‘And Just Like That’ se acabó, que viva ‘Sexo en Nueva York’
Las últimas palabras de Carrie Bradshaw frente a su ordenador en el último capítulo de la serie de HBO Max son el clavo definitivo en el ataúd del espíritu original de este universo


Durante los títulos de crédito del último capítulo de And Just Like That, el adiós ¿definitivo? a Carrie, Miranda y Charlotte, comienza a sonar la sintonía de Sexo en Nueva York, esa pieza musical de 37 segundos compuesta por Douglas Cuomo que hemos escuchado como mínimo 94 veces los que hemos visto la serie original completa. Esa pieza que, para los que disfrutamos de las seis temporadas de la obra de Darren Starr, servía de buen presagio, en el cierre de And just like that (HBO Max) solo sirve para recordarnos que, en lo que se refiere a Carrie y compañía, cualquier tiempo pasado fue apabullantemente mejor.
Si alguien pensaba que el último capítulo de And Just Like That iba a subir la calidad con respecto al resto de la serie y a darle un cierre digno a los personajes que conocemos desde hace más de 25 años se equivocaba de la misma manera que lo hicieron los fans de Perdidos que esperaban que el último capítulo de la serie les resolviera todas las incógnitas abiertas. Angelitos.

Para cerrar, And Just Like That decidió hacer algo que Sexo en Nueva York siempre evitó: un episodio centrado en una fiesta del calendario, en este caso Acción de gracias. En el penúltimo capítulo de la serie, Brady le recriminaba cabreado a Miranda haber decidido hacer de su cena de Acción de gracias algo parecido a un telefilme de Hallmark y eso es precisamente en lo que acaba convertido este cierre cursi y facilón.
Ese carrusel final en el que pasamos por todos los personajes en sus casas mientras suena “You’re the first/my last/my everything” —Ally McBeal seguro se ha revuelto en su panteón catódico y David E. Kelley en su mansión en California— es coherente con la serie: demuestra la misma desidia que nos lleva ofreciendo tres temporadas. Por si eso no era bastante, que las últimas palabras de Carrie frente a su ordenador sean “La mujer se dio cuenta de que no estaba sola. Se tenía a sí misma” es el último clavo en el ataúd del espíritu original de este universo.

Porque Carrie no solo se ha tenido a sí misma, ha tenido a sus amigas. Desde 1998. De eso iba todo: los novios iban y venían, las amigas siempre estaban. Que la serie obvie este detalle imprescindible convierte su historia, bajo las tartas, los tacones y los pisos fabulosos, en espeluznante. La segunda Carrie, de terror. Para olvidar esta debacle solo nos queda, animados por el recuerdo de la sintonía, volver a Sexo en Nueva York.
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