Varios países, entre ellos EE UU y España, recomiendan a sus ciudadanos salir de Malí ante la amenaza yihadista
Desde septiembre, los terroristas atacan los camiones cisterna que traen carburante a la capital, lo que ha provocado escasez de gasolina


El Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación del Gobierno español ha instado este viernes a los ciudadanos españoles que se encuentren en Malí a que “valoren salir temporalmente” de este país africano ante la escasez de gasolina provocada por los ataques yihadistas a los camiones cisterna que traen el carburante desde los países vecinos. El aviso de Exteriores llega días después de que Estados Unidos, Alemania e Italia recomendaran a sus ciudadanos, de manera explícita, que se fueran de Malí por los mismos motivos. Sin embargo, España lo ha hecho usando un lenguaje menos tajante que Washington y sus socios europeos.
“Con motivo de la actual crisis de carburante que afecta a Malí y particularmente a su capital, Bamako, provocada por los ataques terroristas en las principales vías de comunicación terrestres, se desaconseja el viaje a Malí bajo cualquier circunstancia y se recomienda a los españoles que se encuentren en el país que valoren salir temporalmente”, asegura el Ministerio de Exteriores en sus recomendaciones de viaje publicadas este viernes. En Malí están registrados 1.077 españoles, según aseguraron fuentes de la Embajada de España a Europa Press.
El pasado 28 de octubre, la Embajada estadounidense en Malí lanzó una alerta en la que advertía sobre “el aumento de la imprevisibilidad de la situación en materia de seguridad en Bamako” y hacía una recomendación directa: “Los ciudadanos estadounidenses actualmente presentes en Malí deberían irse inmediatamente usando vuelos comerciales”. De hecho, el departamento de Estado ha ordenado salir del país al personal no esencial de su embajada y sus familias. Por su parte, el Reino Unido adoptó esta semana la decisión de evacuar temporalmente a sus trabajadores, mientras que Alemania e Italia también han aconsejado a sus ciudadanos salir del país a la mayor brevedad.
Los ataques a los que se refiere el Ministerio de Exteriores español son obra del Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (JNIM), una federación de distintos grupos yihadistas, que el pasado mes de agosto anunció públicamente la prohibición de importar carburante desde los vecinos Senegal, Costa de Marfil, Mauritania y Guinea-Conakry. Pocos días más tarde, los terroristas comenzaron sus ataques contra los camiones cisterna que venían de Senegal y Costa de Marfil. El 14 de septiembre, por ejemplo, quemaron un convoy integrado por 40 vehículos que transportaban fuel hasta Bamako. Su intención es la asfixia económica del país.
El Gobierno maliense, controlado por una junta militar desde el golpe de Estado de 2020, reaccionó desplegando al Ejército en las principales carreteras e intensificando los controles en todos los puntos de acceso a la capital. Asimismo, soldados malienses escoltan a los camiones que se agrupan en convoyes para tratar de evitar estos ataques. Pese a estos esfuerzos, que han permitido que algunos convoyes lleguen a Bamako, la escasez de carburante se ha dejado sentir en la capital, especialmente en los últimos 15 días, y cada vez es más complicado conseguir gasolina. De igual modo se han intensificado los cortes de luz diarios en la capital, que en algunos barrios duran entre seis y ocho horas cada jornada.
La actividad terrorista se ha desplazado en los últimos meses del norte y centro del país hacia el oeste, en las regiones que rodean a Bamako como Segou, Kayes y Sikasso. Los yihadistas también han pretendido imponer un bloqueo sobre la ciudad de Kayes, cerca de la frontera con Senegal, y Nioro du Sahel. Esta región es uno de los pulmones económicos del país pues de ella se extrae el 80% del oro industrial que exporta Malí. Además, en Kayes, regada por el río Senegal, se encuentran la presa de Namantalí y buena parte de los cultivos de algodón del país. Es la segunda región más importante para la economía del país, tras la capital.
Malí vive bajo la amenaza permanente del terrorismo desde el año 2012, cuando grupos yihadistas y rebeldes tuaregs se unieron en una insurgencia que provocó una robusta intervención militar francesa en el norte del país. Sin embargo, la situación en materia de seguridad continuó deteriorándose y el yihadismo se extendió al centro de Malí y de ahí a Burkina Faso y Níger. En 2020, los militares malienses dieron un golpe de Estado, expulsaron a las tropas francesas y buscaron en Rusia a su nuevo gran aliado internacional. Desde entonces, mercenarios de Wagner, ahora Africa Corps, operan junto a las tropas malienses. Todo ello no ha impedido que los grupos yihadistas, sobre todo JNIM liderado por el terrorista Iyad Ag Ghali, hayan proseguido su avance y ataquen cada vez más cerca de la capital e incluso dentro de la propia ciudad.
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