Cansancio y exceso de vitaminas: la consecuencia menos conocida de las bebidas energéticas
Los médicos han encontrado perjuicios que van más allá de las altas concentraciones de cafeína y azúcar. Asturias y Galicia legislan para vetar el consumo en menores


A la consulta de Cristina Saldaña Ruiz acudió una mujer de 25 años, universitaria, que arrastraba un cansancio que no conseguía explicar. Sin antecedentes familiares, dormía suficiente, con una vida sana, sin hábitos tóxicos, más allá de uno o dos cigarrillos al mes. Tensión normal, y una analítica sin grandes alteraciones. Excepto un exceso de vitamina B y signos de deshidratación. “Al explorar posibles causas, reconoció que bebía varias bebidas energéticas al día”, explica la médica de familia del Centro de Salud Periurbana Norte, en Salamanca. Bastó retirarla para regresar a los valores normales y que el cansancio desapareciera.
La hipervitaminosis es una de las consecuencias no deseadas de la ingesta de bebidas energéticas. Quizás menos conocida que otras, como arritmias, hipertensión, insomnio, nerviosismo o riesgo de diabetes, como consecuencia de sus altísimas concentraciones de cafeína (una lata puede llevar tanta como dos cafés concentrados) y azúcar (que puede suponer el 10% de las calorías diarias en un solo envase).
Las vitaminas del grupo B también están presentes en cantidades que pueden superar fácilmente las recomendadas, o incluso perjudicar la salud, como le sucedió a la paciente de Saldaña, que presentó este caso en el último congreso de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).
La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) advierte de que, en las bebidas energéticas, muchas vitaminas alcanzan más del 200% de la ingesta diaria recomendada. Para ello solo es preciso beber 100 mililitros en caso de la vitamina B2, y de 205 en el de la B6 (la que afectó a la paciente de Ruiz) y la B12. Para el resto de vitaminas se necesitarían ingestas superiores: 500 mililitros en el caso de la vitamina B3 y 1.000 en el caso de la B5. Muy frecuentemente estas bebidas se venden en latas de medio litro, por lo que es muy fácil superar estos valores.
En la mayoría de los casos no provoca problemas de salud porque, como explica la agencia, todas las vitaminas del grupo B son de carácter hidrosoluble de manera que el excedente no se acumula en el organismo, sino que se elimina por orina. Sin embargo, advierte de que “este proceso de eliminación puede estar dificultado en personas con alteraciones del riñón, y en los casos de ingestas frecuentes provocar alteraciones fisiológicas”.
La presencia de vitaminas en las bebidas les permiten incorporar alegaciones saludables, ya que son propiedades reconocidas por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés). Ciertas cantidades de B6, por ejemplo, permiten a los productos que las incorporen publicitar que contribuyen al funcionamiento normal del sistema nervioso, de la función psicológica, a disminuir el cansancio y la fatiga y a regular la actividad hormonal, entre otras muchas.
El problema es cuando las cantidades son tan altas que es fácil superar los niveles peligrosos. La AESAN califica de “riesgo moderado o alto” la hipervitaminosis por las vitaminas B3 y B6, la que afectó a la paciente de Ruiz. Para la B2, B5 y B12, el riesgo es bajo.
Además del cansancio, una ingesta excesiva puede provocar picor, dolor de cabeza, nauseas, enrojecimiento, nerviosismos y alteraciones hepáticas. Se han descrito incluso casos de hepatitis agudas, como le sucedió a un hombre de 50 años que bebía entre tres y cinco bebidas al día, y que fue a los servicios sanitarios con malestar, anorexia, dolor abdominal, náuseas, vómitos, ictericia y orina oscura.
Las bebidas energéticas llevan tiempo en el punto de mira de las autoridades sanitarias, sobre todo por los efectos en los menores de edad. Desde que se extendieron, su uso no ha parado de crecer entre personas muy jóvenes. La última encuesta ESTUDES del Ministerio de Sanidad muestra que un 54% chicos de entre 14 y 18 años había consumido en el último mes, porcentaje que bajaba a un 40,7% entre las chicas. Esto supone un crecimiento de cinco y nueve puntos, respectivamente, en solo una década.
Como ha publicado la tecnóloga de alimentos Beatriz Robles, los riesgos se relacionan principalmente con el consumo de altas dosis de cafeína. “Aunque algunos tipos de café contienen cantidades similares de cafeína por volumen que algunas bebidas energéticas, la forma de consumirlo condiciona el efecto. El café generalmente se toma caliente, más despacio y no va asociado a un consumo en forma de atracón. Además, las bebidas energéticas se consumen muchas veces mezcladas con alcohol y producen lo que se conoce como borracho muy despierto: el efecto de la cafeína reduce la percepción de los síntomas de intoxicación etílica y permite seguir bebiendo”, expone.
¿Prohibir las bebidas energéticas?
Ante la preocupación por los efectos de las bebidas energéticas en la salud de los más jóvenes, varias comunidades están planeando medidas. Asturias tiene previsto prohibirlas a los menores de 16 años, y la Xunta de Galicia aprobó el pasado 28 de julio el Proyecto de ley de protección de la salud de las personas menores y prevención de las conductas adictivas, una norma que equiparará las bebidas energéticas al alcohol.
El Proyecto de ley aprobado será ahora remitido al Parlamento de Galicia, con el objetivo de que “pueda ser aprobado antes de que finalice este año”, indicó el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda. “Se trata de una norma necesaria, valiente y ambiciosa con la que buscamos una acción coordinada de toda la sociedad para proteger la salud de los menores”, añadió el conselleiro de Sanidad, Antonio Gómez Caamaño.
Cuando Galicia empezó a trabajar en esta norma, en el año 2023, la ministra de Sanidad, Mónica García, se mostró partidaria de extenderla. “Las bebidas energéticas no dan alas. Dan ansiedad, taquicardias, depresión... ¡Muchos problemas! Así que, todo lo que sea proteger la salud, no lo voy a limitar. ¡Al revés! Lo vamos a apoyar”, dijo por entonces en una entrevista en la Cadena SER.
El ministerio, sin embargo, no tiene en marcha hoy por hoy ninguna medida al respecto. La AESAN recomienda que no las beban niños, mujeres embarazadas o en periodo de lactancia. En un documento de 2021, también aboga por promover el cumplimiento del compromiso de la industria en la comercialización de envases pequeños (no superiores de 250 militros) “que contribuyan a moderar la exposición a los distintos componentes activos, algunos de ellos psicoactivos, y estudiar la posibilidad de suspender la comercialización de envases de medio litro”. Esto último no ha sucedido.
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