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La etiqueta de las chanclas no es tan obvia: guía para saber cuándo y cómo está bien llevarlas

Después de que la ópera de La Scala de Milán prohibiera a sus asistentes enseñar los pies, el debate vuelve a estar servido: ¿chanclas más allá de playas y piscinas? Consultamos con expertos en protocolo y estilismo

La influencer Elise Seitz paseando en chanclas por Hamburgo (Alemania)
Carlos Megía

Puede que ya nadie lleve el esmoquin a la tintorería ni se enfunde unos guantes hasta el codo para ir a la ópera, pero de ahí a sentarse en un palco presumiendo de bíceps y con los pies al aire hay un trecho. Así lo considera el Teatro de La Scala, la famosa ópera de Milán que desde hace unos días prohíbe a sus asistentes llevar camisetas de tirantes, pantalón corto o chanclas y recuerda la necesidad de vestir “de acuerdo con el decoro del teatro” forrando el vestíbulo con carteles que así lo recomiendan. La medida, que ha despertado opiniones en todas direcciones (quienes no cumplan el dress code no podrán acceder a la función ni solicitar el reembolso de la entrada), vuelve a poner sobre la mesa la necesidad de cuidar el vestuario estival. Y empezar a hacerlo por los pies.

¿Deberíamos llevar chanclas más allá de playas y piscinas?, ¿cuándo es pertinente o no mostrar los pies?, ¿se puede ir en sandalias a la oficina? La moda es una forma de expresión y, por descontado, cada persona viste como le apetece y como se siente cómoda. La humilde chancla, la de la piscina y las duchas de gimnasio, son hoy un artículo premium,que se vende hasta por 50 veces más del importe acostumbrado. Las hay con logo de Loewe y de Christian Louboutin, pero han sido las hermanas Olsen las que han hecho estallar la polémica con su versión de las sandalias de gomaa 780 euros.

Sin embargo, aunque en los contexto de moda, las chanclas estén permitidas en cualquier contexto, en los entornos más clásicos y laborales todavía se siguen ciertos códigos de vestimenta. Con ayuda de tres expertos –una especialista en protocolo, un diseñador de moda masculina y femenina y un estilista– nos ponemos manos a la obra para elaborar la guía de uso definitiva de las chanclas: cuándo sí, cuándo no y cómo. Spoiler: no todo vale y los expertos recuerdan la necesidad de analizar dónde vamos y qué vamos a hacer antes de priorizar el frescor y la comodidad. A continuación, los pormenores y cómo acertar con el perfecto calzado estival:

La inflencer Jacqueline Zelwis combina vaqueros de Lois con chanclas de la firma Hawaianas.

1. Chanclas, mejor solo en la piscina

Hay consenso entre los expertos consultados: las chanclas deberían reservarse para ir al chiringuito, al vestuario de la piscina o para el paseo de rigor por la playa. “Las chanclas clásicas de goma (flip flop), las de ir a la piscina, deberían quedarse justo ahí”, afirma Juan Avellaneda. Si bien “versiones más cuidadas, con buen diseño y materiales, pueden funcionar en ciudad para un look relajado de verano”, el diseñador recomienda ponérselas “siempre con intención y estilo, no como un ‘me he puesto lo primero que he pillado”. Para evitar este efecto, destierra las opciones de plástico –incluso los modelos tendencia– y recomienda optar por las de piel. “No hay nada peor que correr para coger un taxi y resbalar”, sentencia el estilista Diego Grimaldi desaconsejando su uso en contextos que no sean de puro recreo veraniego.

Chanclas para caminar por la ciudad, ¿sí o no?

2. Entonces, ¿nada de chanclas o sandalias en la oficina?

Una vez las chanclas quedan descartadas para pisar la moqueta corporativa, cabe preguntarse si existen alternativas al calzado cerrado para cumplir con las obligaciones profesionales en plena ola de calor. Marina Fernández, directora de Comunicación y RRII de la Escuela Internacional de Protocolo y Eventos, invita a la reflexión antes de lanzarse a ventilar los pies: “Es posible que la empresa para la que trabajo me permita ir en chanclas pero, profesionalmente, ¿me beneficia?, ¿es esa una imagen que me interesa proyectar?”, se pregunta. Si bien “el protocolo no prohíbe nada” y en este caso se trata de una cuestión de cultura corporativa, la experta recuerda que tradicionalmente “el zapato cerrado se considera más formal que el abierto”. Avellaneda coincide: “Por muy relajado que sea el código, yo evitaría las chanclas en un entorno profesional. Una cosa es ir cómodo y otra es dar sensación de estar de vacaciones en plena reunión”.

