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Xisca Sureda, delegada del Plan Nacional sobre Drogas: “Las chicas están consumiendo más que los chicos, y no sabemos por qué”

La epidemióloga acaba de tomar posesión del cargo con el objetivo de reducir el consumo de drogas legales e ilegales, especialmente entre los más jóvenes

Xisca Sureda delegada del Plan Nacional sobre Drogas
Pablo Linde

La epidemióloga Xisca Sureda (Palma de Mallorca, 40 años) lleva dos semanas poniéndose al día de todas sus funciones como nueva delegada del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas. El organismo, que recibe más de la mitad de su presupuesto de los decomisos a narcotraficantes, coordina el trabajo para reducir el consumo e implantar planes de rehabilitación y reducción de daños con las comunidades autónomas y los ayuntamientos, con ONG, con la policía y la Fiscalía, además de monitorizar mediante encuestas la evolución del uso de sustancias que van desde el tabaco o las benzodiacepinas, a la heroína. Recibe a EL PAÍS en su despacho de la Plaza de España de Madrid, en su primera entrevista en el cargo.

Pregunta. Su trayectoria ha estado sobre todo vinculada al estudio del tabaco y el alcohol. ¿Qué lecciones trae que se puedan aplicar a su nuevo puesto?

Respuesta. Soy salubrista y [médica] epidemióloga, puedo aportar esa visión, dando mucha importancia a la monitorización y a la vigilancia. Y a trabajar en todos los ámbitos de la prevención, que he investigado mucho en alcohol y tabaco, y la reducción de daños, el tratamiento.

P. Usted evaluó la ley del alcohol de menores como experta. Ahora es un proyecto de ley en trámite parlamentario y forma parte del Gobierno. ¿Cómo la valora?

R. Como experta, dices: “¿Cómo se ha caído esto?“. Por ejemplo, el etiquetado [que seguirá incluyendo el llamamiento a un consumo responsable, que tanto los expertos como Sanidad querían eliminar], el que no esté regulada la publicidad de bebidas fermentadas de baja graduación (cervezas con 0,5% o menos), que al final es una forma de seguir normalizando el consumo, es una manera de dejar que la industria siga publicitándose en la vida pública… Hay cosas que como experta te gustaría que se mantuvieran, pero viéndolo con perspectiva sabes que hay que negociar para que pueda seguir adelante.

P. Hay unanimidad entre los expertos en que la medida más efectiva para reducir el consumo en las drogas legales (alcohol y tabaco) es subir impuestos.

R. Sí, pero eso no depende del Ministerio de Sanidad, sino de Hacienda. Disminuir la prevalencia del consumo de alcohol y tabaco es una conjunción de muchas políticas e intervenciones, pero una de las medidas que tienen más evidencia es el aumento de los impuestos, que sí se ha hecho en otros países.

P. También está en tramitación una ley del tabaco, que prohibirá fumar en terrazas. Usted ha estudiado mucho el impacto del humo en exteriores.

R. Por parte de Europa hay una recomendación de prohibirlo porque existe evidencia de que no hay ningún nivel de exposición que sea seguro. Además, no es solo proteger del humo ambiental del tabaco a poblaciones vulnerables que pueden estar respirándolo durante horas, como trabajadores de la hostelería, menores, embarazadas, mayores con problemas de salud…, sino que también influye y favorece la desnormalización del propio consumo. Una vez que se implementan este tipo de políticas, las evaluamos y miramos el impacto que han tenido, ves que aumenta el apoyo. Ya lo hay, sobre todo por parte de la población no fumadora, pero incluso también de la fumadora.

P. ¿Qué le diría a la hostelería, que se posiciona en contra?

R. Existe evidencia para contradecir los argumentos de la industria de la hostelería. Tiene que prevalecer el derecho del no fumador a la salud. Sobre los efectos negativos económicos, las evaluaciones previas del impacto que tuvo la ley del año 2010 demuestran que no los hubo.

P. Acaba de aprobarse el uso medicinal del cannabis, muy controlado y en hospitales. ¿Puede ser un primer paso para una mayor permisividad con esta droga, incluso en contextos recreativos?

R. Ahora mismo no es un no rotundo ni un rotundo. Creo que hay que vigilar en marcos regulatorios diferentes al nuestro y ver qué pasa en cuestión de inicios de tratamiento, urgencias, prevalencias, incidencias y luego con todo lo que es la tendencia de la sustancia, aprovechar que otros países lo han aprobado para comprobar allí cuáles son los riesgos y los beneficios.

