La Jurisdicción Especial para la Paz concede la amnistía por el delito de rebelión al excomandante guerrillero Simón Trinidad, preso en Estados Unidos
El tribunal de justicia transicional en Colombia concede el beneficio en 20 procesos a Ricardo Palmera, el verdadero nombre del icónico miembro de las extintas FARC


La Jurisdicción Especial para la Paz de Colombia, surgida del acuerdo de paz con la extinta guerrilla de las FARC, ha concedido la amnistía por los delitos de rebelión y daño en bien ajeno en una veintena de procesos a Ricardo Palmera Pineda, mejor conocido como Simón Trinidad. El otrora líder de ese grupo lleva ya más de 20 años preso en una cárcel de máxima seguridad en Estados Unidos, apenas una fracción de su condena a 60 años por el secuestro de tres contratistas estadounidenses, por lo que la decisión no tiene de momento un efecto práctico.
Se trata de cinco antiguos procesos en los cuales Palmera, hoy de 74 años, fue condenado o acusado en la justicia ordinaria, y de otros 15 en los que no existía una condena o acusación, ha explicado la JEP este miércoles en un comunicado. La rebelión y el daño en bien ajeno son conductas a las cuales se puede aplicar la amnistía por tratarse de delitos políticos o conexos al delito político, señala el alto tribunal. Para que tengan efecto las amnistías, el compareciente debe firmar un acta de compromiso de dejación de armas, aclara el comunicado, para lo cual la JEP hará los trámites necesarios a través de la Cancillería.
“Con respecto a la libertad de Palmera Pineda, esta resolución no tiene facultades para modificar su estatus actual en la justicia estadounidense”, aclara el tribunal de paz. “Sin embargo, sí deja sin efecto las órdenes de captura que existan en contra de Palmera Pineda por esos procesos como garantía en caso de que llegase a regresar al país”, añade.
La Sala de Amnistía o Indulto de la JEP además entrará a estudiar otros cinco procesos que aún requieren mayor análisis, para determinar si las acciones de Palmera son susceptibles de amnistía. Entre ellos se encuentran recordados crímenes de la guerrilla, como el secuestro y asesinato de la exministra de Cultura Consuelo Araújo Noguera, cometido en septiembre de 2001, o la masacre de Bojayá, en mayo de 2002, cuando las FARC lanzaron un explosivo artesanal que mató a cerca de un centenar de personas que se refugiaban de los combates entre guerrillas y paramilitares en la iglesia de ese pueblo del Chocó.
La liberación de Simón Trinidad ha sido un viejo reclamo, primero de la entonces guerrilla desde las negociaciones con el Gobierno de Juan Manuel Santos (2010-2018), y después de Comunes, el partido político surgido de ella tras el acuerdo de paz firmado en 2016. A finales del año pasado, el Gobierno de Gustavo Petro reactivó la solicitud por sorpresa en el ocaso de la Presidencia de Joe Biden en Estados Unidos. El embajador en Washington, Daniel García-Peña, envió el 12 de noviembre una nota diplomática en la que pedía que Biden, a punto de ceder el testigo a Donald Trump, le concediera el perdón presidencial al septuagenario líder de una insurgencia ya desarmada. El pedido de clemencia no obtuvo respuesta.
La vida de novela de Simón Trinidad
La biografía de Palmera es extraordinaria para un líder guerrillero. Nació en una familia acomodada en Valledupar, en el norte del país; prestó servicio militar en la Escuela Naval; se graduó como economista en Bogotá e hizo estudios de posgrado en Estados Unidos. Llegó a ser gerente de un banco, pero los incesantes asesinatos de militantes del partido de izquierda Unión Patriótica, al que se había afiliado, lo llevaron a abandonar a su familia e incorporarse a las FARC. Su vida es, literalmente, material de novela. Junto a Rodrigo Tovar, alias Jorge 40, su paisano convertido en paramilitar, Palmera es el protagonista de Líbranos del Bien, del escritor vallenato Alonso Sánchez Baute, considerada una gran novela de la violencia entre vecinos.
Ya convertido en Simón Trinidad, su nombre de guerra, tuvo un papel destacado como negociador de las FARC en los fallidos diálogos de El Caguán, en el periodo de Andrés Pastrana (1998-2002). Después, ya en el mandato de Álvaro Uribe (2002-2010), fue capturado en Ecuador, deportado a Colombia y extraditado a Estados Unidos en 2004. Una corte norteamericana lo condenó por su papel en el secuestro de tres contratistas estadounidenses, un caso muy sonado en el marco de los secuestros de políticos y militares por parte de las FARC para intercambiarlos por guerrilleros presos. Thomas Howes, Keith Stansell y Marc Gonsalves fueron rescatados –junto a Ingrid Betancourt– por el Ejército colombiano en la cinematográfica Operación Jaque de 2008, después de pasar cinco años encadenados en la selva.
Durante los diálogos de La Habana, la reclusión de su compañero de armas en una cárcel de Colorado siempre estuvo en la mente de los delegados de la guerrilla más antigua del mundo. Para las FARC se volvió un punto de honor la libertad de Trinidad, tanto que lo designaron negociador plenipotenciario en el proceso, y dejaron vacía la silla con su nombre en la instalación de los diálogos en Oslo, Noruega, rememora Santos en su libro La batalla por la paz.
“Un dummy con su fotografía de cuerpo entero acompañó muchas de las declaraciones de sus negociadores en La Habana, para hacer patente su ausencia. Pero nosotros poco podíamos hacer. Trinidad había sido juzgado y condenado por un tribunal de Estados Unidos, y cualquier decisión sobre su situación correspondía a las autoridades y el Departamento de Justicia de ese país”, escribe el también Nobel de Paz. “Tal vez al final del proceso, una vez suscrito el acuerdo y cumplida la dejación de las armas, se hubiera podido lograr algún avance hacia su liberación, pero para entonces ya había cambiado el presidente en Estados Unidos, y lo que era una tarea muy difícil frente a la Administración Obama se tornó casi imposible ante el Gobierno Trump”, añade sobre el primer mandato del republicano, que ahora vuelve a ser el ocupante de la Casa Blanca.
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