Ir al contenido
_
_
_
_

Qué ocurrió la mañana del martes en el punto de encuentro: así se frustró la entrega del hijo de Juana Rivas a su padre

El equipo técnico, que tuvo que pedir a la psicóloga del menor que no grabara con su móvil, lo convenció para que saludara a Arcuri y se encontraron cinco minutos

Juana Rivas a su llegada al punto de encuentro. Foto: PACO PUENTES | Vídeo: EPV
Javier Arroyo

El martes pasado, dos policías de la Unidad de Atención a la Familia y Mujer (UFAM) fueron los primeros en acudir al Punto de Encuentro Familiar (PEF) de Granada, donde se iba a producir la entrega de Daniel Arcuri, de 11 años, a su padre. A continuación llegó este, Francesco Arcuri, acompañado de una psicóloga y sus abogados. Luego llegó Juana Rivas. Lo que sigue es una descripción detallada de lo que ocurrió esa mañana en el PEF —según el informe que dos técnicas allí presentes han remitido al juzgado responsable del caso y al que EL PAÍS ha tenido acceso— que terminó con el la orden de la jueza de aplazar la entrega del menor hasta este viernes.

Llegada del padre, la madre y el menor. A la llegada de Arcuri, le informaron del procedimiento que tenía por delante y de que solo podía tener un único acompañante. Dos minutos antes de las 11, hora límite para la entrega, entró Juana Rivas, acompañada de su abogado y de Francisca Granados, directora del Centro de la Mujer de Maracena y asesora jurídica. Le preguntaron por el menor y Granados respondió que no sabía, “que venía detrás de ellos”. “Se habrá quedado atrapado entre la prensa”, dijo. Le explicaron que el niño tenía que entrar para que intervinieran con él.

Entran la madre, no entra el niño. Granados consideró que la presencia de Rivas era suficiente. Siempre según el informe, respondió que “Juana ya ha cumplido, ya que ha venido”. Le vuelven a insistir en que entre el menor y responde que “no quiere entrar, que está fuera agarrado a su hermano, que no lo pueden meter a la fuerza”. Los primeros minutos transcurrieron en esa discusión entre unas y otras. De nuevo, le pidieron que entrara Daniel para “que puedan intervenir las técnicas a solas, sin presencia del progenitor”. En ese momento, Juana Rivas comenzó a sentirse mal. “Se muestra nerviosa, refiriendo no poder respirar”, relata el informe. Su abogado llama al 112 que que envía una ambulancia. Quince minutos después, la madre abandona el lugar en la ambulancia, a la que llega por su propio pie pero en visible mal estado. El letrado aclara entonces que “la progenitora se encuentra mal de salud, que tenía una operación en el día de hoy y ha tenido que aplazarla por acudir a entregar al menor”.

El menor accede al PEF. Cuando sale la ambulancia del lugar, Daniel lleva unos minutos en el PEF junto a su hermano y una psicóloga “que ha trabajado con los hermanos”, justifican. El equipo técnico pide trabajar a solas con el menor pero ambos “exponen que no van a dejarlo solo, solicitando Daniel que se quede su hermano mayor”. Así se admite y el resto de la mañana, excepto un tiempo breve, ambos estuvieron juntos todo el tiempo. A partir de ahí, el informe –de ocho folios– narra lo que los técnicos describen como un “Daniel activado emocionalmente”, que tiene miedo y “no se quiere ir con su padre, que no puede dejarlo ir con su maltratador, que como vuelva lo mata”. Las técnicas le proponen por primera vez encontrarse con su padre “para que Daniel le exponga cómo se siente”, tras lo que el niño empieza a llorar y gritar que no quiere verlo. El hermano interviene entonces: “No se puede hacer esa pregunta, cómo va a querer una víctima como es su hermano que entre a verle su maltratador”.

