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Una exalumna de La Laguna denuncia presiones de la Universidad por señalar la inacción frente a dos casos de violencia sexual y uno de vejaciones

El rector considera “injusto” que se descalifique “de manera global” a la ULL aunque reconoce que no siempre se ha “actuado con la diligencia y la contundencia debida”

Universidad de La Laguna, en la isla de Tenerife, en Canarias.

El 21 de mayo por la noche, Lucía Rodríguez subió un vídeo a sus redes sociales sobre la Universidad de La Laguna (ULL), en Santa Cruz de Tenerife. “Una institución donde el miedo, el abuso, el acoso, las amenazas y las humillaciones van incluidas en la matrícula”, decía en el clip. Rodríguez, exalumna de Periodismo de esa Universidad, donde se graduó hace cuatro años, hablaba de dos casos de violencia sexual y uno de vejaciones y humillaciones por parte de tres profesores. Al día siguiente la llamaron desde prensa de la ULL. “Para decirme que lo retirara, que no era verdad, aunque incluyo capturas de noticias publicadas; coaccionándome y diciéndome también que se reservaban el derecho a emprender acciones legales contra mí. Que querían que me callara, vaya”, contaba este lunes al teléfono.

El rector de la institución, Francisco García, considera “injusto” que se descalifique “de manera global” a la institución sin conocer los detalles de las actuaciones. “Es una cuestión de respeto a la verdad y de actuar con rigor”, explica, y matiza que “en principio” no se tomará “ningún tipo de represalia” contra la exalumna. “Tenemos que hacer autocrítica, a nivel general como sociedad y desde esta institución”, ha aseverado en conversación telefónica, “pero no podemos decir que en el presente no se toman medidas o que se toleran estos comportamientos”.

La denuncia de Rodríguez en redes no tiene que ver tanto con un momento concreto como “con una forma de actuar desde hace años en la que al final no se defiende al alumnado por mucho protocolo que se abre”, algo que, dice, no es solo “un problema de esta universidad, sino de muchas otras instituciones, del sistema”.

El más antiguo de los casos que relata Rodríguez en el clip es de abusos sexuales por parte de Pedro José Domínguez, profesor de la Facultad de Filología Inglesa, a siete alumnas entre marzo de 2014 y diciembre de 2017; algo que reconoció en el juicio, y por lo que fue condenado este pasado enero.

El fallo del Juzgado de lo Penal número 4 de Santa Cruz de Tenerife, que recogió Europa Press, lo condenó, entre otras cuestiones, a 21 meses y siete días de prisión ―que no cumplirá por ser menos de dos años y no tener antecedentes― y la prohibición de ejercer su profesión docente fuera del ámbito universitario.

García, el rector, asegura que les pareció “llamativo” que la condena no excluyese la docencia en educación superior, y asegura que pidieron aclaración. Y cuando se produjo el fallo en enero, se reactivó el expediente disciplinario ―paralizado durante el proceso penal―, y se aplicó la suspensión cautelar de seis meses hasta que se publiquen las conclusiones, que están previstas para las próximas semanas.

80 mails de un profesor a una alumna

Este expediente disciplinario no se dio, sin embargo, en el segundo de los casos, de la primavera de 2017, a los que Rodríguez hace alusión en el vídeo. “Un profesor le envío a una alumna 80 mails en dos meses. Invitaciones al cine, a museos, a conciertos, le envió cartas y postales a su casa. La presionaba para que quedara con él, llegó a comprarle un libro y una rosa y a citarla para dárselo y la amenazaba con que si no le contestaba podía influir en la nota”, cuenta ella.

La alumna, de primero de Periodismo, denunció por acoso al profesor ―Juan Pablo del Río Disdier, de Economía Aplicada― ante la Universidad y ante la Justicia. Se abrió un proceso en el que la Fiscalía solicitaba seis meses de prisión, pero que acabó con una sentencia absolutoria en julio de 2019 del Juzgado de lo Penal Número 8 de Santa Cruz de Tenerife. Durante el proceso, Del Río Disdier siguió dando clase con algunas medidas cautelares para no coincidir con la víctima o en horario de tutorías, según confirma la Universidad.

En ese fallo, que recogió El Diario, la jueza expuso que era “indudable” que la actitud del profesor había excedido lo académico, pero consideró que las consecuencias para la alumna no habían sido tan graves como para condenarlo: “La molestia no tenía tanta intensidad como el tipo penal requiere para ser autor del mismo”. A la vez, incluyó en el fallo que su decisión no impedía que “en otras esferas o ámbitos pueda ser sancionable la conducta del acusado”, y apuntó directamente a la Universidad.