P. Si se compara a España con otros países, existe un consumo desmedido de hipnosedantes.

R. Sanidad tiene un plan integral y multidisciplinar sobre su consumo. Igual es necesario reducir un poco la medicalización y revisar los protocolos de prescripción y tratamiento. Algo interesante es que el consumo en mujeres es mucho mayor. Hay una intersección, entre la persona que abusa de medicamentos, de drogas, la persona que tiene un problema de adicción y el hecho de ser mujer. Porque hay mucha más exclusión, mucha más vulnerabilidad, son consumos mucho menos visibles. Y yo creo que allí sí que en el tema de la generación de políticas y estrategias de actuación se tiene que tener en cuenta esta perspectiva de género.

P. Pero en otras drogas el consumo por parte de hombres es mucho más elevado.

R. Depende de la edad. En adultos sí, pero en mujeres adolescentes estamos viendo un aumento en el consumo de sustancias. Hay una reversión en los últimos años: empiezan a probar drogas antes las chicas que los chicos adolescentes. Y hay mayor prevalencia de consumo en chicas que en chicos adolescentes. Sucede en alcohol, tabaco, hipnosedantes, no en cannabis, pero incluso en esta, para algún tramo temporal se empieza a ver que ya están completamente iguales.

P. ¿Por qué sucede?

R. No lo sabemos exactamente. Tenemos grupos de trabajo en los que durante un curso escolar se trabajan varios temas. Y este uno de los que a mí me gustaría investigar. El entender el porqué de esa reversión. Porque ahí se habla de cambios en los roles de género, de una menor percepción de riesgo por parte de las chicas que siempre había tenido mayor percepción que los chicos. Igual ha bajado, no lo sé. Pero también es importante la publicidad. La del tabaco, por ejemplo, estuvo muy focalizada en mujeres. Ahí los determinantes comerciales de la salud influyen muchísimo.

P. Un tóxico cuyo consumo está subiendo mucho entre los jóvenes, tanto chicos como chicas, es el vapeo.

R. El consumo se ha duplicado en los últimos años. Hay un debate sobre si es una puerta de entrada al tabaco convencional, y es algo que no sabemos, porque es un fenómeno muy reciente. Pero el vapeo es dañino en sí mismo, a nivel respiratorio, cardiovascular, y creo que tendríamos que aplicar el principio de precaución. Creo que está totalmente justificado que en el anteproyecto [de la ley del tabaco] se incluyan medidas para regular el uso de este tipo de productos y los equiparen a los de tabaco.

P. La industria argumenta que el vapeo sirve a los fumadores a dejar el tabaco convencional.

R. El concepto de reducción de daños en el caso de los cigarrillos electrónicos ha sido un término adoptado por la propia industria del tabaco. Y ya desde el momento en que lo adopta la industria, cuidado. Porque al final yo lo veo como una alternativa para aumentar sus ingresos. Para dejarlo tienes muchísimas otras opciones. La persona a la que no le funciona ninguna otra, podría usar el cigarrillo electrónico como medida para disminuir el riesgo del tabaco convencional, pero es algo muy, muy, muy puntual.

P. ¿Le preocupa el fentanilo?

R. Circula mucha desinformación con respecto al fentanilo, que viene de la epidemia que ha habido en Estados Unidos, que es real, con datos. Allí aumentó mucho el consumo, muy fomentado también por la propia industria farmacéutica. Y allí sí que vio una curva de mortalidad por sobredosis brutal que recientemente ha empezado a disminuir. Pero no tenemos ningún dato de que aquí esto suceda: ni de urgencias, ni de policiales, ni de los sistemas de alerta temprana, ni de la información que tenemos de las encuestas que realizamos, ni de aguas residuales. No existe ese problema. Pero tenemos que seguir vigilando y estar alerta con ello.

P. ¿Y otras sustancias psicoactivas emergentes, como catinonas, mefedrona, metanfetamina?

R. Con estas no es un problema mayoritario, pero sí estamos viendo que se van introduciendo, sobre todo en colectivos vulnerables. Tenemos nuevas drogas psicoactivas que pueden estar entrando en el mercado y que se ha visto que sí que se utilizan, por ejemplo, en prácticas como el chemsex. Tienen un potencial muy destructivo, son súper peligrosas, y conllevan muchísimos problemas psiquiátricos. Hay además una comunidad con la que se ha trabajado mucho a partir de la reducción de daños, pero una de las cosas que queremos intentar es empezar a hablar de prevención selectiva.

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Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.
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