Adiós a las chanclas y las camisetas de tirantes en la platea de La Scala de Milán
La ópera italiana ha reintroducido una normativa de vestimenta más estricta, que ya existía, pero no se estaba respetando. Las personas que hayan comprado la entrada y acudan sin respetar estas reglas no solo se quedarán fuera, sino que no recibirán el reembolso del importe de los billetes


El famoso teatro de la ópera de La Scala de Milán quiere acabar con las imágenes de espectadores circulando por la platea en chanclas, con pantalones cortos, con camisetas de tirantes o con cualquier vestimenta que parezca “ropa de playa”. Este templo de la lírica, uno de los más importantes y antiguos del mundo, ha reconocido superar el estricto protocolo que había impuesto tradicionalmente, que imponía el traje completo para los hombres sin importar el calor que hiciera, y que no tiene intención de retomarlo, pero también ha decidido poner límites.
No se trata de imponer normas excesivamente estrictas, como la obligación de llevar corbata o esmoquin, sino de una serie de indicaciones mínimas para entrar con una vestimenta “adecuada al decoro del teatro”. Este veto de ropa demasiado informal y veraniega se introdujo en el reglamento de la ópera milanesa a partir de la temporada estival del año 2015, ante el elevado flujo de turistas que llegaron por la Exposición Universal de Milán. Pero en los últimos tiempos los acomodadores habían sido más permisivos. Ahora, como anuncia La Scala —dirigida desde el pasado febrero por un nuevo superintendente, Fortunato Ortombina— en su página web y con carteles en la entrada y en las taquillas, los espectadores que vistan camisetas de tirantes, chanclas o pantalones cortos no serán admitidos.
Además, las personas que hayan comprado la entrada y acudan sin respetar estas reglas no solo se quedarán fuera, sino que no recibirán el reembolso del importe de los billetes. “No es que haya un código de vestimenta, lo importante es que vengan vestidos. Basta con una camiseta”, ha explicado un portavoz del teatro a la Agencia Efe. Y ha señalado que la decisión se ha tomado por motivos prácticos, ya que los “teatros a la italiana” como La Scala son pequeños y tienen las butacas muy juntas, por lo que lo mejor para todos es evitar posibles vecinos de platea con poca ropa y sudorosos en estos días en los que aprieta la canícula.
La prohibición de las camisetas de tirantes, por ejemplo, no impide la entrada a las señoras que lleven blusas o vestidos sin mangas, y la prohibición de las chanclas no pretende dejar fuera a quienes lleven sandalias más apropiadas. “La dirección invita al público a elegir una vestimenta acorde con el decoro del Teatro, con respeto al propio Teatro y a los demás espectadores”, se indica en la página web.
La dirección del teatro ha tomado la decisión de regular la vestimenta después de recibir numerosas protestas de otros espectadores, los conocidos como loggionistas, un nutrido grupo de apasionados y puristas de la lírica asiduos de La Scala que suelen ocupar los palcos más altos y baratos para seguir con atención la ópera de turno, preparados para el abucheo o a la ovación, según se tercie, y que son populares por ser jueces implacables y enfervorecidos. Muchos de ellos habían escrito cartas al director y publicado imágenes en las redes sociales del panorama en el interior del tempo: en las imágenes se aprecian latas de refrescos vacías y arrugadas bajo las butacas, hombres y mujeres en bermudas o chanclas que se pasean por la platea comiendo o bebiendo o utilizando el móvil en pleno espectáculo, algo que en teoría está también vetado. “Basta, es una vergüenza”, “¿Cómo es posible que se admita a gente en pantalón corto y, además, desgarrado o con los pies casi descalzos?”, “Una locura encontrar espectadores entrando en la sala con latas o botellines y con ropa indecorosa: desde camisetas de tirantes hasta chanclas”, son algunos de los comentarios. “Público con los móviles encendidos durante todo el espectáculo: ¿pero por qué nadie hace nada?”, “No sabéis lo que ha pasado esta noche: una señora ha contestado al móvil durante la ópera e incluso ha entablado conversación...”, dicen otros de los más repetidos en los foros.
En los últimos tiempos, los turistas están en el punto de mira de los abonados históricos y de los incondicionales de La Scala, que se quejan de las escenas que se ven en las representaciones: selfies, huidas en el primer intervalo y caos durante los actos con decenas de espectadores haciendo fotos y vídeos del escenario, aunque no esté permitido y porque la luz de las pantallas molesta al resto.

El superintendente saliente, Dominique Meyer, había optado por una línea más tolerante en estas ocasiones. Y había explicado que en su juventud sus vecinos de butaca lo habían reprendido por su vestuario “de obrero” una de las primeras veces que fue a la Ópera de París, de la que más tarde llegó a ser director general. La cuestión de la vestimenta se ha convertido en un debate caliente que se extiende al modo de comportarse en la ópera y el teatro en general, ya que la prohibición también se refiere a introducir comida o bebida en la platea.
La Revista del Teatro de La Scala aborda este tema con un artículo que se publicará en su próximo número de septiembre y que ya puede leerse en la web. En él, el periodista Alberto Mattioli habla de la necesidad de aplicar el sentido común y de prestar atención a “la forma de estar en el teatro, que al final es más importante que cómo se viste uno”. Y que pasa por respetar unas reglas, algunas no escritas, pero aparentemente obvias, como no utilizar el móvil, aplaudir solo cuando toca y nunca hacerlo de pie, no comentar la función con el vecino de butacas, no abrir caramelos en mitad de la representación o no hacer ruidos en general. También destaca la importancia del protocolo a la hora de “proporcionar normas de comportamiento a quienes no saben cómo comportarse. Es un consejo, no una imposición; una ayuda, no una obligación”.
La Scala amenizará las tardes de verano milanesas hasta el 18 de julio con El lago de los cisnes, con la coreografía de Rudolf Nureyev, y la Norma de Bellini y, tras el parón de agosto, el 6 de septiembre volverá a subir el telón con La cenerentola de Rossini.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