La ULL, que había abierto un expediente contra el profesor cuando recibió la denuncia de la alumna, lo paralizó durante el proceso judicial a la espera de fallo. Cuando fue firme ―no fue recurrida por las partes―, el rector asegura que trataron de retomar el expediente, pero que, sin embargo, la jueza dictaminó que la Universidad no había dictado explícitamente la paralización del expediente, por lo que consideró que había seguido su curso y, en el momento de su reactivación, había prescrito. “Si hubiera otras denuncias o se detectaran otro tipo de irregularidades, se podrían tomar medidas y, desde luego, lo haríamos sin ninguna duda”, afirma el rector.

Rodríguez, la exalumna, recuerda que ese profesor llegó un día a clase con todos los correos encuadernados: “Nos dijo que a ver quién se atrevía a levantarse, leerlos y dar su opinión de si él había acosado o no. Como si fuese muy fácil levantarse a decirle al profesor que sí, que es un acosador”.

“Maltrato constante”, “insultos” y “desprecios”

Y el último de los casos es por “José Luis Zurita, profesor de la Facultad de Periodismo, que ha sido denunciado en redes por presuntamente vejar y humillar públicamente a su alumnado durante años”.

Rodríguez vio hace unos días el post en Instagram de una alumna de Periodismo, Zara Fragoso, que contaba que habían aprobado dos de 96 en la asignatura que imparte ese profesor, Producción Informativa. La estudiante aseguraba que no era por una cuestión objetiva, sino que “el profesor decide arbitrariamente quién aprueba”, y sostenía también que había un “maltrato constante”, “insultos” y “desprecios” hacia el alumnado.

Fragoso, al teléfono, cuenta que este es el segundo año que está haciendo esa asignatura, y que puso el post “a modo de desahogo porque [el profesor] llega tarde, o no llega a las tutorías, menosprecia el trabajo, insulta, humilla”. Según afirma, “a una compañera, que tiene una hija de cuatro meses, le dijo que mejor se quedara en su casa criando”.

Fragoso subió el post el 13 de mayo y desde entonces le han llegado “centenares de mensajes" contándole experiencias muy parecidas que ella ha entregado recopilados a la Universidad. Uno de los testimonios recibidos es de un alumno que asegura que el profesor le dijo que parecía “una marica loca” y que “dónde iba con esas pintas”.

La ULL ha abierto ahora un expediente informativo contra Zurita. “Cuando llega una denuncia, automáticamente la trasladamos al servicio de inspección”, explica el rector de la universidad. “Estamos ahora en diligencias informativas, es decir, recopilando información”. Con estos datos, la inspectora “hará una propuesta que puede o no derivar en un expediente disciplinario”. Mientras, apunta Fragoso, la alumna, “ahí sigue, dando clase”.

“La sociedad y las instituciones”, admite Francisco García, “han tenido un nivel de tolerancia que hoy resultan totalmente inaceptables. Hay que hacer autocrítica. No hemos actuado con la diligencia debida, con la contundencia debida”. A la vez, recuerda los avances, como los protocolos de acoso sexual y laboral, y la oficina de prevención y respuesta al acoso sexual y sexista: “Se han ido creando instrumentos que protegen y acompañan a las víctimas, que es lo primero y lo imprescindible, y con procesos garantistas que partan de la presunción de inocencia”. Y concluye asegurando que hay “tolerancia cero a las actuaciones que atenten contra cualquier persona de la comunidad universitaria, sobre todo las más débiles”. Desde 2021, la oficina ha registrado 64 casos. De ellos, 24 se han debido a acoso sexual, además de otros 14 por acoso sexista, tanto por orientación sexual como por identidad de género. En dos de ellos se activó el protocolo.

Este lunes, durante el claustro anual de la Universidad, Candela Morales ―que forma parte del claustro universitario en representación del personal técnico y administrativo― fue la única que aludió directamente a estas cuestiones. “Estamos decepcionadas, preocupadas y alarmadas, no hay ni un solo apartado dedicado a la igualdad, la diversidad y el compromiso contra la violencia machista y el acoso, solo un párrafo dentro del apartado de responsabilidad social. Nos parece una laguna muy peligrosa”, alegó respecto a la memoria de este curso.

Morales trabaja en la biblioteca y lleva 34 años en la institución, dice este martes al teléfono que “es cierto que este equipo de gobierno está haciendo un esfuerzo, con errores, pero un esfuerzo porque ese compromiso suceda”. También que “cada vez hay más mujeres que se atreven a dar el paso y a denunciar”, y que “la Universidad, sin duda y sin retraso, ha de dar respuesta a eso”.

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