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Maternidad
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La ecoansiedad replantea la maternidad en las nuevas generaciones

Con un planeta cada vez más caliente, la experta en estudios ambientales y de género Jade S. Sasser se preguntó: ¿es moral, ético o sensato tener hijos?, y ¿cómo inciden la ansiedad climática, la raza y el estatus socioeconómico en las opciones reproductivas?

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El desencuentro generacional entre varones y mujeres no es nuevo, sobre todo en el segmento de jóvenes adultos y millenials que tienen preferencias distintas tanto en lo político como en las opciones vitales. Funcionarios, actores de la sociedad civil y feminismos miran cada vez con más preocupación el fenómeno, que se acopla con tendencias como el crecimiento de las derechas globales y la llamada manosfera, y también contiene una saturación con la cultura de las citas y las apps.

Pero quizás más acalorados aún se han vuelto los debates sobre la baja natalidad que, de este lado del mundo, tienen a políticos mandándonos a las mujeres a tener más hijos a cuenta de que ciudades como Buenos Aires ya tienen más mascotas que niños pequeños. Como dice la socióloga argentina Sol Prieto, más allá de temas ideológicos, esto se debe mayormente a que hoy la maternidad representa un alto costo para las mujeres: “Un factor más reciente tiene que ver con la pauperización e informatización del trabajo no solo en Argentina, sino en todo el mundo, los problemas para acceder a una vivienda y dejar de pagar un alquiler, y también la cuestión de las políticas de cuidado”, asegura la también investigadora del CONICET.

Sin embargo, una nueva mirada por parte de referentes y activistas ambientales propone cruzar otras variables menos exploradas, pero que parecen tener cada vez más peso en las decisiones de las nuevas generaciones, y que tienen que ver con la conciencia ambiental, el impacto del crecimiento población y el activismo, y la llamada la ecoansiedad. Y tiene su lógica. ¿Si tu casa está en llamas o cada vez más contaminada, invitarías a alguien a vivir ahí?

¿Qué es la ecoansiedad y quiénes la sufren más?

Jade S. Sasser es doctora en estudios ambientales y profesora en Universidad de California en estudios de género y sexualidad y lleva más de dos décadas estudiando las opciones reproductivas en el contexto del cambio climático, con varios libros en su haber, como Infertile Ground (2018) o el recién publicado Climate Anxiety and the Kid Question (2024), que también da nombre a un podcast.

Durante la pandemia, comenzó a hacer preguntas diferentes para tratar de revertir una mirada estigmatizada sobre el crecimiento poblacional en el Sur Global centrado en sesgos raciales sobre sexualidad y promiscuidad. Moviendo el eje de su estudio, comenzó a preguntarse por el vínculo que existía entre factores ambientales percibidos como graves o urgentes y la decisión de maternar o paternar. En una era en la que el planeta se calienta cada día más, se preguntó: ¿es moral, ético o sensato en un sentido práctico traer hijos al mundo?, y ¿cómo inciden factores como la ansiedad climática, la raza y el estatus socioeconómico en las opciones reproductivas?

Así, Sasser dio con las ecoemociones, que describe como “una amplia gama de emociones angustiosas que las personas sienten en respuesta a su conocimiento, conciencia o experiencias con el cambio climático y sus impactos, y a cómo anticipan que el cambio climático afectará la vida en el futuro”. Si bien ya hace un tiempo que hablamos de ansiedad climática con exponentes jóvenes y visibles como Greta Thunberg, las emociones climáticas son un concepto bastante nuevo que se ha comenzado a estudiar en los últimos veinte años; y que va cambiando en tiempo real a la par con los desastres climáticos que vemos en televisión todos los días.

Un impacto que no es igual para todos

Lo que distingue el trabajo de Sasser es el hecho de que su investigación desagregue clase, raza y género. La ecoansiedad significará lo mismo para todas las personas, pero no todos la viven y sienten de la misma manera. Algo que podemos inferir rápidamente, si pensamos cómo pueden estar experimentando los eventos climáticos extremos los jóvenes del norte global y sus pares del sur, donde además de tener desastres a la vuelta de sus casas, se vive en condiciones materiales y culturales sustancialmente diferentes (nivel socioeconómico, educativo, acceso a la información...)

Como ejemplos recientes, basta pensar en los incendios masivos de este verano en el norte y sur de Argentina, en los del Amazonas en 2024 (por cuenta de la siembra de soja) o, sin ir más lejos, en los cada vez más potentes huracanes que México y el Caribe experimentan. Pero, ¿si el origen y la clase inciden en la ecoansiedad, acaso la raza o el género también pueden ser variables importantes?

Uno de los hallazgos de la investigación de Sasser fue que las mujeres racializadas eran el grupo demográfico que reportó tener más probabilidades de tener al menos un hijo menos de lo que realmente deseaba debido al cambio climático. “Ningún otro grupo en esa encuesta respondió de esa manera”, me explicó la académica. Un estudio de Yale publicado el año pasado le da la razón: en Estados Unidos, los latinos tenían cinco veces más probabilidades de experimentar sentimientos de ansiedad por el cambio climático en comparación con sus pares blancos, y los afroamericanos tenían el doble de probabilidades de sentir ansiedad climática.

Aunque tal vez en Latinoamérica la cuestión ambiental todavía no sea un gran factor en la planificación familiar, es interesante pensar la complejidad creciente en la decisión de tener hijos hoy, un tema que nos atraviesa como continente, si bien estamos envejeciendo más lento que Europa.

Todo esto sucede mientras los gobiernos ultraconservadores o liberales con figuras polarizantes como Donald Trump o Javier Milei, quienes niegan el cambio climático, están tomando medidas muy contraproducentes para el futuro del planeta: desde la reactivación de la extracción desenfrenada de hidrocarburos, a la desfinanciación de organismos de cuidado del medioambiente, la investigación científica o la modificación de leyes históricas de protección ambiental.

“Los jóvenes [la generación Z y los millennials más jóvenes] hablan de estos temas todo el tiempo, y que en realidad son solo las personas mayores las que no lo hacen. Existe una gran brecha generacional en este sentido, pero está comenzando a reducirse a medida que experimentamos más desastres climáticos y más personas comienzan a tener ansiedades climáticas”, cierra Sasser.

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