Reforma laboral: sobre patrones y trabajadores
El capital necesita trabajadores y los trabajadores necesitan capital para tener su salario. Si la discusión parte de ahí, tal vez se entendería mejor que las personas merecen unas condiciones laborales más justas

Muchos debates en la llamada opinión pública vienen de unas supuestas verdades que no son más que interpretaciones de los hechos. Una de ellas tiene que ver con que se debe agradecer a las empresas y sus dueños porque al contratar personal le hacen un favor a los trabajadores y al país. En realidad, las empresas necesitan mano de obra tanto como las personas necesitan un trabajo para poder subsistir. La relación laboral es un pacto de doble vía en el cual hay beneficios mutuos, y por eso todo debate en torno a las condiciones laborales tendría que plantearse en términos más horizontales para buscar acuerdos que beneficien a todos.
La reforma laboral que resucitó en el Congreso es un buen pretexto para recordar que los contratos laborales deben ser una colaboración armoniosa entre sectores. Sin embargo, las miradas sesgadas y políticamente interesadas de la izquierda y la derecha nos han puesto en una batalla abierta que pone en un ring a patrones y empleados en la cual, es apenas obvio, siempre llevan las de perder los más vulnerables. En este caso, los trabajadores, porque las normas laborales las dictan las leyes de la economía neoliberal que busca como prioridad maximizar ganancias.
Hay que proteger a las empresas, dicen desde la derecha. Son las que generan empleo y si suben los costos se podrían perder puestos de trabajo y decisiones de inversión. Eso es cierto, porque las empresas, que en realidad están manejadas por personas que toman decisiones pensando en las utilidades, tienden a minimizar costos y a la hora de decidir se recorta con mayor frecuencia por el lado de los empleados y pocas veces por el lado de los salarios de los presidentes o gerentes, de sus bonificaciones millonarias o de las ganancias. Pregunta tonta: ¿sería posible ganar un poco menos? No se trata de perder dinero, simplemente me pregunto si es posible ganar un poco menos para pagar a los trabajadores un poco más y de esa manera mover la economía. Entiendo que preguntarlo es herejía. Siempre hay que ganar más. Es un principio, es una ley del mercado, es un mandamiento sagrado. Los mercados, sin embargo, requieren normas y regulación para que en su libertad no terminen golpeando siempre a los más débiles.
Hay que proteger a los trabajadores y mejorar sus condiciones, dicen desde la izquierda, y es un planteamiento justo porque la precariedad laboral es uno de los lastres más grandes de una sociedad inequitativa como la colombiana. Esas condiciones laborales perversas en las cuales se paga a los trabajadores apenas para sobrevivir no son dignas ni son humanas y están en la raíz de muchos males que nos aquejan. Ahora bien, ¿son todos los empresarios unos millonarios malvados que se levantan con un látigo esclavista a explotar trabajadores? Hay que decir que algunos abusan, maltratan, burlan las normas, sin duda. Sin embargo, el grueso de las empresas en Colombia son muy pequeñas y tienen 10 trabajadores o menos. Por eso toda carga laboral pensada para los millonarios pesa en los que intentan sacar adelante el pequeño emprendimiento. ¿Eso significa que por ser pequeños no están obligados a pagar algo justo? No es así. Todos deben, debemos, pagar lo justo. Los derechos laborales se deben cuidar entre todos porque de lo contrario tendremos una brecha aún mayor a la que ya tenemos.
También es real el problema de esos pequeños empresarios que con frecuencia ni siquiera tienen asegurado su propio ingreso. El Estado tendría que servir de bastón para las micro y pequeñas empresas, las grandes generadoras del empleo en Colombia, de tal manera que puedan acceder a créditos blandos y ayudas que permitan cumplir con los pagos a los trabajadores y proveedores. Y no es solo cuestión de plata. Serviría mucho si se simplifican los trámites porque la montaña de papeles requeridos para cualquier negocio hace casi imposible la formalización.
La reforma laboral que se debate en esa puja entre trabajadores y patrones, está pensada para quienes tienen vinculación formal con alguna empresa grande o pequeña que no son la mayoría. Según reporte del DANE, en el trimestre enero - marzo de 2025 la proporción de personas ocupadas informales fue 57,2%. Eso significa que la mayoría de trabajadores en Colombia no tiene contrato ni acceso adecuado a prestaciones sociales, de modo que el debate de pagos nocturnos o dominicales no los toca.
Es importante entender la realidad de los mercados, como piden desde un sector, y eso obliga a entender también la realidad de las familias que no logran llegar a fin de mes con ingresos mínimos. Hablemos de economía y hablemos de humanidad. La precariedad laboral está minando a la sociedad. Afecta la vida real de gente real. Afecta la salud física y emocional. No es un favor crear empleo, no es una ayuda a los trabajadores. Si no hay personas que trabajen, no hay empresas, ni confianza inversionista, ni mercado. El capital necesita trabajadores y los trabajadores necesitan capital para tener su salario. Si la discusión parte de ahí, tal vez se entendería mejor que las personas merecen unas condiciones laborales más justas. Si no lo hacemos por respeto a la mínima dignidad humana, que se haga por lo menos para reconocer que los trabajadores son una pieza fundamental de una estructura económica que no se mueve sin ellos por mucho capital que exista.
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