su antiguo jefe y ahora rival, Armando Benedetti, y más recientemente por el nuevo jefe de despacho, Alfredo Saade, a quien el presidente encomendó irresponsablemente liderar el futuro del nuevo modelo de pasaportes. Esto, por supuesto, esquivó todas las indicaciones de Sarabia y la llevó a un escenario en que la renuncia fue la única alternativa.

Dada su cercanía con el presidente y lo mucho que conoció de las entrañas del gobierno, la gran pregunta que surge tras la salida de Laura Sarabia es si ahora se sumará a la larga lista de exfuncionarios que de manera pública plantean sus críticas al Gobierno Petro.

@fernandoposada_

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