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El proyecto de ley del tabaco veta el humo en las terrazas, prohíbe fumar a los menores y limita el vapeo

La norma tendrá que ser debatida en el Congreso, donde Sanidad quiere incluir el empaquetado genérico, que se ha caído del texto inicial

Fumar
Pablo Linde

El Consejo de Ministros ha aprobado este martes el anteproyecto de reforma de la ley del tabaco, que tiene como medida estrella la prohibición de fumar en terrazas, equipara a los cigarrillos electrónicos con el tabaco convencional y veta por primera vez el consumo en menores (no solo la venta). Antes de entrar vigor, la norma tendrá que pasar por una tramitación parlamentaria en la que no tiene asegurada la mayoría absoluta.

El Ministerio de Sanidad pretende incluir en el Parlamento otra de las medidas que había anunciado: el empaquetado genérico, que inició su proceso como un real decreto y luego se incluyó en el texto inicial del anteproyecto con la fuerte oposición de la industria. Finalmente, se cayó tras la negociación con otros ministerios y un informe de la Comisión Nacional del Mercado de la Competencia (CNMC) que ponía en duda la medida.

El empaquetado genérico, que ya está en marcha en más de una veintena de países, consiste en que todas las cajetillas sean iguales, sin logotipos de las marcas, que quedarían impresos en una tipografía estándar para todas. Varios estudios han evaluado la eficacia de esta medida y demostrado que este empaquetado baja el consumo y reduce la cantidad de nuevos fumadores.

Rodrigo Córdoba, delegado del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo, lamenta que no se incluya en el anteproyecto: “Le damos mucha importancia al empaquetado genérico, creemos que 80.000 personas podría dejar de fumar gracias a él. El obstáculo es que el Ministerio de Hacienda hace más caso a la CNMC que a los informes científicos”.

La ampliación de los espacios libres de humos será la medida más significativa de esta reforma. Además de prohibir fumar en las terrazas, amplía el veto para los cigarrillos (convencionales o electrónicos) a 15 metros de los accesos de edificios públicos, centros sanitarios, educativos o parques infantiles.

El texto considera centro de trabajo los vehículos laborales, por lo que no se podrá fumar en ellos. Tampoco en los espacios al aire libre o cubiertos comprendidos en los recintos de centros sanitarios ni en universidades, centros de formación de adultos, instalaciones deportivas, piscinas de uso colectivo y recintos donde se desarrollen espectáculos públicos, tanto interiores como exteriores.

La ministra de Sanidad, Mónica García, ha defendido una norma que, según sus palabras, “vuelve a poner a España en la vanguardia de la lucha del tabaco”, pese a no incluir todas las medidas que pretendía en un principio. “Lo fue [pionera] en 2005, cuando el tabaco se prohibió en espacios cerrados [en lugares de trabajo]; también en 2010, en bares y restaurantes y lo queremos ser otra vez”, ha dicho.

La situación, según García, requiere modificaciones legales: “Los tiempos han cambiado, han aparecido nuevos productos y hay nuevas necesidades de salud pública. El tabaco se lleva la vida de 140 personas cada día, 50.000 personas al año. El 30% de los cánceres tienen que ver con el factor de riesgo del tabaquismo”.

Equiparación del vapeo

El texto regula productos relacionados con el tabaco, que no contaban con un marco normativo específico. Son los cigarrillos electrónicos, las bolsitas de nicotina para uso oral, los productos a base de hierbas, utilizados para fumar, vaporizar o inhalar (como shishas o mezclas vegetales sin tabaco), y los dispositivos para el consumo de tabaco (u otros productos similares) calentado.

Todos ellos se equipararán al cigarrillo convencional, tengan o no nicotina. Estará prohibido su uso en espacios públicos cerrados y en los entornos al aire libre antes mencionados; se vetará su venta y consumo en menores de edad, así como toda forma de publicidad, promoción y patrocinio, directa o indirecta, en cualquier medio de comunicación, incluido el ámbito digital.

La ley prohibirá los dispositivos de un solo uso, que la ministra ha calificado como “no solo atractivos para las personas más jóvenes”, sino también como “especialmente dañinos para el medio ambiente” por los residuos que generan.

Paralelamente, Sanidad está tramitando otro Real Decreto que prohíbe el uso de saborizantes en los vapeadores, un texto que está en periodo de alegaciones en Europa, donde hay países que consideran que esto puede ir contra la competencia.

La falta de una normativa estaba permitiendo que estos productos se anunciaran en conciertos, festivales y fueran promovidos en las redes sociales por influencers cuyo público es mayoritariamente infantil o adolescente, entre los que el vapeo crece sin parar.

Un nuevo capítulo sobre publicidad, promoción y patrocinio extiende las restricciones ya existentes para los cigarrillos convencionales al conjunto de productos relacionados con el tabaco definidos en la nueva norma. Establece la prohibición de toda forma de publicidad, directa o indirecta, ya sea a través de medios impresos, audiovisuales, digitales, redes sociales, o mediante distribución de muestras o descuentos.

La nueva norma veta la publicidad en equipamientos, instalaciones y mobiliario situados en espacios de uso público o colectivo, lo que abarca elementos presentes en bares, discotecas, terrazas u otros establecimientos de ocio, así como el patrocinio de actividades, eventos o contenidos por parte de empresas del sector. Las marcas no podrán estar visibles en festivales, actividades culturales ni deportivas.

Prohibición en menores

Por primera vez en una ley de ámbito nacional, los menores de edad tendrán prohibido fumar. Hasta ahora, mediante la ley de 2005, estaba vetada solamente la venta. Esto hará que puedan ser sancionados los adolescentes que fumen cigarrillos tradicionales o electrónicos, mediante un nuevo régimen sancionador que todavía no ha sido publicado.

El texto crea un Observatorio para la Prevención del Tabaquismo, que será un órgano de coordinación entre las administraciones para el seguimiento de políticas públicas. Servirá, ha dicho García, para promover el cumplimiento de la ley, con “metas claras” para la reducción del hábito, y un informe cada dos años que vigilará cómo se está aplicando la norma.

La ministra se ha mostrado “convencida” de que, con el tiempo, las medidas que recoge esta modificación legal se verán de la misma manera que hoy se observan las que llegaron en 2010, cuando se vetó el humo en la hostelería. “Nos parecerá increíble que se pudiera fumar en las terrazas. La verdadera libertad es respirar un aire limpio, vivir más y mejor”, ha zanjado.

Toda esta reforma, sin embargo, puede quedar en nada si no recibe el suficiente respaldo en el Congreso. Al respecto, García ha manifestado que espera que la norma suscite el mismo consenso político como social hay en la calle: “Se trata de defender el derecho a la salud. No hemos visto a la derecha del lado de los avances sociales, esperamos verlos del lado de los avances sanitarios”.

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Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.
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