Las psicólogas tratan de que el niño vea al padre. En el intento de dar cumplimiento a la orden judicial, las técnicas permiten a la psicóloga del equipo de Arcuri que intervenga. “Durante aproximadamente una hora”, detalla el informe, intervienen con los dos hermanos “tratando de facilitar el proceso para la entrega de Daniel, empleando las estrategias necesarias para que sea lo más adaptativo posible para este”. El menor continúa narrando agresiones y manteniendo “una postura hermética”, contando que “no le dejaba decidir nada, que no podía tener contacto con nadie” y vuelve a insistir en que “nadie le ha escuchado” y que “cuando hablaba con los profesionales en Italia tenía que decir lo que su padre le decía que dijera”. Más adelante, además, explica que estos eran amigos de Francesco Arcuri y “hacen los informes que él les pide”. En esta fase, Gabriel insiste en que “no va a permitir que se lleven a su hermano”.

Fútbol y amigos para rebajar la tensión. La situación que describe el informe es especialmente tensa y deciden cambiar de estrategia. “Para rebajar la tensión”, desvían la conversación a temas triviales como sus amigos o su equipo de fútbol, pero el menor responde “que no ha venido a hablar de eso”.

Nervios y negativa a ver al padre. La situación entra en una fase de negativa total de los dos hermanos a ver o regresar con su padre. Las profesionales del PEF piden colaboración a Gabriel “para facilitar el proceso de su hermano”. Este, “pensativo y abrumado”, responde que “esto no puede estar pasando”. Daniel comienza a “respirar de manera agitada” y dice que se quiere ir a casa, que llamen a un médico porque se encuentra mal y pide otra ambulancia. A continuación, el niño pide la ayuda de un policía porque “seguro que ellos pueden hacer algo, ya que las técnicos no están haciendo nada para ayudarlo, ni lo están escuchando”. Las profesionales consiguen tranquilizar a Daniel, momento en el que el hermano mayor “vuelve a activarse”. Un policía entra en la ludoteca donde se encuentra y, minutos después, sale con el hermano mayor. Aunque este dice que no se fía de dejarlo solo, sale con el agente y se queda en el pasillo, al otro lado de la puerta de la ludoteca.

Daniel se tranquiliza y acepta ver al padre. El equipo de profesionales narra un momento de más tranquilidad y confianza una vez el menor está solo. Hablan de asuntos triviales y le vuelven a pedir que vea al padre. El niño quiere consultarlo con su hermano. Las técnicas le insisten en que se despedirá de él, pero que “debe marcharse con su progenitor”. En ese momento, cuentan, “el hermano mayor irrumpe en la ludoteca de manera brusca, saltándose las indicaciones de la policía” de quedarse fuera. Daniel vuelve a “activarse” y, de nuevo con esfuerzo, consiguen que Gabriel vuelve a dejarlos solos.

Imposibilidad de la entrega. A estas alturas, los especialistas ya han determinado que existe una “imposibilidad de llevar a cabo la entrega” y le proponen saludarlo. Daniel acepta pero pide “que su padre mantenga distancia física con él”. Cuando el padre está a punto de entrar en la ludoteca, la psicóloga de los menores, que también está dentro, “eleva el teléfono” para grabar y las técnicas “le recuerdan la prohibición de realizar grabaciones dentro de las dependencias”. Las técnicas piden entonces a la psicóloga y a Gabriel que salgan mientras ocurre el reencuentro, lo que no es posible.

Padre e hijo se reencuentran. El encuentro se narra textualmente así: “Daniel se muestra en un principio serio, evitando el contacto visual con el progenitor; si bien se observa una actitud tranquila, sentado en el sofá de la ludoteca. El progenitor lo saluda de manera verbal y afectuosa, no recibiendo respuesta por parte del menor. El progenitor le verbaliza que no está enfadado con él, que podrán hablar las cosas en casa, que no se preocupe. El menor no responde, por lo que el progenitor se acerca y comienza a exponer recuerdos vividos por ambos en Italia, enseñando diversas fotos y vídeos. El menor en un principio trata de evitar verlos, si bien, finalmente observa lo que va enseñando su padre, recordando que tiene un gato en casa de su padre, que le gustaría verlo, así como un barco con el que iba a pescar con sus amigos. Responde de manera escueta a algunas preguntas que realiza el progenitor. Finalmente, el menor refiere a la técnica que se quiere ir a su casa, se le indica que exponga lo que siente al progenitor, pero este se niega a mantener la mirada con el mismo”.

