¿Elecciones y referendo transparentes?

Ante el inminente referendo, las elecciones para Congreso y Presidencia que se darán ya casi en un año y partiendo de la premisa que siempre ha enarbolado el presidente Petro, según la cual él es un demócrata y además absoluto garante del parecer de los ciudadanos (así algunos de sus actos parecieran demostrar lo contrario), tal vez sea este el mejor momento para que, en lugar de desfinanciar al Consejo Nacional Electoral y a la Registraduría, el gran esfuerzo presidencial se concentre en convertir las próximas votaciones en las más transparentes que se hayan vivido en Colombia.

Hacerlo no solo sería el mejor respaldo al resultado del referendo, sea cual sea la decisión mayoritaria que este refleje, sino que además podría terminar siendo un legado muy positivo del Gobierno de Petro hacia una Colombia que hoy no vive más que una profunda decepción respecto a las decenas de promesas del denominado gobierno del cambio, que de ese apelativo poco ha tenido.

No deberíamos olvidar la penosa experiencia de las elecciones de 2022. Aquella triste jornada en la que, si no hubiera sido por la costosa pero encomiable labor de los testigos electorales y la de los encargados en hacer los debidos reclamos ante la autoridad electoral, los resultados definitivos de la elección de Congreso hubieran sido una absoluta mentira. ¿Se ha hecho algo para prevenir que eso se repita? ¿Existe alguna novedad en nuestro sistema electoral? ¿O sencillamente estaremos en manos de un falible conteo que permitirá cualquier hipótesis sobre la votación final?

Tal vez el tiempo no sea suficiente para el referendo, pues los cálculos del Gobierno señalan que en unos cinco meses estaremos convocados a las urnas. Los plazos para hacer el proceso de compra de máquinas, puesta a punto del sistema y pruebas no lo hacen viable. Pero, ¿y por qué no pensar de una vez en las elecciones de 2026?

Así como Enrique Santos destacó en su columna en Los Danieles que ni siquiera en los asuntos de política progresista, como eutanasia o legalización de la marihuana, este Gobierno dio muestras de voluntad, sería un verdadero absurdo que el Pacto Histórico, víctima del que iba a ser un descarado robo de votos, no mueva un solo dedo para ofrecerle garantías a los colombianos. Más aún cuando el clima político en Colombia está tan caldeado y se hace necesario contar con todos los seguros posibles para que pase lo que pase en las urnas, no sea objeto de cuestionamiento alguno.

No dar ese paso sería confirmar aquello que se ha dicho por décadas: el que cuenta gana. Y como ahora está el Pacto Histórico en el poder, entonces la garantía de ganar se hace palpable; de ahí el desinterés en resolver el sistema defectuoso. ¿Será eso lo que los tiene tan tranquilos? El presidente debería aprovechar su amor hacia todo lo que lleve la marca de Venezuela para tomar ejemplo de allí y comprar unas máquinas electorales como las que ya usan. Las mismas que le mostraron al mundo entero que Maduro es un dictador que usurpó el poder. Las mismas que emiten recibo, guardan los resultados y cada voto en su memoria y además imprimen tarjeta de voto. ¿O será que ese pedacito de “las maravillas de Venezuela” no le gusta al presidente? ¿Será que ese detallito sí le parece inconveniente?