Por qué la viagra puede ser también el mayor enemigo sexual de la mujer
Algunos expertos advierten que las mujeres pueden sentirse presionadas a mantener relaciones largas, poco placenteras o incluso dolorosas


“Lo peor que les ha pasado a las mujeres en los últimos 15 años es viagra”, aseguraba la diseñadora Diane von Fürstenberg a The Times. Siete años después, la periodista Hannah Pittard explica en The Cut cómo su madre ha desarrollado cierta aversión al sexo a causa del medicamento. “Si bien un urólogo puede mejorar la circulación farmacológicamente y añadir testosterona, la eyaculación no está garantizada. Pero algunos hombres, quizás por el deseo de la satisfacción habitual de la eyaculación, siguen teniendo relaciones sexuales, independientemente de si su pareja quiere o no o si aún obtiene placer”, asegura Pittard.
Aunque las afecciones más comunes en el ámbito de la salud sexual masculina son la disfunción eréctil, la eyaculación precoz y la disminución del deseo sexual, muchas personas confunden estos trastornos. Es importante señalar además que no es necesario lograr una erección completa para eyacular o experimentar un orgasmo. “La toma de los fármacos que potencian la erección no impide que el varón tenga el orgasmo, aunque se puede tener orgasmo sin erección y erección sin orgasmo independientemente de si se toman o no fármacos. Si un varón habituado a tener orgasmos deja de tenerlos tiene un problema de autoestima, inseguridad y puede afectar a la esfera de reproducción necesitando consultar para identificar el problema y tratarlo”, Marisa Lacárcel, Ginecóloga especialista en Reproducción Asistida y directora Médica de Eugin Madrid, y Javier Ruiz Romero, Andrólogo, experto en fertilidad y factor masculino.
Si el tiempo promedio que tarda un hombre en eyacular (una vez que el pene está en la vagina) es de tres a siete minutos, y un hombre mayor con eyaculación retardada puede tardar de 25 a 30 minutos o incluso más, ¿qué puede suponer esto para la pareja, que en el caso de que además tenga una edad avanzada, puede no tener una lubricación del todo favorable? Laura Cámara, enfermera especialista en ginecología y obstetricia, sexóloga, y experta en salud sexual y reproductiva, responde. “Las mujeres que transitan la menopausia frecuentemente se encuentran con problemas como la baja líbido y problemas de sequedad y lubricación que hacen que el coito sea muchas veces complicado. La intervención que hacemos a menudo consiste en ampliar el concepto de placer y erotizar otras prácticas diferentes del coito. En contraposición, nos encontramos con hombres que ante las dificultades para la erección están tomando viagra y que por tanto, dan muchísima importancia a la erección y al coito”, señala. “Nos encontramos por ello con dos problemas que conducen a un callejón sin salida: perpetuar esta sexualidad muy coital donde la erección es un problema y donde la sequedad, la falta de lubricación y el dolor son el otro bache. Hay que hacer ver a la pareja que la sexualidad está sufriendo cambios por ambas partes y que tiene que adaptarse a algo que vaya dirigido a generar unas relaciones sexuales placenteras, no tanto a poder tener y mantener el coito. Si nos empeñamos en mantener esta sexualidad coital con todos estos problemas, vamos a fracasar y muy probablemente, la pareja va a tener unas relaciones cada vez más insatisfactorias”, dice Camara. En el libro Sexopausia (Vergara, 2024) habla precisamente de esos escenarios en los que las mujeres tienen falta de deseo y lubricación y los hombres, ante problemas de erección, reciben como única ayuda viagra sin que se haga una intervención sobre qué tipo de relaciones son las que se necesitan.
La madre de Hannah Pittard explicaba a la periodista que tras un día agotador, le pidió al hombre al que estaba viendo que no tomara viagra esa noche. Él hizo caso omiso. “Me sentí como si fuera una muñeca inflable, como si hubiera desaparecido. Era consciente de que me estaba utilizando y de que estaba siendo cosificada”, señaló. Su amante no eyaculó y la penetración no terminó hasta que ella le clavó las uñas de forma tan profunda en los hombros que él se detuvo a preguntarle qué le pasaba. Un claro caso de la fijación de la pareja por eyacular a pesar de todo, sin tener en cuenta en absoluto a la mujer, que asegura se tuvo que disociar. Nayara Malnero, sexóloga, psicóloga y terapeuta de parejas, no duda en hacer un tajante comentario. “Puede masturbarse o puede quedarse con las ganas. O sea, yo no tengo ganas, pero como tú te has tomado una pastilla (que juntos no hemos acordado) tengo que hacerlo. ¿Dónde están las decisiones personales, el consenso? ¿Dónde están las relaciones consensuadas y deseadas? Si tú te has tomado una pastilla para hacer algo que yo no tengo ganas es tu problema, no el mío”, dice.
Marisa Lacárcel y Javier Ruiz Romero comentan que antes de iniciar cualquier tratamiento que afecte a la vida sexual en pareja, es fundamental que ambas partes abiertamente al respecto y que el hombre cuente con la indicación de un especialista, realice las pruebas necesarias e incluso consulte con un terapeuta que pueda facilitar que ambos miembros de la pareja se sientan cómodos con la medicación y con los efectos que esta pueda tener. “Cuando no existe acuerdo o diálogo, pueden surgir conflictos. En algunos casos, las mujeres pueden sentirse presionadas a mantener relaciones largas, poco placenteras o incluso dolorosas, lo que genera malestar y distancia emocional”, aseguran. “Nunca se debe forzar una situación sexual sin que ambos estén plenamente informados y de acuerdo. La comunicación, el consentimiento mutuo y el acompañamiento profesional son clave para vivir la sexualidad de forma saludable y respetuosa”, advierten.
