Elsa Pataky ha ido a divertirse a ‘El hormiguero’ (y esta vez nadie ha hablado de ropa interior)

“Tenemos que pensar algo” fue la única frase que David Broncano dedicó este miércoles a la noticia televisiva más predecible de la semana: Melody irá a divertirse a El hormiguero el próximo miércoles, una visita confirmada la noche anterior por Pablo Motos. Conociendo al equipo de La revuelta, probablemente no piensen nada; conociéndonos a los espectadores, tal vez a esas alturas ni recordemos ya por qué en 2025 le estamos prestando atención a Melody.

Nadie puede saber qué pasará el próximo miércoles, pero este, el programa estrella de Antena 3, recibió a Elsa Pataky, que con la visita de ayer se convertía en un nuevo miembro del Club Platino, algo que suena muy rimbombante pero significa poquito. Lo consigues por haber acudido 10 veces al programa, que viene a ser más o menos el número de días que no ha estado en él Miguel Ángel Revilla. Después de 19 temporadas, en El hormiguero hay ya unas 70 personas que cumplen ese requisito. No es el club más exclusivo del mundo, pero le han regalado una taza y le han dedicado un vídeo en el que hemos podido comprobar que desde la primera vez que pasó por el programa todos somos más viejos, menos ella. Tal vez se deba a algunos truquillos como los baños de hielo, que también reconoció practicar Motos, y que consisten en sumergirse durante tres minutos en agua a un grado. Como eso es algo que hace en invierno cualquiera que no pueda permitirse pagar el gas, tiendo a pensar que su envidiable forma física se debe más bien a la genética y a cantidades ingentes de dinero y tiempo libre.

La actriz madrileña visitó El hormiguero para presentar Matices, la nueva serie que SkyShowtime estrena el 5 de junio y que protagoniza junto a Maxi Iglesias, Juana Acosta y Eusebio Poncela, un thriller psicológico en el que un psiquiatra reúne a seis de sus pacientes en una bodega (me gustaría saber qué opina la Sociedad Española de Psiquiatría de esto) en la que se acaba cometiendo un crimen, quién lo podía imaginar. Un argumento que recuerda vagamente a El color de la noche, un clásico del despropósito que Bruce Willis protagonizó a mediados de los noventa.

Había cierta expectación ante la entrevista de Motos a Pataky, ya que una de las visitas previas de la actriz al programa inspiró una campaña del Ministerio de Igualdad que no sentó demasiado bien al presentador, pero ya no estamos en Kansas, Totó. Esta vez no hubo preguntas sobre ropa interior sexi o cómoda, quizás porque la actriz no iba en calidad de imagen de una marca de ropa interior, pero también porque, aunque el programa de Broncano y compañía no ha desbancado a El hormiguero en el prime time, sentir su aliento en la nuca ha servido para que sus responsables hilen más fino.

Esta vez no hubo titulares polémicos, solo declaraciones muy similares a las que nos regalaría un estudiante de Erasmus al que abordásemos a su llegada a Barajas: echa de menos el jamón, opina que en ningún sitio se socializa como en España y, aunque lucha contra ello, ha empezado a pensar en inglés. No son grandes declaraciones, pero debemos valorarlas; esa mujer podría haber estado en su casa de Australia abrazada a Thor y ha preferido pasar una noche de miércoles aguantando las impertinencias de un par de hormigas vestidas de poliéster.

Como ya es prácticamente imposible ver un programa de televisión en el que no se cocine —no me sorprendería si un día Marta Carazo guisa una pularda en pepitoria en plena sección de política internacional—, cerca de las 11 de la noche apareció en el plató el chef David de Jorge, uno de esos cocineros que rebosan jovialidad forzada y el mismo nivel de decibelios que un animador de la NBA, y aunque estábamos más bien para una menta poleo. Con cuatro cosas que cualquiera tiene en casa, como una manga pastelera y salsa ponzu, preparó en directo un Maki Pataky, ¡Maki Pataky! No sé cuánto ganan los guionistas de El hormiguero, pero se merecen cada céntimo. Una vez degustado, la actriz hizo un increíble esfuerzo interpretativo, de esos que no valoran los galardones, y fingió estar genuinamente impresionada por las cuatro chispas provocadas por un experimento cuya explicación sobrepasa con mucho mi capacidad de atención a esas horas. Sin embargo, la persona que hizo dos papeles en la saga Mad Max, formó parte del reparto de Fast & Furious y se enfrentó a unas serpientes que jamás deberían haber embarcado en un avión, lo contempló extasiada. Eso es ser una estrella.