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Mujeres en la música
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

México conquista el mercado mundial de la música, pero ¿dónde están las mujeres?

Mientras la industria musical en el país celebra su entrada a los mercados más importantes del mundo, el éxito de las mujeres sigue siendo la excepción

Kenia Os en Los Angeles, California, el 23 de noviembre de 2024.

México ha entrado en el top 10 de mercados musicales globales, y ese no es dato menor. Estar en ese llamativo ránking significa que los ingresos por la música grabada aumentaron lo suficiente como para codearse con potencias como Estados Unidos y Japón. Esta entrada triunfal —reportada por la Federación Internacional de la Industria Fonográfica (IFPI)— marca un hito: confirma al país como un epicentro cultural, enaltece un sonido marcado por la identidad nacional y convierte a México en un atractivo innegable para las inversiones de las grandes multinacionales.

Dicho eso, también obliga a mirar para adentro y hacer las preguntas de rigor. Por ejemplo: ¿los beneficios del avance se verán reflejados en todas las esquinas de ese nebuloso espacio llamado industria musical? Habrá que hacer la tarea de verlo. Pero, por ahora, pensemos en esto: ¿ese mercado en expansión es igual para hombres y mujeres?

De las 10 canciones más reproducidas en plataformas de streaming en México en 2024 —según la Asociación Mexicana de Productores de Fonogramas y Videogramas (Amprofon)—, nueve pertenecen al denominado género de regional mexicano y todas, absolutamente todas, son interpretadas por hombres. Aunque Kenia Os, artista de Mazatlán, se consolidó como la cantante mexicana más escuchada en Spotify México, no logró colarse en este top10.

La sospecha, entonces, se vuelve evidencia: el éxito de la música mexicana, al menos en términos de consumo masivo, es asunto masculino. Con seguridad, en toda esa cadena de procesos participaron mujeres: como compositoras, músicas, productoras. Aun así, su presencia sigue siendo mínima. Basta con revisar el top 50 actual de Spotify México: en él, hoy, no hay una sola mujer.

No es solo la industria: es la sociedad. Una es reflejo de la otra y hoy, ante la reivindicación de las masculinidades reaccionarias, es la moda.

Y en el ámbito de la música en vivo, la hegemonía masculina pervive. Karina Cabrera, comunicóloga, feminista y creadora de la plataforma Sonoridad MX, realiza el estudio ¿Y dónde están las músicas?, una investigación sobre la brecha de género en los festivales mexicanos. En su edición de 2024, analizó 71 de ellos: solo 22 de cada 100 actos anunciados en festivales mexicanos tuvieron mujeres al frente y 19 actos fueron cabeza de cartel, lo que representa un lánguido 0,8% de los proyectos anunciados.

Para Cabrera, esto no solo se debe al contexto social, sino también a causas históricas: “Este es un proceso muy profundo, porque la formación del público está influida también por el papel que juegan las disqueras en los medios de comunicación: en la colocación de sencillos, en la programación musical y hasta en la ubicación de los nombres en los carteles. ¿Por qué las mujeres aparecen en la parte más baja del cartel? ¿Por qué se les considera menores dentro de estos espacios?”.

“La mayoría de esas grandes compañías siguen estando dirigidas por gente de la vieja escuela, y por eso muchos patrones se siguen repitiendo”, dice por su parte Elis Paprika, artista, compositora, gestora y activista de Guadalajara. “Llega el 8 de marzo, y entonces todo el mundo se pone el pañuelo morado, suben playlists especiales, hacen eventos, y qué bonito, ¿no? Pero los otros once meses del año no pasa nada. Lo que necesitamos es que la industria realmente asuma como prioridad visibilizar el trabajo de las mujeres. Se necesitan acciones constantes, todos los meses”.

Si el mercado se rige por cifras, estadísticas y ránkings, el presente no parece esperanzador. Pero ante los obstáculos de la industria, las mujeres en México han construido otras formas de mantener su participación en la música: colectivos, sellos discográficos, espacios de profesionalización, paneles de conversación, creación de protocolos, conciertos autogestivos y redes de apoyo que se extienden por todo el país y en todos los géneros musicales.

“La cosa sí está mejor que hace 10 años”, dice Elis, quien en 2014 creó Now Girls Rule, una organización feminista que fomenta el desarrollo de las artistas mujeres, lanzó un sello discográfico y organiza La Marketa, un bazar de proyectos musicales femeninos e ilustradoras que, el año pasado, estuvo en el Festival Hera, el primer evento masivo con un cartel 100% femenino.

“Algo que tengo muy claro es que hasta el último día de mi vida voy a seguir haciendo esto. A mí no me va a tocar ver el día en que Now Girls Rule deje de ser necesario, que sería lo ideal. Porque hay mucha injusticia", añade Elis. “Todo lo que está pasando en el mundo es un reflejo. Y, justo por eso, es vital fortalecernos entre nosotras, porque vienen tiempos pesados”.

La persistencia, la convicción, son el contrapeso a una industria que, aunque crece económicamente, aún tiene una deuda con las mujeres que la habitan. Ante eso, otra opción puede ser crear una suerte de industria paralela. Cabrera, en efecto, destaca que hay nuevas dinámicas que se yuxtaponen al orden establecido: “Muchas mujeres ya no aspiran a entrar en la industria musical tradicional. Más bien, están buscando cómo profesionalizar espacios que nunca van a formar parte de ese circuito, porque esa es la realidad. No todas van a poder entrar, no todas van a ser vistas, pero sí pueden crearse otros espacios: hay festivales completamente autogestivos, muchísimas colectivas construyendo redes solidarias, económicas y de contención”, añade.

El anuncio de México como un mercado global gigante se celebra. Pero también invita a cuestionar y reflexionar: si hay mujeres, ¿por qué los consumidores prefieren escuchar las canciones y narrativas que vienen desde la mirada masculina? ¿Qué dice eso sobre el país? ¿Sobre el mundo? ¿Sobre nosotras?

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