El sexólogo y psicólogo José Martín del Pliego, responsable del área de psicología del Centro Médico Los Tilos, lamenta la hipersexualización en la que considera que la sociedad se halla inmersa. “Nos obliga a mantener altos niveles de conducta sexual, aunque ya no tengamos esa energía que tal vez tuvimos en otro momento. Además, en nuestra cultura, el sexo gira todo alrededor del coito y del ímpetu sexual masculino. Para muchos hombres que se van haciendo más mayores, supone un trauma no responder sexualmente como lo hacían años atrás”, asegura. “Se empeñan en funcionar como lo hacían antes sin darse cuenta que sus parejas también tienen más edad y sus respuestas genitales no son las de antes”, añade. El Dr Gabriel Bastidas, especialista en medicina sexual de Androclinic, recalca la importancia de que tanto el hombre como su pareja tengan en mente la posibilidad de que la erección no garantice el orgasmo, especialmente si hay otros factores que contribuyen a la disfunción sexual o si el uso de viagra se centra únicamente en la función eréctil sin abordar otros aspectos de la respuesta sexual. Porque, ¿cómo afecta a los hombres que toman viagra enfrentarse a relaciones sexuales en las que no alcanzan el orgasmo, estando tan habituados por las convenciones que el placer masculino prime? “Puede sentir una gran presión y ansiedad. Esto puede llevar a un ciclo de estrés que empeora la situación. Experimentar una erección pero no el clímax esperado puede ser profundamente insatisfactorio y frustrante. Puede llevar a una sensación de “incompletitud” sexual”, dice Bastidas. “Para muchos hombres, la capacidad de eyacular y tener un orgasmo es una parte integral de su identidad sexual y masculina. No poder hacerlo, incluso con una erección, puede afectar negativamente su autoimagen y su sentido de masculinidad. Puede generar dificultades en la comunicación dentro de la pareja. El hombre puede sentirse avergonzado o incapaz de expresar su frustración, y la pareja puede no entender lo que está sucediendo”, explica antes de añadir que la frustración recurrente puede llevar a una disminución del deseo sexual con el tiempo, ya que la experiencia se asocia con el fracaso o la insatisfacción.
Nayara Malnero quiere abrir un paréntesis. “Me gustaría hablar de todas las veces que los hombres vienen a terapia y sus parejas no lo saben porque ellos están tomando viagra a escondidas, engañándolas. De hecho, la última vez que estuve anunciando mi programa patentado para la erección, uno de los chicos decía si podía hacerlo a escondidas de su pareja y, evidentemente, le expliqué que nunca iba a contribuir a una mentira. Creen que, de repente, va a funcionar bien y voy a volver arreglado, pero no. Creen que no va a necesitar la pastilla, cuando lleva tomando pastillas necesariamente, y a escondidas, de su pareja todo este tiempo…”, dice.
Cuando la revista de Oprah Winfrey puso en marcha una encuesta entre más de 400 mujeres cuyas parejas consumían viagra, los resultados fueron sorprendentes. Aproximadamente la mitad de las encuestadas afirmó que su vida sexual mejoró después de que sus parejas comenzaran a tomar el medicamento y el 37 % aseguró que la intimidad emocional se profundizó. Pero mientras que para el 17 % el medicamento “salvó” su relación, el 42 % se oponía a su uso al afirmar que se sientían menos excitadas o menos deseables. El 13 % lamentó además la menor atención que se presta al sexo oral y manual. Por si fuera poco, una de cada diez mujeres aseguraron que su pareja la engañó por primera vez después de tomar el medicamento. Annie Potts, doctora y profesora de la Universidad de Canterbury en Nueva Zelanda, señaló entonces que muchas dijeron sentirse obligadas a tener “sexo a demanda” porque no querían desperdiciar una pastilla o por miedo a decepcionar a su pareja.
Los consultados coinciden en señalar que la comunicación es clave para lograr que el uso de viagra no dañe las relaciones. “Cuando el hombre está obsesionado por cumplir “como un hombre” y ella está harta de forzar situaciones que dejaron hace años de ser divertidas, se fuerzan relaciones coitales poco gratificantes. Ese temor a herir al otro genera más ansiedad entre los dos si no se termina de conversar con calma de lo que puedan estar sintiendo los dos. Si él se termina frustrando, puede hacer una total evitación a cualquier acercamiento físico a su pareja, anticipando fracaso, desvinculándose de ella y salpicando a otras áreas de la relación, porque se pierde intimidad entre la pareja. Callar solo agranda la distancia emocional y perpetúa la insatisfacción de ambos”, advierte José Martín del Pliego. Laura Cámara recuerda que en muchas ocasiones la sexualidad individual se vive no solo desde la percepción individual, sino también desde la percepción de lo que cada uno cree que va a pensar su pareja. “Hay que atajarlo con buenas habilidades de comunicación y con un buen consejo sexológico. No hay que atajar las cosas solo desde la medicalización. Es un problema de malas dinámicas”, dice. Ahora harían falta una píldoras para favorezcan las dotes comunicativas…
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