Blanca Soroa: “Si alguna amiga me dice que quiere ser monja me sorprendería mucho”
Apareció en un ‘casting’ entre más de 600 chicas y canta en un coro como su personaje, una aspirante a monja. Pero ahora, tras debutar como protagonista en ‘Los domingos’, de Alauda Ruiz de Azúa, reciente Concha de Oro en el Festival de San Sebastián, Blanca Soroa siente otra llamada

El subtexto es lo que no se dice en un texto. Todo aquello que emerge de las palabras sin necesidad de usarlas. Es todo lo que hay por debajo de un guion y que pone los cimientos de un personaje a partir de los que las actrices y actores trabajan. El subtexto fue lo más difícil para Blanca Soroa (A Coruña, 17 años) cuando se enfrentó a su primera película, su primer personaje, absoluta protagonista. En Los domingos, reciente Concha de Oro en el Festival de San Sebastián, ella es Ainara, una joven de su misma edad hoy que de repente un día anuncia a su familia que quiere ser monja de clausura. Las reacciones que despierta en su padre, su tía, su abuela, sus hermanas y sus amigos son el centro de la última película de Alauda Ruiz de Azúa (Cinco lobitos, Querer). Entre la sobrina que quiere ingresar en el convento y la tía que no cree en Dios (interpretada por Patricia López Arnaiz, de Los destellos, 20.000 especies de abejas) entran muchos matices, muchas ideas, muchas posibles respuestas que la directora no quiere guiar en el espectador. Si algo hace el filme, como ya se vio durante el festival donostiarra, es plantear la pregunta: ¿y tú qué harías?
Cuestión ante la que Blanca, tampoco tiene respuesta. “No he tenido ninguna experiencia vocacional cercana a la que se plantea en la película”, reconoce, “si alguna vez una amiga mía me hablase acerca de su vocación de ser monja sería algo que desde luego me sorprendería porque no es algo habitual actualmente. Yo creo que la película generará un debate interesante sobre esta cuestión también en gente de mi edad”.

La fe, la religión, sus creencias o visiones personales no eran lo fundamental para entender el subtexto de su personaje. “Hablamos mucho de por qué o cómo sería sentir eso, a qué sería equivalente. En cuanto a emoción, a sensación de amor”, recuerda mirando a su directora, que la ha querido arropar en su primera producción para prensa. Para lograr que entendiera esas emociones y pudiera transmitirlas hicieron falta muchos ensayos y juegos, “como el juego de los secretos”, revela Alauda. “En dos vasitos ponían papelitos con secretos y teníamos que coger uno que podía ser ‘me pones nerviosa’ o ‘estoy enfadada contigo’ e interpretarlo para que el otro lo adivinara”. “Era una manera muy bonita de entender lo que era el subtexto, que es lo que tú sientes… Aunque digas una cosa, estás sintiendo otra”, continúa la directora. Blanca asiente, siempre sonriendo, con ojos muy abiertos de curiosidad, una calma impresionante —“Es que no me suelo poner nerviosa”, admite, ni en su primer día de rodaje, ni en estas fotos o esta entrevista, las primeras que hizo antes de San Sebastián— y la misma luz que transmite en la película, en la que prácticamente ocupa cada plano. “Recuerdo que me dijiste que un día llegaría al rodaje y me convertiría en Ainara”, dice emocionada. Y más o menos así le ocurrió, le ayudó hablar “con otras chicas sobre su proceso de discernimiento y su vocación”. “Para nosotros fue muy importante entender que para ellas era como un abrazo, como un día de verano…”, comenta la cineasta y vuelve a su actriz revelación, a la que nada le parecía “muy complicado, solo un poco loco”. Pero Alauda lo rebate: “Creo que ha hecho una cosa muy difícil, es una chica con una conexión espiritual que no es lo habitual”.

Probablemente fue eso lo que saltó en los castings, algo no habitual; Blanca Soroa apareció entre más de 600 chicas que llegaron a ver en pruebas de calle y colegios. Ella respondió al anuncio que llegó al suyo, pensando que sería para ir de figuración. “Siempre me apunto, aunque nunca me salía nada porque no suelen ser mis perfiles…”, admite. Pero esta vez fue distinto. “La primera prueba fue como una entrevista y fui pasando, hice una improvisación como de ocho minutos que me dijeron que no era lo normal, que la gente suele hacer de un minuto”, relata, se encoge de hombros y se ríe. Y siguió haciendo pruebas, rápidas y muy seguidas, ya con guiones, como el de la escena en la que confiesa su vocación, y ella, en mitad del curso de primero de Bachillerato, ensayaba en el baño. Todo funcionó, la escogieron. No había hecho nada de interpretación hasta el momento, no tenía planes de ser actriz. Aunque sí canta, como lo hace su personaje, en un coro, Kantika, y empezó en el conservatorio con seis años, cuando aún vivía en A Coruña. A sus 11 años la familia se mudó a Getxo, donde siguen y donde Blanca siguió siendo una buena estudiante, apuntándose a muchas extraescolares, siempre algo artísticas… Aunque eso lo ha pensado ahora: que recuerde especialmente una clase en la que hablaban de los tipos de planos en el cine o que para las exposiciones en clase siempre decida grabarse, que se aprenda de memoria los diálogos de sus películas favoritas (entre las que cita Una rubia muy legal o El olivo) y de series y que se grabara recitándolos… “Los que más me sé son los de Paquita Salas”, se ríe, “porque me hace mucha gracia”. Que su tía sea la maquilladora de actores Paula Soroa... Todo son pistas que lee ahora. También que la primera prueba la hiciera el día de su 16 cumpleaños y la película se estrenara en Donosti cuando cumplía 17.

Habla francés, inglés, algo de italiano y alemán, estudia segundo de Bachillerato científico porque su idea era hacer medicina, pero ahora… “No lo sé, estoy viendo a ver qué decidir… Lo pienso y si soy médico no voy a ser infeliz… pero no sé, a veces me imagino en el set de Los domingos o en una sala de urgencias, y me veo un poco más feliz en el set de Los domingos”. Cada uno que saque su subtexto.
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