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El político más esperpéntico de la historia canadiense ahora tiene su propio documental de Netflix

La plataforma presenta un programa sobre Rob Ford, el finado alcalde de Toronto que acumuló gran apoyo popular y una larga lista de escándalos (incluso con pipas de crack)

Rob Ford, en una imagen del documental 'Fiasco total: el alcalde del caos'.
Jaime Porras Ferreyra

Canadá no es un país particularmente fértil en materia de escándalos políticos, aunque algunos han llegado a generar titulares en la prensa internacional. Justin Trudeau tuvo unos cuantos en sus años en el poder. Por ejemplo, la publicación de añejas fotografías donde aparecía con el rostro cubierto de maquillaje oscuro (un blackface en su juventud que lo puso en aprietos en plena campaña electoral de 2019) y los señalamientos de decisiones poco éticas por sus estrechos vínculos con miembros de las altas esferas económicas. Otro caso fue el de Bev Oda, ministra de Desarrollo Internacional. Oda se vio obligada a rembolsar en 2012 diversos gastos considerados como desproporcionados: uno de ellos fue el alquiler de una limusina durante todo un día para trasladarse dos kilómetros a un evento. Sin embargo, Rob Ford, alcalde de Toronto entre 2010 y 2014, es considerado el político que más alto ha puesto el listón en cuanto a comportamientos deplorables en este país norteamericano.

Su lista de escándalos es conocida: alcohol al por mayor, frases racistas y sexistas, acusaciones de violencia física y, seguramente lo que más catapultó su mala fama, dos vídeos donde aparecía fumando crack. Fallecido por un cáncer abdominal en 2016, a los 46 años, Ford contó, pese a todo, con un fuerte apoyo entre numerosos sectores de la ciudad más importante de Canadá. También dio muestras de que el populismo de derechas, como lo han subrayado varios autores, no nació en su forma más estridente con la llegada de Donald Trump a la política. Netflix estrenó el pasado 17 de junio Fiasco total: el alcalde del caos, un trabajo documental que busca respuestas en un mar demasiado bravo.

La obra está dirigida por la británica Shianne Brown, que previamente había realizado dos documentales sobre los impactos políticos y culturales del hip hop y la música disco. En declaraciones a la agencia The Canadian Press, Brown contó que había quedado boquiabierta —al igual que medio planeta— por las noticias que no dejaban de circular sobre el alcalde de Toronto en aquellos años. Sin embargo, deseaba ir más allá de alborotos y aquelarres. “Quería hablar de Rob Ford como ser humano, no de los titulares que generaba”, apuntó.

Una imagen de archivo del documental 'Fiasco total: el alcalde del caos'.

Fiasco total: el alcalde del caos se vale de un extenso archivo audiovisual. También recurre a entrevistas con varios de los protagonistas de esta historia, principalmente periodistas que cubrieron —y algunos de ellos hicieron públicos— los distintos escándalos, así como miembros del equipo más cercano del político e igualmente algún que otro concejal de oposición. La directora también buscó contar con el testimonio del hermano de Rob Ford, su brazo derecho en la alcaldía y que actualmente es una figura canadiense del más alto nivel. Doug Ford, primer ministro de la provincia de Ontario, declinó la invitación. El día de su estreno, calificó la obra como “asquerosa”, agregando lo siguiente: “Dejen a Rob tranquilo y también a su familia. Mi hermano debe descansar en paz”.

La primera parte del documental explica con detalle cómo Rob Ford comenzó a incursionar en la vida política hasta llegar a ocupar el cargo más importante en su ciudad. Varias de las opiniones coinciden en señalar las ambiciones de Ford como un esfuerzo para impresionar a su padre; un hombre hecho a sí mismo que hizo fortuna gracias a varias imprentas y que tuvo un breve paso como diputado en la asamblea provincial. Rob Ford, sin grandes talentos para los negocios y con discretos méritos académicos, fue unos años concejal en Toronto. Eso sí, mostró astucia al momento de lanzar una candidatura que en un principio pocos creían posible de ser victoriosa. Criticó con vehemencia a las élites de la ciudad, denunció hasta el cansancio los fallos del alcalde en funciones (por ejemplo, el sistema de recolección de basura), dijo encarnar el verdadero “sentir popular”, prometió combatir el despilfarro de recursos y reducir los impuestos; también confió en el poder de varios medios de comunicación afines a sus planteamientos.

