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La violación colectiva de un menor en un multitudinario festival conmociona a Marruecos

La víctima, un chico de 13 años, fue hospitalizado en Marraquech tras ser drogado y agredido sexualmente por turno por más de una decena de hombres

Una persona camia entre arcos en la ciudad fortificada de Al Jadida, en 2024.
Juan Carlos Sanz

Mohamed (nombre ficticio), tiene 13 años y vive en una localidad de la provincia de Yusufía, 320 kilómetros al sur de Rabat, en el Marruecos profundo del interior. Huérfano de padre, se gana la vida vendiendo bolsas y aparcando coches en los mercados para ayudar a su madre, incapacitada y en tratamiento psiquiátrico. La vida no le ha sonreído a Mohamed. Tampoco a los miles de niños de la calle del país magrebí que muchas veces se agarran a los bajos de un camión internacional camino de un ferri con destino a Europa o nadan en medio del temporal hacia los espigones de Ceuta o Melilla.

El muchacho aprovechó la celebración del musén (festival popular) de Mulay Abdalá Amghar en la ciudad costera de Al Yadida (120 kilómetros al norte de Yusufía) para intentar ganar algún dinero extra y ser testigo de una de las mayores celebraciones de Marruecos, que hasta el pasado fin de semana concentró a cerca de medio millón de asistentes a lo largo de una semana. Terminado el eco de las descargas de fusil de los jinetes de las tradicionales taburidas o fantasías ecuestres, los marroquíes se han visto conmocionados por la noticia de la violación colectiva de Mohamed, que fue drogado y agredido sexualmente el pasado jueves por más de una decena de hombres jóvenes de la región.

La Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH), una de las ONG más activas de la sociedad civil, ha documentado en una denuncia dirigida a la Fiscalía el terrible delito cometido contra el joven de Yusufía. La policía marroquí ya ha practicado una detención y ha identificado a los sospechosos, informaba este martes el portal digital Hesspres. En estado de choque, con la mirada perdida, según testigos citados por la prensa local, Mohamed intentó regresar a su ciudad en autobús.

Otros pasajeros observaron que su estado de salud se iba deteriorando durante el viaje y alertaron a su llegada a la Gendarmería, que trasladó de inmediato al muchacho al hospital provincial Lala Hasma de la ciudad. Pero ante la gravedad de su diagnóstico, los médicos forenses se limitaron a confirmar la violación y ordenaron su evacuación al Hospital Universitario Mohamed VI de Marraquech, capital del sur del país situada a un centenar de kilómetros, para someterle a pruebas más detalladas.

Apenas podía moverse ni articular palabra. Su estado era crítico, con graves alteraciones de comportamiento. Mohamed, que está siendo sometido a una amplia evaluación psicológica, facilitó a las fuerzas de seguridad la descripción y el domicilio de algunos de sus agresores, a quienes conocía.

Hamid Raudi, coordinador de la sección de Yusufía de la AMDH, ha declarado al periódico digital Yabibladi que los agresores violaron al muchacho después de drogarlo. Por turno, abusaron de él uno tras otro mientras yacía sin conocimiento en una jaima. “Su situación es desesperada, ha relatado este activista tras hablar con familiares de la víctima que alertaron a su ONG de los hechos. “La escena que vimos en el hospital era extremadamente dolorosa”, reveló Raudi. “Cualquier negligencia o retraso en el tratamiento del caso serán interpretados como una traición hacia la víctima, su familia y la sociedad en su conjunto”, enfatizó.

En un país como Marruecos, donde se suceden cada verano los festivales multitudinarios —tradicionales y religiosos, como los musén, o populares y laicos, como el de música Gnawa de Esauira o el de Jazz de Tánger― la opinión pública se pregunta ahora en las redes sociales si está suficientemente garantizada la seguridad de los menores.

Las investigaciones policiales siguen su curso mientras el caso de la violación colectiva del menor reabre el debate de la reintroducción de la pena de muerte, contemplada en el vigente Código Penal y sobre la que existe una moratoria de hecho desde 1993, cuando se llevó a cabo la última ejecución en el país magrebí. El drama del musén de El Yadida ha sacudido la conciencia de muchos marroquíes, todavía bajo el impacto de anteriores agresiones sexuales a menores esa misma ciudad, en 2023, y en Tánger, en 2020.

Punto de partida de menores migrantes

Las provincias del interior del centro y el sur de Marruecos son tradicionales puntos de partida de menores y jóvenes migrantes irregulares que buscan futuro en Europa. Varios de ellos originarios de la región de El Jadida se han ahogado tratando de alcanzar a nado los espigones del Tarajal y Benzú, que delimitan por el sur y el oeste la frontera marítima española, según ha informado El Faro de Ceuta.

En la noche del pasado 15 de agosto, la Guardia Civil y la policía marroquí registraron los intentos de unas 300 personas que pretendían llegar a nado a territorio español. La presión migratoria viene aumentando este verano, con picos como el registrado en el último domingo del mes de julio, con la llegada de 57 menores. En la primera quincena de agosto han entrado jugándose la vida en el mar otros 59.

El pasado mes de enero, el cadáver de A.M., de 27 años, fue entregado a su familia en un coche fúnebre para ser inhumado en El Jadida. Era el mayor de seis hermanos.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.
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