La brecha mundial de la desigualdad se agranda: el 10% de la población concentra el 75% del patrimonio
El último informe del World Inequality Lab revela una disparidad creciente, agravada por el cambio climático y con una “desigualdad de género persistente”

Son un selecto grupo, el 10% de la población mundial. Bastarían una docena de estadios de fútbol para juntarlos a todos. Es la parte de la población que concentra el 75% del patrimonio mundial y capta el 53% de los ingresos totales. Es solo una de las conclusiones del informe sobre las desigualdades mundiales realizado por el World Inequality Lab, que revela una brecha cada vez mayor en el reparto de la riqueza en el mundo.
El estudio, en el que han participado 200 investigadores y que han pilotado los economistas Ricardo Gómez Carrera, Thomas Piketty, Lucas Chancel y Rowaida Moshrif, realiza una radiografía de las desigualdades en el planeta, teniendo en cuenta, no solo las diferencias de ingresos o el patrimonio, sino también otros aspectos que influyen como clima o el género. Se trata de la tercera edición del informe, tras la de 2018 y 2022.
“Las desigualdades afectan a todos los ámbitos de la vida económica y social. Los datos revelan una extrema concentración de la riqueza en una parte pequeña de la población”, resumió el economista mexicano Ricardo Gómez Carrera, durante la presentación del estudio.
Los ricos cada vez son más ricos y los pobres lo son más. Hoy, el 0,001% de la población mundial más adinerada, menos de 60.000 multimillonarios, controlan tres veces más de riqueza que la mitad de la humanidad. El patrimonio de esta minoría ha crecido un 8% de media anual desde los años 90. Esta tendencia “no ha cesado de aumentar, poniendo en evidencia la persistencia de las desigualdades”, señala la investigación.
Hace hincapié en dos elementos, que contribuyen a hacer que esa disparidad sea cada vez mayor: el cambio climático y la desigualdad de género. “Hemos intentado evidenciar que hay otras formas de desigualdad, las que hay entre hombres y mujeres o las vinculadas al clima, que son problemas que persisten y que las sociedades no han mirado de frente”, destaca Lucas Chancel.
Respecto al cambio climático, el documento revela que las contribuciones para luchar contra sus efectos son muy desiguales, sobre todo si se tiene en cuenta que el 10% de las personas más ricas del mundo es responsable del 77% de las emisiones mundiales. “Son los que se pueden proteger mejor de los desastres naturales”, dicen los economistas. Únicamente el 3% de las emisiones corresponden a la población pobre, “justo los que están más expuesto a las catástrofes climáticas” y los que menos preparados están para hacerle frente. “La desigualdad social a escala mundial y la cuestión climática no pueden desvincularse. Hay que integrar estos niveles de reflexión para encontrar soluciones”, opina Thomas Piketty.
La desigualdad salarial entre hombres y mujeres es otro de los focos, pues la mayor parte del trabajo no remunerado lo hacen ellas. Estas horas extra no valoradas se han tenido en cuenta a la hora de extraer las conclusiones. Las mujeres reciben un cuarto de los ingresos totales producidos por el trabajo, “una cifra que no ha evolucionado desde 1990”, señala el estudio.
Si se tienen en cuenta esas labores no remuneradas, ellas ganan el 32% del salario por hora que reciben ellos. Si no se tuvieran en cuenta esas labores domésticas, alcanzarían el 61% del sueldo masculino. Estos datos “revelan, no solamente una discriminación persistente, sino también ineficacias en la manera en la que las sociedades ponen en valor y reparten el trabajo”, señalan los autores.
“Esto limita las oportunidades laborales de las mujeres, limitando su participación en la vida política”, por ejemplo. “No es solo una cuestión de igualdad, sino de ineficacia estructural. Las economías que infravaloran el trabajo de la mitad de la población comprometen su propia capacidad de crecimiento y de resiliencia”, indica el estudio.
Según Ricardo Gómez Carrera, “a pesar de que se han hecho algunos progresos en Europa o América, hay muchas regiones que están muy lejos de la igualdad”. Por regiones, en los países más ricos hay menos desigualdad en este sentido: Europa, Japón, China o Estados Unidos. La brecha se agrava en África, Oriente Medio o América Latina.
“Lo que necesitamos son acciones políticas, para reducir estas desigualdades, si ponemos el foco en los gobiernos y en las políticas de redistribución se pueden reducir”, según Carrera. El economista francés Thomas Piketty insiste en que “las inversiones más inclusivas en educación y salud” pueden reducir esta brecha.
El acceso al capital humano sigue siendo muy desigual, como revela el hecho de que el gasto medio en educación por niño en el África subsahariana es de 200 euros, frente a los 7.400 euros en Europa o los 9.000 en Norteamérica. Esta brecha “condiciona las posibilidades de éxito en las futuras generaciones”.
Ante este panorama, la organización llama a una cooperación a nivel mundial para lograr una fiscalidad progresiva. “Estas desigualdades en 2025 han alcanzado niveles que requieren una atención urgente. Las ventajas de la mundialización y del crecimiento económico solo se benefician una parte minoritaria, mientras que la otra tiene dificultades para acceder a medios de subsistencia. Las desigualdades son extremas y persistentes”.
Creen que los gobiernos pueden reconducir la situación con medidas, y se muestran a favor de “propuestas como la de un impuesto mínimo sobre la fortuna a los multimillonarios, que muestra la cantidad de ingresos que pueden ser movilizados para financiar la educación o el cambio climático”. Como recuerda Lucas Chancel, “es un tema de elecciones políticas”.
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