La obra muestra una faceta que igualmente le hizo sumar múltiples apoyos, sobre todo en aquellos barrios de la periferia que bautizó como “Nación Ford”: tocar centenares de puertas al día, dar su número de teléfono personal para atender cualquier petición, presumir su pasión como entrenador de un equipo juvenil de fútbol americano. Varios de los entrevistados en Fiasco total: el alcalde del caos coinciden en señalar el amor que le profesaba a su ciudad y la facilidad que tenía para cosechar amistades.

El alcalde de Toronto, Rob Ford.

Los comportamientos violentos de Ford y sus dependencias ya habían sido señalados antes de que llegara a la alcaldía. Sin embargo, la segunda parte de la obra describe minuciosamente cuando todo alcanzó su punto máximo. Imágenes y audios mostraban al alcalde con demasiado alcohol en la sangre y pronunciando un lenguaje particularmente soez, aunque la bomba atómica llegó con los vídeos en los que figuraban pipas de crack. Uno de los puntos más valiosos del documental radica en cómo los reporteros consultados explican la forma en que decidieron abordar esta información. Ford se dedicó a negar lo evidente con insistencia, acusando a “esos periodistas de izquierda” de ser “mentirosos patológicos” (en esos años, el término fake news gozaba de poco alcance). Por increíble que parezca, una nutrida legión de seguidores continuó dando muestras de apoyo al alcalde.

La tercera parte del documental, que prosigue con ese rosario de elementos inquietantes, desemboca en los últimos pasos de un político odiado y amado por igual. Rob Ford terminó por reconocer que, efectivamente, había consumido crack, pero apuntando que no era para tanto. Su actitud agresiva siguió dejando perlas. Un concejal recuerda que Ford le dedicó las siguientes palabras: “O colaboras conmigo o me encargaré de destruirte”. Pese a manifestaciones ciudadanas en su contra y a iniciativas de la oposición para su destitución, se mantuvo en el puesto, aunque con poderes reducidos.

En un nuevo giro, anunció que buscaría la reelección. Sin embargo, pidió licencia dos meses para ingresar en un centro de rehabilitación. Unas semanas después, abandonó la candidatura por el diagnóstico de un cáncer sumamente agresivo y falleció en marzo de 2016 en un hospital de Toronto.

Fiasco total: el alcalde del caos ha generado una cascada de opiniones en las redes sociales. Algunos usuarios respaldan las palabras de Doug Ford, respecto a que hay que dejar en paz al finado alcalde. Otros aplauden el esfuerzo por tratar de desenmarañar algunos de los años más convulsos de la historia política de Toronto. Asimismo, varios comentarios señalan que el documental es de gran actualidad, ya que ayuda a entender tanto los mecanismos del populismo como la cobertura mediática en este tipo de escándalos.

Shianne Brown ha subrayado que lo más importante para ella era mostrar a un hombre en serias dificultades por sus dependencias y sus conductas, todo esto en pleno centro del poder político y bajo la mirada incesante de los medios. Justicia obliga: la directora cumple con su objetivo a medias. Hay varias dudas resueltas, pero es muy complicado escarbar en el alma humana en un trabajo tan corto (49 minutos de duración) y sin haber contado con la colaboración de la familia de Rob Ford, de las amistades del antiguo alcalde fuera de la esfera política o de un conjunto de expertos en esa amplia paleta de comportamientos autodestructivos.

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Sobre la firma

Jaime Porras Ferreyra
Es periodista y colaborador de EL PAÍS en Montreal (Canadá).
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