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De príncipe de las tinieblas a entrañable rey del ‘reality’: Ozzy Osbourne fue el antecesor de las Kardashian

El músico mató al videoclip de MTV convertido en la estrella del primer programa de telerrealidad que seguía a una familia famosa

Ozzy Osbourne y su familia, primeras estrellas de un 'reality' de famosos.Foto: MTV
Héctor Llanos Martínez

Quizá salió así por ser el primero de la historia. O quizá fue por la acertada elección de unos protagonistas sin filtro. The Osbournes fue el primer reality que mostraba la vida familiar de un famoso. Y el que cambió las reglas del juego para la televisión del siglo XXI, batiendo récords de audiencia. Durante las cuatro temporadas que estuvo en antena, Ozzy Osbourne, fallecido este martes a los 76 años, fue algo más que una leyenda del rock duro y la cara visible de Black Sabbath.

Entre 2002 y 2005, el británico fue gracias a The Osbournes una estrella de la televisión. Y se convirtió en el patriarca de la familia real de la telerrealidad, la que abrió camino a Paris Hilton y Nicole Richie, a las Kardashian e incluso a las Campos.

En los primeros años del siglo XXI, MTV había decidido abandonar los vídeos musicales por una programación basada en los realities. Había encontrado el éxito experimentando con anónimos, hasta que un día se les ocurrió seguir el día a día de un personaje famoso. El protagonista en cuestión debía ser alguien que encajara con la identidad MTV y que fuera lo suficientemente bizarro para que su vida ordinaria resultara interesante a la audiencia.

Le propusieron la idea a un icono del rock, Ozzy Osbourne, y a parte de su familia. Su esposa Sharon y dos de sus hijos, los entonces adolescentes Kelly y Jack, aceptaron formar parte de un formato inédito hasta el momento. Para la primera temporada, les pagaron en total 80.000 dólares por capítulo, 20.000 por cabeza.

En los 10 primeros episodios del reality, además de ver el backstage de algunos de sus conciertos, la audiencia se adentró en su casa familiar de Beverly Hills. Y pudo ver a Ozzy peleándose con un mando de la tele demasiado moderno para él o quejándose, ironías de la vida, de que sus vecinos ponían la música demasiado alta. También aparecía gritando el nombre de su esposa cada vez que necesitaba resolver hasta el más mínimo problema.

No todo era una oda al absurdo. La vida superaba a la realidad y arrojaba tramas con las que soñaría cualquier escritor televisivo. La exhibicionista familia sufría ante las cámaras cuando a la matriarca le diagnosticaron cáncer. Ozzy comenzó a tomar pastillas para enfrentar la ansiedad que le provocaba la idea de vivir sin su esposa y terminó sufriendo un aparatoso accidente que casi le cuesta la vida. “Tan entretenidos como siempre, los Osbourne siguen siendo una versión alocada e inofensivamente escandalosa de todas las familias, tan llena de calidez como de rareza”, decía The New York Times en 2002 a propósito de esta dramática trama.

El llamado príncipe de las tinieblas pasó a ser un emotivo oso de peluche, a pesar de las miles de palabrotas que la MTV tuvo que editar para poder emitir el programa.

De un día para otro, la familia Osbourne era la obsesión de Estados Unidos. Su programa era el más visto de la televisión por cable, con ocho millones de estadounidenses siguiendo sus desventuras cotidianas. Ese éxito les llevó hasta a ser invitados en la cena anual de corresponsales de la Casa Blanca.

El alcance de la familia se multiplicó cuando el espacio se estrenó en el resto del mundo. Sharon Osbourne, que desde entonces no ha dejado de salir en televisión, como jurado de concursos de talento o rostro de talk shows femeninos, se erigió en la manager del clan. Con mano de hierro, logró que la MTV accediera a pagarles entre 5 y 7 millones de dólares por temporada para evitar que la familia se mudara a otra cadena. Forbes calcula que, entre el sueldo de la cadena y los contratos publicitarios derivados, la familia se embolsó 40 millones de dólares en cuatro temporadas.

En sucesivas secuelas y spin-offs del reality pionero en la televisión mundial, la audiencia pudo ver a la familia mudándose de nuevo a Reino Unido tras pasar 20 años en Los Ángeles. Y cómo la salud de Ozzy se resentía, luchando desde 2020 con el Párkinson que padecía.

A pesar de no ser una familia convencional, Ozzy sorprendió a la audiencia revelándose como un padre cariñoso, protector y atento con Jack y Kelly. Mostrar el lado más tierno del músico no perjudicó su carrera como estrella del rock. Fue justo todo lo contrario. Le dio su primer número uno en el competitivo mercado británico cuando lanzó un dúo junto a su hija Kelly. Se trataba de la versión de uno de los clásicos que Black Sabbath popularizó 30 años antes, la balada Changes.

Cada vez que Crazy Train, otro viejo éxito del músico, sonaba en la cabecera del programa, Ozzy lograba que su música se acercara a una nueva generación de melómanos. Sin los espectadores de su reality, probablemente no podría haber disfrutado de las giras multitudinarias que ofreció en los últimos 20 años. Su último concierto, un par de semanas antes de su muerte en su Brighmingham natal, concentró a principios de este mes de julio a 45.000 personas en vivo. Casi seis millones de espectadores se conectaron a la emisión en directo vía streaming.

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Sobre la firma

Héctor Llanos Martínez
Redactor especializado en nuevas narrativas audiovisuales (streaming, pódcast, redes sociales) y en el género documental, con varios años como autor del blog 'Doc&Roll'. Formado en Agencia Efe y elmundo.es, antes de llegar a Verne y la sección de Madrid de El País, escribió desde Berlín para BBC, Deutsche Welle, Cineuropa, Esquire o Yorokobu.
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