Padre e hijo se despiden. A partir de ahí, comienza la despedida: “Don Francesco se agacha, posicionándose a su altura y el menor lo mira verbalizando que se quiere ir a su casa y no con él. El progenitor se acerca para acariciarlo, negándose en un primer momento el menor; si bien, continúa conversando sobre la vida del menor en Italia. Pasados varios minutos, el progenitor solicita al menor poder acercarse y este acepta el contacto físico, dejándose acariciar y abrazar por el progenitor. Durante el encuentro, Daniel se muestra tranquilo, no alterando la conducta y mostrándose más cercano con el progenitor conforme pasaban los minutos. Si bien, finalmente solicita a las técnicos que quiere estar a solas con ellas y que se vaya el padre”. El padre vuelve a “acariciarlo solicitándole que se marche con él. El menor se niega, si bien acepta las caricias, acercándose para abrazarlo cuando el progenitor se lo pide antes de abandonar la ludoteca”. Gabriel entra entonces en la ludoteca y abraza a Daniel.

Arcuri, alrededor de las dos y cuarto de la tarde, abandona el Punto de Encuentro, mientras Francisca Granados entra a recoger al niño.

Medidas diferentes para la entrega del viernes. El informe concluye con una valoración técnica: Se considera oportuno que “la entrega … se realice en un lugar neutral que no permita el acceso a terceras personas y agentes mediáticos, que puedan influir en el bienestar del menor así como en el normal desarrollo de la entrega; evitando, por tanto, una sobreexposición del menor (comisarías o juzgados)”. Sobre el modo de hacerlo, “se valora de manera positiva, que durante la entrega, únicamente pueda acceder un acompañante con cada progenitor para evitar que se aglomeren diversas personas en el mismo espacio”. Finalmente, aconsejan que las partes no lleguen a la vez, sino que lo hagan con una “diferencia de mínimo 15 minutos, para evitar encuentros, pero que esta diferencia no sea demasiado extensa, para no prolongar la situación. Finalmente, se considera necesario que el menor esté acompañado por profesionales psicólogos, trabajadores sociales y fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado … para generar un ambiente de confianza y tranquilidad en el proceso”.

La ministra envía un informe de la psicóloga de Rivas a Fiscalía para su valoración. La ministra de Juventud e Infancia ha enviado un informe, realizado por la psicóloga que acompañó a Daniel para que valore si ha habido alguna irregularidad en la actuación de los servicios especializados en el trato al menor.

Gabriel se querella contra Arcuri y su psicóloga 

El hermano de Daniel ha presentado una querella por un presunto delito de coacciones contra su padre y la psicóloga que intervino en el proceso fallido de entrega por considerar, entre otras cosas, que ella presionó “psicológicamente” a Daniel “para doblegar su voluntad y que admitiera de buen grado irse a Italia” para vivir con él, “incumpliendo normas deontológicas y protocolos propios de su profesión”. La querella contra el padre se justifica en que él instó a la psicóloga a comparecer en el punto de encuentro para presionar a su hijo. Además de la acusación, el menor pide que se deje sin efecto la entrega prevista para este viernes. La querella ha de ser aún admitida o no a trámite.

 

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Javier Arroyo
Periodista. Estudié Filología Inglesa en la Universidad de Sevilla e hice el Máster de Periodismo de EL PAÍS/UAM. Publiqué mi primer artículo en EL PAÍS el 14 de julio de 1999. Estuve unos años y me fui a hacer otras cosas. Volví como colaborador desde Granada en 2016 y aquí sigo.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_