Ir al contenido
_
_
_
_
El juego del calamar
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La humanidad vence a la brutalidad en el trágico final de ‘El juego del calamar’

El destino de todos los personajes y de la macabra competición queda sellado en una temporada final con un sorprendente epílogo. Ojo, espóileres

Lee Jung-jae, en uno de los últimos episodios de 'El juego del calamar'. Foto: Noh Ju-han / Netflix
Natalia Marcos

No es fácil terminar una serie cuando millones de personas, cada una con sus propias expectativas y preferencias, están pendientes de ese final. Es imposible que llueva a gusto de todos. El juego del calamar quizá lo tenía algo más fácil: no ha abierto mil preguntas como hizo Perdidos, ni tenía una ambiciosa historia épica con años de recorrido detrás como Juego de tronos. Al fin y al cabo, su planteamiento era la mar de simple: un puñado de gente desesperada participaba en una competición a vida o muerte por un premio elevadísimo. Esa sencillez era lo que la hizo sorprendente: el giro macabro de los juegos de la infancia, la sensación de que cualquiera (salvo el jugador 456: no nos vamos a quedar sin protagonista a mitad de serie) puede morir, una estética reconocible en un nanosegundo y el puro entretenimiento que la guiaba convirtieron a la serie en un hito.

Fue inevitable estirar el fenómeno. Y si los capítulos que se estrenaron en diciembre dieron al espectador lo que esperaba en forma de más juegos, nuevos personajes a los que engancharse y a los que odiar y, en definitiva, más diversión, los episodios que se acaban de lanzar y que completan el recorrido de la serie elevan la sensación de tragedia inevitable. Tanto su creador como los espectadores sabemos que este es el final, y por eso cualquier cosa era posible, desde que muriera todo el mundo hasta que explotara la isla donde se desarrollan los juegos.

Los seis últimos episodios de la serie de Netflix tienen un tono más trágico, más pesaroso. Aquel humor absurdo tan característico ha desaparecido. La rebelión ha fracasado, las muertes pesan como un lastre. Ya todo da igual. Solo el nacimiento de un bebé aporta algo de luz (y más temores por lo que pudiera ocurrir: ¿realmente se atreverían a matar a un inocente tan inocente?). A lo largo de la temporada hay momentos para diferentes tipos de despedidas de los personajes que han sido centrales en estos últimos episodios. También para revelaciones: 456 frente al anfitrión, las motivaciones de la mujer infiltrada entre los guardias, otro reencuentro de los dos hermanos… Nada de ello sorprende en realidad, todo era esperable, pero no por ello menos satisfactorio, aunque sí a veces algo apresurado.

Lee Byung-hun, en la tercera temporada de 'El juego del calamar'.

Algunas de estas tramas paralelas han parecido forzadas. El interés principal estaba en el devenir de los jugadores y, en cuanto la historia salía de ahí, perdía gancho. La subtrama de la infiltrada entre los guardias ha permitido conocer mejor el día a día al otro lado del juego, ampliar el universo de la serie y adentrarse un poco más en la organización de tráfico de órganos que se escondía detrás. Pero todo lo relacionado con esta parte era demasiado colateral al no tener relación directa con los personajes principales, solo hay un leve cruce final. Si se eliminara del todo, no afectaría apenas a la serie, solo ha añadido minutos al total. Algo parecido ocurría con muchas de las idas y venidas del policía en el barco en busca de la isla y la investigación que lleva a cabo su compañero en tierra. Aunque eso sí estaba más enraizado y venía de atrás, esa línea argumental da vueltas sobre sí misma y solo avanza, muy convenientemente, en el tramo final, justo cuando el juego está a punto de terminar. Ya es casualidad.

Más interesante ha sido la evolución del protagonista. El jugador 456 comenzó la serie apuntándose al juego llevado por la desesperación económica. Todos los participantes eran gente sin nada que perder. Pero él estaba lleno de optimismo y energía, una luz que se va apagando poco a poco según avanza la historia y los cadáveres empiezan a pesar en la conciencia. La segunda temporada la arranca con un ánimo muy diferente. Ahora ya no es la desesperación la que le empuja, sino la venganza. Cuando fracasa la rebelión, da un paso más en su hundimiento emocional. Solo el nacimiento del bebé de otra de las participantes y la confianza que la madre deposita en él para protegerle será el motor que le empujará a ir adelante en los últimos juegos.

Park Gyu-young, en la tercera temporada de 'El juego del calamar'.

Y así llegamos a un capítulo final en el que el clímax lo marca la decisión del protagonista. El devenir del juego (de nuevo, ya es casualidad, pero habrá que pasar por alto estas coincidencias o si no, no habría serie…) hace que sea él quien decida si se impone la brutalidad y el salvajismo que fomenta la cruel competición o si gana el lado humano, la bondad y la esperanza. La decisión, en una serie que tiene como telón de fondo una crítica nada disimulada al sistema capitalista, estaba clara. El héroe de la historia es héroe (casi superhéroe) hasta el final.

Hwang Dong-hyuk, creador y director de la serie, ha decidido ir sobre seguro y no arriesgar. También ha optado por un final cerrado que parece decir a gritos “por favor, no me hagan escribir otra temporada más de esto, que ya está terminado”. Eso sí, atención al epílogo y al sorprendente cameo final, cual escena postcréditos de Marvel, que alimentará los rumores, no confirmados oficialmente, sobre una posible versión o continuación de la serie en Estados Unidos.

Sea como sea, el viaje ha merecido la pena. El juego del calamar ha logrado no estirarse más de lo debido y encontrar una razón de ser para una ampliación que ha completado el viaje emocional del protagonista. Además de darnos más horas de diversión y tensión. Porque al final, el objetivo era entretener, y eso está más que logrado. Game over.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Natalia Marcos
Redactora de la sección de Televisión. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS, donde trabajó en Participación y Redes Sociales. Desde su fundación, escribe en el blog de series Quinta Temporada. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y en Filología Hispánica por la UNED.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_