La televisión, esa puerta giratoria
Los animales políticos y los animales televisivos duermen en las mismas jaulas, se alimentan de la misma vanidad y ofrecen la misma carnaza. Es lo suyo, dado que todos forman parte del mismo circo


Cuando el Señor cierra una puerta, en otro sitio abre una ventana. Se lo decía a sí misma fraulein María en Sonrisas y lágrimas, después de que la madre superiora del convento en el que ella ejercía de novicia rebelde la invitara a marcharse para convertirse en institutriz de los hijos del capitán Von Trapp.
Cuando Noelia Núñez cerró tras de sí la puerta de la política, la ventana de la televisión ya la tenía abierta desde hace tiempo. Llevaba años ejerciendo de novicia rebelde del PP en laSexta Xplica. Por eso a nadie se le pudo caer el monóculo con el anuncio de su fichaje como tertuliana de En boca de todos, el programa de Cuatro presentado por Nacho Abad, un día después de que dimitiera tras descubrirse que había adornado su currículum con títulos universitarios de los que carecía. Por eso y porque ya sabemos que lo que en casi cualquier otro sector son deméritos, en cierto tipo de tele son reclamos. ¡No tiene formación, no tiene ética, no se la pierdan! De hecho, en la web del programa ya la presentan así: “la diputada del PP que ha dimitido después de haber mentido en su currículum”. Ahora eso sí es currículo: graduada en la universidad de la tele.
Los políticos defenestrados devenidos en tertulianos funcionan muy bien como reclamo para los espectadores de signo político contrario: “Ese qué va a decir, si pagó en B a la asistenta”, “esa qué va a saber si robó unas cremas”. Si en algún momento el espectador disfrutó sabiéndose más listo que los concursantes de Supervivientes o de Gran Hermano en los test de cultura general, desde hace un tiempo también puede disfrutar de saberse más honrado. Y con ello, pagarles la vida a los que desprecia.
Núñez, por supuesto, no es la primera, ni será la última en utilizar la puerta giratoria del plató tras caer en desgracia. Hay variedad de colores políticos. Unos tienen las aptitudes, la formación y los contactos requeridos para conseguir asiento en un consejo de administración y otros para el asiento en una mesa de actualidad política. Y si hacen bien los deberes, saltan al reality o al talent show de cocina. Los animales políticos y los animales televisivos duermen en las mismas jaulas, se alimentan de la misma vanidad y ofrecen la misma carnaza. Es lo suyo, dado que todos forman parte del mismo circo.
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