“Que no se vuelva a hacer”. Perejil, la guerra que pudo ser
Movistar estrena en el 23º aniversario del incidente del islote del Estrecho una serie documental en la que Aznar y otros protagonistas históricos desvelan las claves de uno de los mayores conflictos del último medio siglo entre España y Marruecos


“Que no se vuelvan a hacer estas cosas”. Este es el mensaje que José María Aznar quiso enviar a Rabat en julio de 2002 tras el incidente del islote Perejil, el mayor conflicto registrado entre Marruecos y España desde la Marcha Verde sobre el Sáhara hace medio siglo. Coincidiendo con el aniversario, el expresidente del Gobierno revela ahora en la serie documental Perejil, que Movistar Plus+ comienza a emitir este jueves, algunas de las claves de una grave crisis bilateral que estuvo a punto de degenerar en un choque armado.
Le acompaña el testimonio de su entonces ministro de Defensa, Federico Trillo, quien con su arenga – “Al alba y con tiempo duro de levante…”– dejó pasmados a los diputados que escuchaban en el Congreso el informe oficial sobre la Operación Romeo Sierra: el desalojo de seis infantes de marina marroquíes que habían ocupado durante seis días un peñasco considerado tierra de nadie –llamado Perejil, Laila o Tura, según quién se refiera a él– a escasos 200 metros de la costa del país magrebí próxima a Ceuta. Uno de los mandos militares entrevistados en la serie llega a calificar el despliegue como la mayor operación aeronaval española en una situación real desde el desembarco de Alhucemas, hace ahora un siglo.
Dos décadas después, tanto Aznar como Trillo se reivindican en Perejil como estadistas por su decidido papel en la salida de la crisis y sacan pecho en la serie de tres episodios dirigida por Tian Riba y coproducida con El Terrat (The Mediapro Studios). Tras la decena de días de extrema tensión que experimentaron en julio de 2002, ambos políticos tuvieron que asumir en su hoja de servicios el haber sido los dirigentes bajo cuyo mandato se registró el atentado terrorista más sangriento, el 11 de marzo de 2004, y la mayor catástrofe militar en tiempo de paz, el accidente del Yak-42 del 26 de mayo de 2003. Dos tragedias vinculadas al alineamiento bélico de España con Estados Unidos en Irak y Afganistán, impulsado por el Gobierno del Partido Popular a consecuencia del apoyo recibido de Washington para salir de la crisis del islote norteafricano, como se apunta en la conclusión del documental.
Las escenas de Perejil discurren con el brío de un filme de intriga geopolítica, en el que imágenes reales se entremezclan con escenificaciones eficaces –como las de las tropas marroquíes–, hiperbólicas –las del despliegue militar español– o sorprendentes –bizarros legionarios asando las cabras del islote–. Pero son los testimonios documentales –las respuestas de las entrevistas encadenadas, sin apenas preguntas y con escuetos subtítulos–, los que hilvanan la serie a través de más de 40 protagonistas de la crisis y de periodistas y expertos que la vivieron de cerca.
“Ni Aznar es Don Pelayo ni el Perejil de las Cabras Covadonga. El episodio hará sonreír en un plazo mucho más breve de lo que se piensa. Y entonces aparecerá no como digno del Cid, ni siquiera de un lunático Don Quijote, sino de Tartarín de Tarascón o del esperpento de Valle-Inclán”, escribía en EL PAÍS plena crisis bilateral Juan Goytisolo, uno de los escritores españoles que mejor conocieron Marruecos. Los responsables de la serie coinciden con el autor de Reivindicación del conde Don Julián en que en el imaginario popular la crisis de Perejil ha quedado como “una anécdota cómica, una sobreactuación militar española ante la ocupación de un peñasco deshabitado”. Pero sostienen que bajo la punta del iceberg del islote de Perejil se ocultaba una crisis internacional cuya magnitud intenta hacer aflorar ahora el documental.
Los testimonios de dirigentes españoles superan de largo en el minutaje de la serie las voces de líderes políticos marroquíes. El primer ministro en esa época, Abderramán Yusufi, murió en 2020, y el titular de cartera de Asuntos Exteriores, Mohamed Benaisa, falleció el pasado mes de febrero. Este último solo aparece en una grabación en la que afirma que el Gobierno español no dio tiempo a que se retiraran las tropas marroquíes del islote. Los diplomáticos, historiadores y periodistas marroquíes consultados también concuerdan en responsabilizar a España de haber precipitado la Operación Romeo Sierra sin dar tiempo a que fraguaran las negociaciones.
Desde la parte española, el consenso es casi unánime: devolver Perejil al statu quo sin símbolos de soberanía, como las banderas izadas sucesivamente sobre los matorrales por gendarmes marroquíes y comandos de operaciones especiales españoles. La voz más expresiva en ese sentido procede del diplomático Jorge Dezcallar, quien había sido embajador en Rabat hasta 2001. “Yo te garantizo que si os vais nosotros no volvemos”, vino a ser el mensaje enviado por Dezcallar, entonces director del CNI, a sus homólogos de los servicios de inteligencia en Rabat, con quienes no perdió nunca el contacto durante la crisis bilateral.

Para el director de la serie, en caso de haber llegado a una guerra abierta por el incidente de Perejil, “hubiera significado aplicar el artículo 5º del Tratado de la OTAN [un ataque armado contra un país será considerado como un ataque dirigido contra todos los Estados miembros]”. “Esta historia nos lleva hasta hoy, con dos vecinos que siguen sin cerrar contenciosos como Ceuta y Melilla”, puntualiza Tian Riba sobre una producción que aspira a convertirse en “instantánea histórica”.
Fallecido en 2021 Colin Powell, mediador en la solución al conflicto entre dos aliados clave de EE UU a ambos lados del Estrecho, es su subsecretario en el Departamento de Estado, Richard Armitage, quien desvela en la serie la intermediación ejercida por Washington para abortar un conflicto por “una estúpida roca” en plena guerra en Afganistán contra el yihadismo tras el 11-S. “Hubiera sido la primera guerra de un país de la OTAN desde la Segunda Guerra Mundial”, apostilla el diplomático estadounidense.
“Si la operación sale mal dimito”, revela finalmente que le dijo Aznar a su esposa, Ana Botella, cuando reflexionaba sobre el momento oportuno para dar la orden de lanzar la Operación Romeo Sierra. Durante sus intervenciones en la serie desvela que el primer ministro marroquí no había sido informado de la toma del islote, ordenada directamente por el rey Mohamed VI; que el entonces presidente francés, Jacques Chirac, dio alas a la intervención marroquí y vetó un consenso a favor de España en la Unión Europea, y que su buena relación con el presidente George W. Bush, que le había visitado el año anterior en Madrid, decantó la mediación de EE UU en favor de las tesis españolas. “Di la orden para enviar un mensaje claro”, remacha al término de la serie el exjefe de Gobierno conservador, “de que cuando se hacen estas cosas [violar el statu quo] España interviene”.
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