Francisco, el papa que buscó reconciliar a Colombia
El sumo pontífice apoyó el acuerdo de paz entre el Gobierno de Juan Manuel Santos y la extinta guerrilla de las FARC en 2016 y visitó Bogotá, Villavicencio, Medellín y Cartagena al año siguiente


Jorge Mario Bergoglio, el papa que no llegó a visitar su natal Argentina desde que se convirtió en Francisco en 2013, fue un abanderado de la paz de Colombia. Además de apoyar decididamente el histórico acuerdo que firmó a finales de 2016 el Gobierno de Juan Manuel Santos con las FARC, para entonces la guerrilla más antigua del mundo, al año siguiente hizo una recordada gira por cuatro ciudades colombianas para promover la reconciliación en una sociedad que anhela doblar la página de la violencia después de más de medio siglo de conflicto armado.
En La batalla por la paz, su libro sobre el largo camino para sellar el acuerdo con las FARC, Santos recuerda que prácticamente todos los jefes de Estado y de Gobierno con los que se reunió durante sus ocho años de mandato (2010-2018) le expresaron su apoyo al proceso de paz y su disposición a ayudar en lo que fuera necesario. Entre todas esas personalidades, expresa una especial gratitud con un líder más espiritual que terrenal: Francisco, el primer sumo pontífice de la iglesia católica nacido en América Latina. Desde el momento en que el entonces presidente lo conoció, en mayo de 2013 en una abarrotada plaza de San Pedro, durante la canonización de la primera santa colombiana, la madre Laura, Francisco le manifestó que sus oraciones estaban con la paz de Colombia.
“Hay que decir que el papa fue una constante voz de aliento y de respaldo al proceso de paz en Colombia y, siempre que podía, en sus diversas intervenciones públicas, bendecía los esfuerzos de pacificación en nuestro país”, rememora Santos en esas memorias políticas. “Cada vez que me veía, me estimulaba a continuar, a no claudicar en la búsqueda de la paz. Y también, a través de mis embajadores en la Santa Sede y del nuncio apostólico me enviaba mensajes de fortaleza: “Persevere, manténgase, no vaya a flaquear””.
Durante su histórica visita a Cuba, que era la sede de las difíciles negociaciones en curso entre el Gobierno de Santos y la guerrilla, Francisco dedicó una contundente declaración pública al proceso colombiano. “En este momento me siento en el deber de dirigir mi pensamiento a mi querida tierra de Colombia, consciente de la importancia crucial del momento presente, en el que, con esfuerzo renovado y movidos por la esperanza, sus hijos están buscando construir una sociedad en paz”, dijo el 20 de septiembre de 2015 en la Plaza de la Revolución de La Habana. “Que la sangre vertida por miles de inocentes durante tantas décadas de conflicto armado, unida a aquella del señor Jesucristo en la cruz, sostenga todos los esfuerzos que se están haciendo, incluso en esta bella isla, para una definitiva reconciliación”, señaló entonces. Un día después de que el papa concluyó su visita a Cuba, Santos sostuvo en La Habana su primer encuentro con Rodrigo Londoño, Timochenko, el máximo comandante de las FARC, en la firma de un documento que sentó las bases de la justicia transicional y destrabó las negociaciones.
La historia posterior es conocida, con unos meses de vértigo para Colombia a finales de 2016. El acuerdo de paz, arduamente negociado durante cuatro años en La Habana, fue rechazado por una estrecha mayoría de los electores en un plebiscito, con el expresidente Álvaro Uribe como su más férreo opositor –y jefe de la campaña por el No, en un debate público polarizado y lleno de desinformación–. Santos recibió el inesperado impulso de recibir el Nobel de Paz cuando a duras penas encajaba el golpe, y sus delegados renegociaron con la guerrilla la mayoría de los planteamientos de los opositores. El acuerdo definitivo fue aprobado por el Congreso, pero sin el beneplácito de Uribe, que buscaron hasta el último momento.
A finales de 2016, Santos, que acababa de recibir el Nobel en Oslo, se disponía a celebrar su tercera audiencia privada con el papa jesuita cuando le consultaron si tendría alguna objeción en que Uribe se uniera. No tuvo reparos. El 16 de diciembre se sentaron uno al lado del otro, frente al escritorio del sumo pontífice, en una postal inesperada. Pero no se produjo el milagro de la paz política. Uribe ventiló sus críticas, según el recuento de Santos. “En un momento dado el papa me miró con una expresión de desconcierto, como queriendo decir “Esto no funcionó” y, abruptamente, cortó la exposición del expresidente para decirnos que agradecía mucho que hubiéramos ido a verlo y que las puertas del Vaticano y de la Iglesia siempre estarían abiertas para apoyar a Colombia. Con mucha prudencia y diplomacia, dio por terminada la reunión y nos despidió”, escribe en La batalla por la paz.
Invitado por Santos en múltiples oportunidades, Francisco siempre manifestó que visitaría Colombia después de que la paz estuviera firmada. Cumplió esa promesa entre el 6 y el 10 de septiembre de 2017. Bajo el lema “demos el primer paso”, en alusión inequívoca a la reconciliación, su gira celebró misas multitudinarias en las cuatro ciudades que visitó: Bogotá, Villavicencio, Medellín y Cartagena. En la capital apeló a la capacidad de perdón de los jóvenes, en Medellín congregó más de un millón de fieles, en Cartagena pidió cambiar “la cultura de la muerte” por la “de la vida”. Pero fue en Villavicencio, la puerta a las inmensas llanuras del oriente del país, donde presidió el ‘Gran encuentro de oración por la reconciliación nacional’. Durante ese evento recibió la imagen del Cristo Negro de Bojayá, mutilado cuando las FARC lanzaron un explosivo artesanal que mató a cerca de un centenar de personas que se refugiaban de los combates entre guerrillas y paramilitares en la iglesia de ese pueblo del Chocó el 2 de mayo de 2002, uno de los peores episodios de la guerra. También abogó por la defensa de la naturaleza, los derechos humanos y los desposeídos.
Además de la paz firmada, Francisco estuvo pendiente de los múltiples acercamientos con el ELN. El Gobierno Santos y la última guerrilla en armas acordaron un inédito cese al fuego de 100 días en vísperas de la visita de Francisco, pero ese proceso naufragó en el periodo de su sucesor, Iván Duque (2018-2022), después de que la guerrilla asesinó a más de 20 personas al estallar un carro bomba en una escuela de la Policía en Bogotá. Con la llegada de Gustavo Petro en agosto de 2022 se retomaron las negociaciones, y el presidente incluso postuló a la Ciudad del Vaticano como sede para una ronda de diálogos, tras reunirse allí con el papa en enero de 2024. Esa idea nunca llegó a concretarse, y Petro suspendió el proceso a comienzos de este año, después de una violenta arremetida del ELN en la región del Catatumbo, fronteriza con Venezuela, que provocó decenas de muertos y desplazó a más de 50.000 personas. En enero, Francisco pidió la liberación “sin condiciones” de todos los secuestrados en Colombia. Poco después manifestó su preocupación por la violencia que arrecia en el Catatumbo, sus últimas palabras dedicadas directamente a la guerra que tanto se esmeró en extinguir y que le sobrevive.
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