¿Es tan mala la serie ‘Todas las de la ley’, calificada como “la peor de la historia” y “un crimen contra la televisión”?
El estreno de la ficción de abogadas de Ryan Murphy pone a la crítica de acuerdo, pero quizás estemos en un mundo de titulares demasiado exagerados

El periódico The Guardian solo ha publicado 15 reseñas de cero estrellas a una película o serie de televisión a lo largo de su historia. La serie de Ryan Murphy en Disney+, Todas las de la ley, es la última en haber logrado este infame honor, y así lo destacaba el diario británico con orgullo en una de sus publicaciones en Instagram. Pero ¿de verdad merece esta serie protagonizada por Kim Kardashian el apelativo de “peor serie dramática de la historia” que puso The Times o el de “crimen contra la televisión” que escribió The Telegraph? Sí, y no.
Lo primero es dejar claro una cosa: la serie es mala. Ni siquiera es tan mala que se vuelve buena. De eso no hay duda tras ver los primeros tres episodios (de los 10 que conforman esta temporada) de este drama legal (¿o quizás sea comedia?) sobre un bufete femenino de abogadas abierto para ayudar a las mujeres más pudientes con sus costosos divorcios. Tiene diálogos absurdos, actrices con tonos totalmente chocantes, casos legales poco interesantes (en estos episodios no llegan ni a ponerse frente a un juez), motivaciones insulsas y una opulencia de mujeres ricachonas con cero autocrítica que produce vergüenza ajena. El 6% de críticas positivas del agregador Rotten Tomatoes es justo. Pero tampoco es la peor serie de la televisión. Ni siquiera es la peor serie de Ryan Murphy, que hace tiempo que pasó de tener una churrería de proyectos gourmet a ser pura comida rápida.
Todas las de la ley es la serie más parecida de todas las que el guionista ha estrenado estos años a aquella Nip/Tuck con la que se puso en el mapa. Hasta el punto de que en el tercer episodio Jessica Simpson brilla como invitada enfrentándose a un caso de malas prácticas de cirugía estética. También tiene elementos de su 911, la franquicia de series policiacas de episodios autocontenidos en las que mezclan las tramas románticas más virales con casos que van desde un bebé atrapado en las tuberías a una lluvia de meteoritos o un tsunami. Como ella, esta nueva serie tampoco parece tomarse en realidad demasiado en serio. Al contrario que otras creaciones de Murphy, como Hollywood (sobre los pioneros de la meca del cine) o el Feud sobre Capote (que escribía el mismo Jon Robin Baitz), esta no posee las ínfulas de salvar el mundo de las series, tiene autoconsciencia y siempre estar rozando la parodia como hizo en Glee, The Politician o Popular. Eso ya le da puntos frente a ellas.

El equipo tiene en todo momento presente que esta es una serie hecha para que sus protagonistas luzcan modelitos, pelucas y sombreros sin orden ni concierto, donde Kardashian puede estar en casa con un abrigo de bisonte para recibir a su colega Niecy Nash que viene con escote. Y donde una nadería como la venta de unas joyas pueden llenar tramas para dos episodios. Explicar que son las mejores abogadas es lo último que le importa a la serie. Eso se da por hecho. Y punto.
Porque este no es un drama legal serio como The Good Wife, sino que Disney lo pidió como respuesta al éxito de Suits en Netflix. Querían una serie de episodios autocontenidos y que recordara a la clásica televisión en abierto. Esto es, que no necesitaran de mucho pensamiento por parte del espectador y que tuviera unos buenos salseos torridos de los que le gustan a Ryan Murphy, pero donde al final todo acabara bien. Es decir, como los innumerables Chicago (D.C. Fire, etc.), NCIS, Matlock o Mentes criminales que inundan la televisión y triunfan en plataformas, y de los que nadie parece hacer críticas tan salvajes. Por eso detrás del proyecto está precisamente Jon Robin Baitz, creador de series de hechuras clásicas como Cinco hermanos o Doctor Odissey, otra producida por Ryan Murphy (lleva siete series estrenadas este 2025) y no mejor que esta.

Hay muchas series malas en televisión. Incluso las había en la edad dorada. No es buena la española Berlín, y mucho menos El refugio atómico. The Witcher aburre al más pintado, y no tiene nada rescatable. Los superhéroes han perpetrado horrores como Arrow, Iron Fist y Los inhumanos. You rozaba la vergüenza ajena en sus últimas temporadas, y lo mismo The Idol. Por no hablar de esa comedia inadvertida llamada And Just Like That, otro canto a la dura vida entre opulencia con nulo entendimiento del mundo en el que vive. Y eso solo si hablamos de las que no son cancelados sin que nadie se entere.
¿Por qué entonces este ataque furibundo? Quizás sea más fácil (y hasta digno) meterse con una serie que tiene a Kim Kardashian como protagonista, tras dejarse ver por una lamentable temporada de American Horror Story. La realidad es que no está bien en la serie, y los espectadores podían haber vivido sin su salto a la actuación, pero en realidad tampoco sus compañeras lo están: ni la exageración de villana Disney contestataria de Sarah Paulson antes de convertirse en otra asesina en serie en Monstruo; ni la eterna exageración de Niecy Nash ni la dejadez vital de Glenn Close. La única que se lo pasa realmente bien es Naomi Watts. Cada actriz vive en series distintas, en registros opuestos.

O quizás sea que vivamos en un mundo de redes sociales y titulares exagerados donde cada estreno solo puede ser el mejor de la historia o el peor, afirmación que nunca será real. Y esta serie, mala, logra al menos, al contrario que otras supuestamente buenas, lo que quiere ser. Estar más cerca del mal gusto y el camp que de Perry Mason. Quizás podría tener más gracia, pero aquí nadie quería hacer Los Soprano.
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