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Los vendedores de animales del mercado de Sonora se enfrentan a su extinción

El olor a excrementos, los animales exóticos y los de consumo humano se mezclan en un punto de venta que tendrá que cerrar por orden judicial antes de 2026

Venta de animales en el mercado de Sonora
Jorge Vaquero Simancas

El olor a excrementos es denso en la zona de venta de animales del mercado de Sonora. El mismo lugar donde fue al kínder, durmió y ha trabajado desde hace cuatro décadas Sandra Rodríguez. Como sus abuelos y sus padres, ella vende aves vivas. “Es un trabajo honesto y honrado”, explica la mujer de 46 años rodeada de jaulas con pollos, gallos, palomas y codornices.

Su negocio tendrá que cerrar por una orden judicial, motivada por un amparo de la asociación animalista Va por sus derechos, que determina que vender animales vivos en mercados de la capital es ilegal. La sentencia, emitida el pasado agosto, obliga a la alcaldía Venustiano Carranza a clausurar o dar una alternativa económica antes de que comience 2026 a estos comercios, en los que una inspección judicial también determinó que hay maltrato animal. A Rodríguez, desde la administración local, todavía no le han notificado que tenga que echar el cerrojo.

Es domingo 19 de octubre y el mercado de Sonora, en el centro de Ciudad de México, está lleno. La gente acude a comprar las máscaras y disfraces que llenan los locales a menos de quince días para Halloween y el Día de Muertos. Las filas en los pasillos provocan que para llegar hasta la zona de venta de animales, en la parte posterior del mercado, se tarde 20 minutos entre empujones y gritos.

Rodríguez está sentada junto a un pequeño redil donde tiene algunos borregos y chivos. “A lo mejor podría mejorarse en el trato, en la cantidad de animales, la limpieza. A veces falta agua. Ahorita tenemos un problema con la basura”, explica la comerciante sobre el estado de esta zona del mercado.

—¿A cuánto tienes las codornices?—, pregunta un hombre.

—A 40 pesos—, responde Rodríguez, que después de que el hombre pida cuatro saca las aves de la jaula, las mete en una caja de cartón y las entrega.

En la jaula hay en torno a 20 codornices. En las demás hay palomas blancas y grises, pollos, patos y gallos blancos y negros. Estos últimos, por su color, se usan para santería, otro de los motivos por lo que los animalistas exigen que se deje de vender en el mercado. “Yo vendo lo que pidan. Una señora compró gallinas para que pongan huevos. Cada quien decide qué hacer. Mientras están aquí, los cuido. Tienen agua, comida y están limpios”, justifica la comerciante.

El negocio de Rodríguez está más limpio que el de otros, donde los excrementos se acumulan bajo las jaulas. En los pasillos el comprador también podrá encontrar especies exóticas como tarántulas, serpientes enanas, periquitos de todos los colores o tortugas. En una pecera de cristal, unos 40 hámsteres luchan por buscar aire.

La situación de este mercado es criticada incluso por las personas que están allí cada día. Aarón Solano vendió sus dos locales, donde vendía aves vivas, por una “buena oferta” que recibió hace dos años, pero acude al mercado por costumbre. Trabajó toda la vida aquí. Tiene 78 años. “Nos dieron un mercado bonito cuando nos pasaron de la Merced vieja para acá. Teníamos árboles, usábamos uniforme y gorra. Pero las administraciones viven de la mordida, de la lana. Acaban con los mercados”, recuerda y compara el hombre.

A él, que los negocios cierren antes de que termine diciembre, ya no le importa tanto. Pero se posiciona. “Todo [la orden de la alcaldía de clausurar los negocios] es simulación. Por lo que deben preocuparse es por la mugre. No puedes caminar, es el mercado más hediondo, más mugroso, más feo”, dice con cierto cabreo. La situación del mercado se visibilizó en 2021, cuando un incendio que quemó entre 8 y 10 locales atrajo a las cámaras, que grabaron la situación en la que eran tratados los animales.

La legislación es clara. La venta de animales vivos en mercados está prohibida desde octubre de 2023, cuando el Congreso de Ciudad de México añadió esta aclaración a la Ley de Protección y Bienestar Animal.

Quien más ha luchado por hacer cumplir la ley es la abogada Susana Ramírez, líder de la asociación animalista Va por sus derechos. La organización presentó en septiembre de 2023 un amparo para exigir el cese de la venta de animales y en noviembre de ese mismo año una inspección judicial fue al mercado de Sonora. “La actuaria observó que los animales estaban hacinados y en malas condiciones. Además, no había médico veterinario en el mercado y las cédulas de comercio no estaban vigentes”, argumenta la jurista.

Ella no quiere que los vendedores dejen de serlo. Simplemente que cambien lo que considera “seres sintientes” —un término legal para definir a los animales aceptado en México— por cualquier otro producto. “Si está prohibido vender animales vivos en mercados públicos, no se puede volver atrás”, explica con la ley en la mano.

El final del proceso legal, en el que Ramírez reclama a hasta seis entes públicos el cierre, terminó este agosto. Un tribunal administrativo federal ordenó la prohibición total e inmediata de la venta de animales en el mercado de Sonora.

La comerciante Sandra Rodríguez considera “injusta” la decisión. “Se supone que vivíamos en un país libre, pero vivimos en un país con doble moral: todos comen pollo, pero critican a quienes los venden”, dice la vendedora. “No es que me regalen los animales y por gusto los quiera maltratar. Yo soy contadora, mi hija está en la universidad, pero por tradición seguimos con este comercio", añade sobre su oficio.

La responsable de ordenar el cierre o el cambio de giro a los comerciantes antes de que termine este año es la alcaldía Venustiano Carranza, donde está ubicado el mercado de Sonora. “La alcaldía nos amenaza sin dar la cara. No sabemos quién nos acusa, no tenemos notificaciones”, denuncia la comerciante Rodríguez.

Este periódico llamó al área de comunicación de la Venustiano Carranza para hacer preguntas sobre qué opciones le estaban dando a los comerciantes para cambiar su tipo de negocio y si la venta de animales se iba a terminar antes de 2026. “No podemos dar ninguna declaración hasta que se resuelva el asunto”, declaró un responsable del área de comunicación.

—¿Qué pides a las autoridades?

—Que escuchen. Que regularicen, no que prohíban. Que den opciones, no amenazas. Aquí todos pagamos impuestos y trabajamos con honestidad—, sentencia Rodríguez.

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Sobre la firma

Jorge Vaquero Simancas
Periodista de La Gomera, ahora reportero de EL PAÍS en México. En Ciudad de México hizo sus prácticas del Máster de Periodismo de EL PAÍS para cubrir temas sociales, de movilidad y migración. Antes estudió Periodismo en la Universidad de La Laguna.
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