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Las resistencias bacterianas llevan a la EMA a restringir el uso de la azitromicina, el popular antibiótico de las tres pastillas

El fármaco, cuyas ventas han crecido en España un 13,8% en solo dos años, dejará de prescribirse para combatir, entre otras afecciones, el acné y la helicobacter

Azitromicina
Oriol Güell

Tras un año y medio de trabajo, la Agencia Europea del Medicamento (EMA) ha concluido la revisión en profundidad del uso que hacen los sistemas sanitarios del continente de la popular azitromicina, que se distingue de todos los demás antibióticos por su cómoda posología —una pastilla cada 24 horas durante solo tres días— y que ha sido masivamente utilizado durante décadas por su eficacia frente a múltiples infecciones con escasos efectos secundarios.

“El Comité de Medicamentos de Uso Humano (CHMP) de la EMA ha recomendado varios cambios en la forma en que se utiliza la azitromicina en la UE, incluyendo la eliminación de ciertas indicaciones. Estas recomendaciones buscan optimizar el uso de este antibiótico común y minimizar el desarrollo de resistencias antimicrobianas”, recoge la nota con la que la Agencia ha hecho públicas sus conclusiones.

La decisión de la EMA supone, entre muchas otras medidas, que el fármaco deberá dejar de usarse frente al “acné vulgar moderado” y en la “erradicación de Helicobacter pylori, una bacteria que causa infecciones en el estómago y puede provocar inflamación crónica y úlceras” intestinales.

Además, el antibiótico tampoco podrá prescribirse en la “prevención de las exacerbaciones (crisis) de asma eosinofílica y no eosinofílica”. En este último caso, aunque no se trate de infecciones, la azitromicina ha sido históricamente utilizada porque “tiene efectos antiinflamatorios que van más allá de su acción antimicrobiana”, explica Pablo Caballero, del área de divulgación científica del Consejo General de Colegios Farmacéuticos.

Asimismo, la EMA ha recomendado “modificar la mayoría de los usos autorizados [en los países de la UE] de los medicamentos con azitromicina administrados por vía oral o por infusión [más usada en los hospitales]” en todo tipo de infecciones respiratorias, de transmisión sexual, del sistema reproductor femenino y dentales, entre otros.

En realidad, el trabajo de la EMA supone un enorme esfuerzo para “alinear los usos autorizados con los datos más recientes y hacerlos más precisos” y “armonizar [entre todos los Estados miembros] las recomendaciones de dosificación y las contraindicaciones en todos los productos”.

La salida al mercado de la azitromicina, desarrollada por una pequeña farmacéutica croata en la entonces Yugoslavia hace casi medio siglo y luego convertida en un superventas mundial por la multinacional estadounidense Pfizer, es anterior a la propia existencia de la EMA. Por ello, a diferencia de los sistemas de aprobación centralizada de medicamentos actuales, cada país cuenta con sus propias indicaciones de uso del fármaco, una disparidad en la que ahora la Agencia Europea ha tratado de poner orden ante el acuciante problema de las resistencias bacterianas. Por ello, el impacto de las nuevas recomendaciones será diferente en cada país. En España, por ejemplo, el uso de la azitromicina frente a la Helicobacter no está recogido en las guías clínicas.

“Las nuevas recomendaciones son un gran paso en el buen sentido, porque la azitromicina, como muchos otros antibióticos, siguen usándose de forma excesiva e inadecuada. En general, en la mayor parte de los procesos tanto de vías respiratorias altas como las bajas la azitromicina no constituye un antibiótico de primera opción”, afirma Maite Jorge, responsable del Grupo de Enfermedades Infecciosas de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).

Según datos de la consultora especializada IQVIA, el consumo de azitromicina en España sigue creciendo con fuerza a pesar de todas las recomendaciones de las administraciones y sociedades científicas para contener su uso. Solo en farmacias —sin tener en cuenta hospitales—, las ventas de azitromicina ascendieron a 8.778.677 cajas en 2024, más de un millón de unidades más que las 7.713.248 servidas solo dos años antes (un incremento del 13,8%).

Jorge, médica de familia en un centro de salud de Valladolid, lamenta que el fármaco se siga administrando “en muchos procesos infecciosos, como los respiratorios, que frecuentemente son de origen vírico y no es adecuado el uso de antibióticos”. Una revisión realizada hace unos años por esta profesional en Valladolid reveló que más del 90% recetas prescritas de azitromicina estaba fuera de indicación.

En cierta manera, reconocen todos los profesionales consultados, el origen de los problemas que rodean a la azitromicina con las resistencias se deben a las mismas razones que explican su gran éxito entre médicos y pacientes. “Es muy cómodo de tomar, con una pastilla al día. El tratamiento solo dura tres días, pero tiene una vida más larga en el organismo. Apenas da efectos secundarios relevantes...”, enumera Caballero.

Estas mismas características son las que favorecen, sin embargo, el desarrollo de resistencias. La EMA recomienda ahora cambiar la ficha técnica del fármaco —dirigida a profesionales— y el prospecto —a pacientes— para informar de que “la azitromicina podría favorecer el desarrollo de resistencia debido a los niveles duraderos y decrecientes en plasma y tejidos después de finalizar el tratamiento”, lo que aumenta la exposición de las bacterias al antibiótico en condiciones que favorecen las resistencias.

Es lo que los especialistas llaman “ventana de oportunidad”, que corresponde al “tiempo crítico durante el cual las bacterias están expuestas a concentraciones que no son suficientemente altas para eliminarlas por completo, pero sí para seleccionar y favorecer el crecimiento de aquellas que ya tienen o desarrollan por mutación mecanismos de resistencia”, explica Rafael Cantón, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC) y jefe de servicio de Microbiología en el Hospital Ramón y Cajal (Madrid).

Este especialista alerta de otro efecto peligroso de las resistencias a la azitromicina, que según algunos estudios ya superan el 30% en algunas cepas. “Es la llamada resistencia de grupo, por la que una bacteria resistente a la azitromicina también lo será a otros antibióticos macrólidos como eritromicina y la claritromicina. Por eso la mención especial de la EMA a la Helicobacter pylori, porque la claritromicina es un pilar de su tratamiento y hay que evitar exposiciones innecesarias e ineficaces de la bacteria a otros macrólidos”.

Las recomendaciones de la EMA serán remitidas ahora a la Comisión Europea, que en el plazo de unas semanas deberá ratificarlas, tras lo que serán de obligado cumplimiento para los Estados miembros. “Una vez publicada la decisión de la Comisión, la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (AEMPS) publicará el listado de todas las presentaciones autorizadas en España, incluyendo el procedimiento específico por el que las compañías farmacéuticas titulares deben implementar los cambios en la ficha técnica y prospecto de los medicamentos que contienen azitromicina para uso sistémico para adaptarse a este arbitraje”, afirma un portavoz de la AEMPS.

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Sobre la firma

Oriol Güell
Redactor de temas sanitarios, área a la que ha dedicado la mitad de los más de 20 años que lleva en EL PAÍS. También ha formado parte del equipo de investigación del diario y escribió con Luís Montes el libro ‘El caso Leganés’. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.
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