Colombia suma siete millones de desplazados internos por la violencia y la pobreza
El último reporte de Acnur revela que el 17,6% de los desplazados del mundo son del continente americano; casi 22 millones. La migración interna se triplicó en Haití


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Colombia es uno de los cinco países con mayor número de desplazados internos en el mundo, unos 7 millones, según el informe anual sobre tendencias globales de desplazamiento forzado, publicado por la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur). El estudio revela además que el país andino había acogido hasta finales de 2024 a 3 millones de venezolanos y 500.000 personas colombianas retornadas. De acuerdo con la organización, el 75% de ellas no tiene intención de volver a sus comunidades de origen. “Por eso es necesario que se avance en soluciones duraderas en entornos urbanos a través de, por ejemplo, la legalización de asentamientos informales”, explica Luiz Godinho, vocero de Acnur para las Américas. A finales de 2024, la población latinoamericana desplazada a la fuerza alcanzaba los 21,8 millones, un 17,6% de la cifra mundial.
Aunque Godinho asegura que su organización está trabajando conjuntamente con el Gobierno colombiano, lamenta que el camino todavía es arduo. “Aún se requieren importantes esfuerzos para garantizar la prevención de nuevos desplazamientos y una respuesta estructural al fenómeno del confinamiento”, advirtió. Y es que durante los primeros meses de 2024, más de 118.000 personas fueron víctimas de confinamientos en Colombia. La región del Catatumbo concentra gran parte, con 91.000 personas afectadas. De ellas, 64.000 fueron desplazadas y 27.000 enfrentaron restricciones severas para movilizarse.
Según Acnur, al menos 11 actores armados ilegales inciden directamente en esta situación. Departamentos como Chocó, Nariño, Cauca, Valle del Cauca y el norte de Antioquia concentran buena parte de los desplazamientos, con altos niveles de violencia, amenazas directas y restricciones impuestas a comunidades enteras. El informe también destacó un desplome del 98% en el flujo de migrantes irregulares que cruzan el Darién hacia Norteamérica, debido principalmente a cambios en las políticas migratorias de Estados Unidos. Estos cruces pasaron de cerca de 140.000 entre enero y abril de 2024 a solo 3.000 en el mismo periodo de 2025.
Filippo Grandi, Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, tildó el escenario mundial actual como “frágil y desgarrador”: “Vivimos en una época de intensa volatilidad en las relaciones internacionales, en la que las guerras modernas crean un panorama frágil y desgarrador, marcado por un agudo sufrimiento humano. Debemos redoblar nuestros esfuerzos para buscar la paz y encontrar soluciones duraderas para los refugiados y otras personas forzadas a huir de sus hogares”.
Además de Colombia, el estudio hizo especial énfasis en la situación de Haití. En el país caribeño, uno de los más pobres del mundo y donde la mitad de su población pasa hambre, la cifra de desplazados internos se triplicó, pasando de 313.900 a más de un millón de personas. Todo ello fruto de la creciente inseguridad en el país y el control de este por unas 180 bandas criminales. Este lunes, un informe conjunto entre la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y Programa Mundial de Alimentos (PMA) revelaba que este es uno de los cinco países del mundo con mayor riesgo de inanición, es decir un estado avanzado de desnutrición en el que el cuerpo comienza a descomponer tejidos vitales para sobrevivir.
Godinho se muestra “extremadamente preocupado” con Haití y recuerda que el país atraviesa una “crisis multidimensional”. “Esto incluye estancamiento político, inseguridad generalizada, pérdida de autoridad del Estado ante grupos criminales, una grave situación de derechos humanos, efectos persistentes de desastres naturales y un deterioro acelerado de la situación humanitaria. Esto ha provocado una alarmante escalada de violaciones de derechos humanos y un desplazamiento interno a gran escala”, alertó.
El vocero también mostró su preocupación por la falta de financiación de Acnur, que se encuentra actualmente con fondos similares a los de 2015, “ante los brutales recortes” que están afectando la ayuda humanitaria. “Esta situación es insostenible y expone a las personas refugiadas y a otras personas que huyen del peligro a una mayor vulnerabilidad”, dijo.
En las Américas, estas drásticas reducciones de financiación han obligado a Acnur a recortar actividades esenciales en las áreas de asistencia humanitaria, asesoría legal, servicios de salud, apoyo a la documentación, regularización y programas de medios de vida en países de toda la región. “Estos recortes pueden perjudicar gravemente los esfuerzos de integración en la región”, zanja Godinho, quien insiste en acercar la lupa al impacto económico positivo que deja la población desplazada en los países de acogida.
De hecho, el Fondo Monetario Internacional afirma que la integración de personas refugiadas y migrantes podría aumentar el PIB de los países de acogida en hasta 4,5 puntos porcentuales para 2030, especialmente cuando se facilita su inserción en el mercado laboral formal. Otro estudio del Banco Mundial, citado por Acnur, acentúa los beneficios del acceso a la regularización. Aquellas personas con documentos tienen un salario en promedio 20% superior al resto, además de un mayor acceso a salud. Además, añade Godinho, al ser más joven que la local, la población migrante ayuda a mitigar los efectos del envejecimiento poblacional y a sostener sistemas en riesgo, como el de pensiones.
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