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columna
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¿Y si el cine fue una moda?

Me temo que veré el fin del cine en salas mucho antes de que me llegue la edad de jubilación

Sala cine Renoir Princesa Madrid
Jimina Sabadú

Si los hermanos Lumière tuvieron más éxito con el cinematógrafo que Edison con el kinetoscopio fue por la alta rentabilidad que el invento de aquellos tenía frente al modo de exhibición de Edison (donde las filmaciones venían, por cierto, del poco reconocido Edwin S. Porter). A más espectadores, mayor recaudación. La pantalla era una, grande, magnífica, y el público se abstraía en la oscuridad (diría que en silencio, pero eso no es del todo cierto).

En los años ochenta había 11.000 videoclubs; en 2025 quedan tres. En 1980 había dos cadenas de televisión; en 2005 surgieron 20 canales de la TDT. En 2005 YouTube era una novedad; ahora los que allí hablan de cine tienen más poder que cualquier crítico.

En esta evolución las salas han ido perdiendo espectadores de forma constante, con escasos y momentáneos repuntes. Se consume muchísima imagen en movimiento, pero apenas se consume cine. Sentarse en una sala, como decía Garci en su libro sobre Lo que el viento se llevó, es un acto de fe. Es cierto que ahora es también un acto de valentía, pues no sabemos a qué olor, ruido, o comportamiento nos enfrentaremos durante la sesión. Con luz de móvil o sin ella, una película en la oscuridad no tiene nada que ver con una película en la televisión o en la tablet. Son experiencias totalmente diferentes.

Lo que se consume, aunque tenga una narrativa cinematográfica, tiende a lo televisivo: plano general, plano corto, contraplano, cambio de eje, y mismo proceso para volver al general antes de cambiar de escena. Narrativa del pimpampum. Las pausas y los silencios desaparecen, y la información se repite para que el espectador no pierda comba mientras revisa varias pantallas a la vez. El espectador es activo a la hora de manipular las pantallas, pero es pasivo en su consumo, que no tiene intención ni horario. Mira la pantalla porque ya no percibe más prioridades.

Me temo que veré el fin del cine en salas mucho antes de que me llegue la edad de jubilación. Llegará un momento en el visionado en salas sea patrimonio exclusivo de filmotecas y actos solemnes que preceden al picoteo en festivales. Temo que el cine será visto dentro de 200 años como una moda efímera como el Grand Guignol, el circo, el cabaret, los discos o los tebeos. Me siento afortunada de haber podido conocerlo tal y como fue concebido, y me sentiría mucho más afortunada si estuviera completamente equivocada.

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Sobre la firma

Jimina Sabadú
Columnista en la sección de Televisión. Ha colaborado en 'El Mundo', 'Letras Libres', 'El Confidencial', en programas radiofónicos y ha sido guionista de ficción y entretenimiento. Licenciada en Comunicación Audiovisual, ha ganado los premios Lengua de Trapo y Ateneo de Novela Joven de Sevilla. Su último libro es 'La conquista de Tinder'.
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