El próximo cónclave, entre el Génesis y el Apocalipsis
Si los cardenales eligen un Papa afín con Trump, que delira como un sádico perforando entrañas de la tierra, no cabe duda que será la última elección

Las encíclicas Laudato Si y Fratelli Tutti son los mayores legados que deja a este mundo convulso, caótico e injusto, el pontificado de Francisco. Curiosamente, ambas encíclicas tienen relación directa con el Génesis y el Apocalipsis, principio y fin de la humanidad en la Biblia y la tradición judeocristiana. Pero en la encíclica Laudato Si la versión antropocéntrica del Génesis es sustituida por una cosmocéntrica y conservacionista. El relato bíblico nos dice que una vez Dios creó al “hombre a su imagen y semejanza, Macho y Hembra”, les ordenó: “Sean fecundos y multiplíquense. Llenen la tierra y sométanla. Tengan autoridad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra”.
Pero ese mandato es reinterpretado desde el comienzo por Laudato Si, acogiendo el panteísmo de Francisco de Asís: "Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba". Más allá de la escandalosa paradoja que contiene el Génesis para los furiosos antiwokistas y los violentos homofóbicos, pues si hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, como macho y hembra, deberíamos reconocer que la divinidad goza de los dos géneros simultáneamente. Además, según el misticismo panteísta de Francisco de Asís, somos hijos y hermanos de la Tierra, pues ella nos sustenta y gobierna. Es decir, somos dependientes de ella y no sus amos. En lugar de saquearla y devastarla, como machos insaciables, deberíamos respetarla y obedecerla como a una madre, y cuidarla como una hermana o hermano. Pero hacemos exactamente lo contrario. Quizá por ello cada día la Pachamama está más agónica y la aqueja una catástrofe climática irreversible. Según la ONU, ya no vivimos bajo un calentamiento global, sino sometidos a una ebullición global. Para no perecer, Laudato Si nos convoca a dejar atrás esa era antropocéntrica y vivir en la cosmocéntrica, sin creernos los amos del universo, como pretende el megalómano prepotente de Elon Musk, secundado por el narcisismo delirante de Trump y esa pléyade de tecnoplutócratas que aspiran a gobernar el mundo con la inteligencia artificial, los espejismos de las redes sociales y las realidades aumentadas, creando mundos virtuales y fantásticos, manipulados a su antojo, jugando como dioses con nuestra frágil y efímera condición humana.
Por eso el próximo cónclave enfrenta un desafío existencial y cabe preguntarse si los cardenales serán capaces de elegir un Papa que dé realidad, continuidad y profundidad a esa utopía de Laudato Si. Si acontece lo contrario, que es muy probable, y eligen un Papa afín con el rubicundo y lascivo Trump del norte, que delira como un sádico perforando y perforando las entrañas de la tierra en busca de petróleo, gas y riquezas minerales, no cabe duda que será el último cónclave y el pontífice electo se convertirá en un mensajero del Apocalipsis.
Deriva hacia el Apocalipsis que infructuosamente intentó revertir Francisco, con Laudato Si, pero sobre todo con Fratelli Tutti, pues ella contiene las claves para frenar la carrera desbocada de los jinetes que hoy cabalgan sobre los caballos del Apocalipsis: “blanco, bermejo, negro y amarillo. Según la exégesis, representan y son alegorías de la conquista o la gloria (Zelo), la guerra (Ares), el hambre (Limos) y la muerte (Moros/Tánatos), respectivamente, aunque solo a este último se le nombra así”. Todo parece indicar que sobre Zelo cabalga Trump, enarbolando la bandera de MAGA por el sangriento sendero de la conquista y la gloria, para lo cual cuenta con otros dos tenebrosos caballeros, Netanyahu y Putin, que montan sobre la Guerra (Ares), el hambre (Limos) y la Muerte (Moros/Tánatos).
Tanto es así, que Trump ya anunció en forma esperpéntica, cínica y criminal que piensa convertir a Gaza, junto con el genocida de Netanyahu, en la Riviera de Oriente Medio. De otra parte, con su otro socio criminal, Vladímir Putin, pretende dividirse a Ucrania y expoliar su riqueza mineral de “tierras raras” para las tecnologías de punta. Sin duda, vivimos en un mundo donde tres gánsteres gobiernan impunemente, amparados en sus respectivos fueros de jefes de Estado y autócratas intocables. Para completar su faena de facineroso, como en una película de Hollywood, Trump se apresuró a asistir a las exequias del papa Francisco y estar en primera fila. De paso, quizá, pudo aprovechar para complotar con cardenales afines la elección de un Papa complaciente y dócil con sus aventuras criminales.
Papa Francisco condena a Trump
Es pertinente recordar las palabras del papa Francisco condenando su persecución implacable contra los migrantes en Estados Unidos durante la primera campaña presidencial de Trump: “Una persona que quiere construir muros y no puentes no es cristiano”. Lo más grave y deplorable es que todos los jefes de Estado de la Unión Europea que asistieron a sus exequias han hecho lo mismo, como la misma Georgia Meloni en Italia, anfitriona de esa congregación de fariseos, atemorizados con los aranceles y el chantaje de Trump en la OTAN. Incluso, el próximo canciller alemán, Friedrich Merz, en nombre de su partido, la Unión Cristiana Demócrata (CDU), ganó las elecciones con la bandera de contener y rechazar nuevas olas de migrantes en Alemania. Para toda esa multitud de farsantes, que deberían ser expulsados del Templo, va el comienzo de Fratelli Tutti: «Fratelli Tutti, escribía san Francisco de Asís para dirigirse a todos los hermanos y las hermanas, y proponerles una forma de vida con sabor a Evangelio. De esos consejos quiero destacar uno donde invita a un amor que va más allá de las barreras de la geografía y del espacio. Allí declara feliz a quien ame al otro «tanto a su hermano cuando está lejos de él como cuando está junto a él». Con estas pocas y sencillas palabras expresó lo esencial de una fraternidad abierta, que permite reconocer, valorar y amar a cada persona más allá de la cercanía física, más allá del lugar del universo donde haya nacido o donde habite”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.