El final infeliz de ‘La familia de la tele’
La gran apuesta de TVE para esta temporada termina antes de tiempo y entre la negación, la desconexión y las lágrimas

Cuando se anunció el final de Sálvame, se montó una fiesta. Qué digo, un fiestón. Fue una juerga que duró días, una rave de las que hacen época, en la que a los colaboradores les dio tiempo a actualizar sus currículos, a mofarse de sí mismos y a vislumbrar posibles escenarios laborables futuros. Hasta se colgó el cartel de Se traspasa. Lloramos de pena y de risa ese 23 de junio de 2023.
Detrás de esa jarana que duró 14 años y que acabó con todos vestidos de blanco y haciendo una hoguera donde lanzaron todo lo malo, estaban casi todos los mismos que han dado vida a La familia de la tele. De un programa que duró 14 años, de un refrescantísimo y descarado Ni que fuéramos shhh en Ten a 32 programas de esta ya difunta familia de la tele.

Fue la gran apuesta de TVE para esta temporada, que empezó con una cabalgata faraónica y una polémica demagoga y dañina sobre el uso del dinero público que no ayudó y que acabó este miércoles 18 de junio de 2025, con tres de sus colaboradores encerrados en un sarcófago egipcio. Porque ya se sabe que los egipcios morían muy bien, rodeados de joyas y otro tipo de posesiones y derechitos de ahí a la inmortalidad.
Una supuso que la civilización a la que perteneció Hatshepsut sería el hilo conductor de este último programa. Y no. Empezaron hablando de Egipto, pero la cosa duró poco. De hecho, mientras Inés Hernand hablaba de las diferencias entre Ramsés y Tutankamon, la cámara enfocó a Belén Esteban y Lydia Lozano y lo que vimos fue que la primera se miraba las uñas de las manos y la otra comprobaba algo de su teléfono móvil. Será el azar, pura coincidencia, pero también revela uno de los síntomas de este formato desde el debut hasta el desenlace: la desconexión.
Por cierto, qué relajados los dos nuevos vecinos, Hernand y Aitor Albizua, en esta despedida.
A partir de ahí hubo tiempo para: homenajear a Isabel Pantoja hija, que justo hoy sale de cuentas y nos ha enseñado la habitación del que será su segundo hijo, reconocer el trabajo de reporteros, con Marta Riesco en un rincón ya de nuestros corazones, de Javi de Hoyos, que lloró sentido y de verdad. También tuvimos un ratito muy agradable de picoteo con una colección de momentos divertidos que olían a nostalgia, de cuando no nos dolía nada, cuando éramos más jóvenes.
En fase de negación
En estos últimos sesenta minutos de vida también se aprovechó para lanzar pullas, legítimas en esta fase del duelo, a medio camino entre la negación y el shock. “¿Y ahora de quién van a hablar?”, se preguntó Alba Carrillo. “No pensábamos que íbamos a durar menos que el parto de Isa”, dijo segundos después. “No hay nada que esta familia no pueda conseguir”, dijo muy seria, mirando a cámara María Patiño, con todas las procesiones posibles por dentro de su cuerpo. “Audiencia”, le respondió Víctor Sandoval. Se habló de maldiciones, de supuestos malos rollos, de haberlo intentado.
Cuando ya estaban los rótulos de crédito y un SUV tiraba de esos tres sarcófagos, María Patiño salió de uno de ellos (en los otros dos iban Sandoval y Kiko Matamoros) con problemas para respirar y, enfadada y presa de cierta ansiedad, no quiso hablar con los compañeros y se fue corriendo. Mientras, tres mujeres, Belén Esteban, Alba Carrillo y Lydia Lozano, iban detrás haciendo de cortejo fúnebre. Asistieron a esa espantá alucinando como lo hicimos el resto. Belén se quitó la peluca y se oyó la frase: “Esto es surrealista”. Y no sé si inmortal.
Cantaba Paloma San Basilio en La fiesta terminó que “tú y yo ya no somos tú y yo”. Y creo que somos otros. Lo habéis intentado y lo hemos intentado también desde nuestras casas. Y no. Hoy solo hemos llorado de pena.
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