Una influencer alemana combina bolso de Chanel con chanclas.

3. Las reglas básicas para enseñar (bien) el pie

Si bien para Fernández a la hora de mostrar los pies “aplican las mismas recomendaciones que para cualquier otra parte del cuerpo que quede expuesta”, Avellaneda se muestra más específico. “La primera regla, y más importante, es llevarlos cuidados. No hace falta hacerse la pedicura cada semana, pero sí mantenerlos limpios, con la piel hidratada y las uñas bien recortadas. Porque, siendo sinceros, un pie descuidado puede arruinar hasta las sandalias más bonitas. Y a veces, puede llegar a ser poco agradable para quienes lo ven”. Grimaldi, por su parte, es el más restrictivo: “Los pies son una de las partes más íntimas de todo ser humano. No hay más que ver el tráfico de fotos de pies online con fines eróticos. Por lo tanto, es recomendable no enseñarlos”. Y advierte: “A todos nos gusta Carolyne Bessette –ducha en el arte de lucir sandalias de dedo con exquisita elegancia–, pero no todos somos Carolyne Bessette”.

4. Los errores que jamás deberíamos cometer

“Un fallo muy común es usar modelos que son demasiado playeros o directamente desgastados, lo que da un aspecto descuidado”, opina Avellaneda. Para el diseñador, también hay quien se lanza a usar chanclas o sandalias sin pensar en el conjunto o en el entorno y hay que tener presente que “no todo vale para todo”. “Y, por favor, si hacen ‘clac clac’ al caminar… mejor buscad otras”, aconseja. Para la experta en protocolo Marina Fernández, “a veces, unas chanclas en la ciudad están tan fuera de sitio como unos Manolos en la playa”, por lo que resulta primordial reflexionar sobre la conveniencia de llevar cierto tipo de calzado en según qué contextos. “No es lo mismo ir en sandalias por las calles de Ibiza que por las de una gran ciudad. El clima, la cultura y hasta el tipo de evento condicionan mucho”, añade el diseñador.

Letizia y la infanta Sofía con sandalias planas de la firma Mércules. La princesa Leonor también con sandalias planas este verano en Mallorca.

5. Las sandalias que pasan la criba (para ellos y para ellas)

En general, las mejores opciones estivales tanto para hombre como para mujer son aquellas que aportan elegancia, que están fabricadas en materiales nobles como la piel y que no otorgan un aspecto descuidado. A saber: modelos tipo ‘fisherman’ o cerrados por delante, pero abiertos por los lados, en el caso de ellos; y las de tiras finas, diseño limpio o detalles especiales, en el de ellas. Aunque es cierto que el zapatero femenino admite más licencias, ya que está mucho más aceptado el uso de sandalias incluso en la oficina o contextos formales. “La reina Letizia, por ejemplo, lleva sandalias abiertas en actos oficiales. Incluso últimamente, y debido a su lesión, la hemos visto en sandalias planas más casual. Al igual que la moda, las costumbres y las tradiciones también evolucionan y no es descartable que este fenómeno se dé en el armario masculino y se combine el zapato abierto con el traje formal al igual que ya ha ocurrido con las zapatillas deportivas, algo impensable hace unos años”, reflexiona Fernández. Para el estilista Diego Grimaldi, más reacio a que esto ocurra, las mejores alternativas a las chanclas y sandalias son las menorquinas y las alpargatas. “Son más dignas y, además, muy nuestras. Es preferible cruzar Chamberí con un par de abarcas, imaginando que estamos en Cadaqués, que con un par de chanclas”, sentencia.

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Sobre la firma

Carlos Megía
Especialista en cultura, estilo de vida y 'celebrities', colabora en diferentes secciones de EL PAÍS desde 2015, además de publicar en cabeceras como 'Harper’s Bazaar' o 'InStyle'. Creador de ‘Un Podcast de Moda’, es licenciado en Periodismo y Comunicación Audiovisual y Máster en Guion por la Universidad Carlos III.
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