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La nueva banalización de las drogas: cómo las celebridades están normalizando su consumo

Juegos de palabras que coquetean con el consumo de sustancias tóxicas en ‘prime time’ y pullas políticas han hecho que las drogas se adentren en los medios. ¿Normalizan su consumo o funcionan como freno? Diferentes expertos reflexionan al respecto

NUEVAYoL de Bad Bunny
Marita Alonso

Desde Hetero farlopero, del grupo de Javier Calvo, Raya diplomática, hasta Bad Bunny cantando “el perico es blanco, sí, sí, el tusi rosita (mejor evita)” en NUEVAYoL, sin olvidar la oda al popper de Troye Sivan en Rush, el universo del pop está repleto de referencias a las drogas. Aunque por descontado no son tan extrañas en las letras de los grupos indie (“Nos hemos metido cuatro millones de rayas”, cantaban Los Planetas en Un buen día) ahora se adentran en la música mainstream. Las drogas legales también han pasado a cobrar un nuevo protagonismo. Si hasta hace poco fumar parecía cosa del pasado entre las celebridades que en su día glamourizaron el vicio (¡Hasta Carrie Bradshaw se despidió de sus queridos Marlboro Lights!), Dua Lipa no lo oculta ni en sus conciertos ni en las imágenes que comparte de sus viajes.

La edición de coleccionista de Brat de Charlie XCX es un homenaje al 'polvo blanco'.

Mientras que antaño las cantantes se esforzaban por ocultar su afición al tabaco, en la actualidad ha habido un giro: Rosalía celebró su cumpleaños con bandejas llenas de cigarros e incluso regala un ramo con cigarrillos a Charlie XCX. Ella, por su parte, para la edición limitada del vinilo de Brat apostó por un disco relleno de un polvo blanco con el que la cantante hacía un guiño a alguna sustancia estupefaciente.

Otros personajes del mundo del entretenimiento han abierto el debate sobre su consumo. Es el caso la cómica Chelsea Handler, que no solo habla abiertamente de lo mucho que le gustan las drogas en sus shows, sino en cada entrevista que concede. “Me encantan las drogas... sobre todo las microdosis. Me molesta la forma en la que la gente estigmatiza su consumo. Las drogas pueden ayudar a mucha gente”, dijo en Jimmy Kimmel Live!.

Lejos de intentar ocultar sus vicios, muchas celebridades los han convertido en parte de su discurso en incluso de su personalidad, normalizando e incluso dándoles un barniz de glamour o humor.

Pero en la era de la fragmentación mediática el tratamiento que los personajes públicos con grandes altavoces sociales dan a las sustancias adictivas plantea retos de muchos tipos, dado que es muy complicado regular lo que ocurre en los nuevos medios masivos en las redes sociales. Beatriz Pestaña, directora de Comunicación de Fad Juventud, comenta que la Ley General de Comunicación Audiovisual regula los contenidos de televisión, radio y plataformas audiovisuales para prohibir la emisión de contenidos que fomenten el consumo de drogas. “Aunque existen leyes es muy complicado actuar, porque supone poner cotas al humor. Es cierto que no se emite en horario infantil, pero desde Fad Juventud apelamos a la responsabilidad de los creadores de contenido, tanto en televisión como en las redes sociales”, señala. Ella habla en concreto del caso de La Revuelta, donde la mención del uso lúdico de las drogas como guiño humorístico generó revuelo nacional hace solo unos meses. Tanto que la la Defensora de la Audiencia, Rosa María Molló, invitó el domingo 29 de septiembre al programa RTVE Responde al delegado de Contenidos de RTVE, Agustín Alonso, y al director y productor ejecutivo del programa de David Broncano, Ricardo Castella, para hablar acerca cómo adaptar tanto el contenido como el lenguaje de su espacio y estos se comprometieron con la Defensora a cumplir dos cosas. “Eliminar aquellas bromas y juegos de palabras relativos a drogas de la franja de access prime time y a mejorar gradualmente la presencia femenina”. Así lo reflejó un comunicado de RTVE. Castella no dudó en asegurar que estaban “intentando sujetar a Grison”. Se refiere al colaborador que ameniza el programa de Broncano con su beatbox y que bromea habitualmente con el consumo de drogas haciendo uso de diferentes juegos de palabras. “La gente no lo sabe, pero no he probado las drogas duras en mi vida. Por eso me sorprende cuando alguna vez me han ofrecido por la calle”, aclaró a la revista Lecturas. “Le sujetamos todo lo posible. En prime time hay una normativa que cumplir. Son bromas que son tan elípticas que son más juegos de palabras que incitación. Estamos intentando que haya menos porque hay niños mirando”, aclaró Castella. Sin embargo, cuando los miembros del programa comentaron lo ocurrido, Grison volvió a hacer uso del humor y de los juegos de palabras. “Yo entiendo que nos hemos pasado de la raya y que hay veces que no sabemos por dónde van los tiros…”, dijo Grison. “Yo no meto la nariz donde no me llaman. Lo único que quiero decir es que polvo somos y en polvo nos convertiremos”, añadió.

El colaborador de La Revuelta Marcos Martínez aka Grison.

Un guiño similar hizo el cantante Justin Bieber cuando mostró recientemente en su perfil de Instagram un diseño inspirado en las carcasas de móvil de su esposa, Hailey Bieber. Mientras que las de la modelo cuentan con un espacio en el que llevar los populares labiales de su marca de belleza, Rhode, la propuesta del cantante tiene un hueco diseñado para llevar porros. En La mentira de la fuerza de voluntad (Yonki Books, 2025), un libro en el que habla de cómo algunos famosos e influencers fomentan, en su opinión, el consumo de drogas, Luis Miguel Real escribe: “Los influencers del cannabis niegan los riesgos del consumo excesivo y argumentan que el problema está en los prejuicios de la gente, pues no pasa nada por fumarse diez porros diarios (seguro que los narcotraficantes apoyan la moción). ‘Yo no tengo ningún problema, lo tienes tú, que eres una antigua y estás llena de prejuicios’, dicen. Y se lo siguen creyendo tras decirlo en voz alta”.

“Dejemos una cosa clara. El crack es barato y yo gano millones de dólares como para consumir ese tipo de droga. Aunque no niego que mi estado de ánimo, en ocasiones, ha dependido de mi abuso de ciertas sustancias”, dijo el 4 de diciembre de 2002 Whitney Houston a Diane Sawyer en el programa PrimeTime News, de la cadena ABC. Sus palabras escandalizaron al mundo y a su productor, Antonio ‘L.A.’ Reid,, que confesó en su libro, Sing to me (Harper Collins Publishers, 2015), que siempre se arrepintió de haber expuesto a la cantante al incitarla a conceder la entrevista. El diario Daily Mirror bautizó a Kate Moss en 2005 Cocaine Kate cuando publicó unas imágenes tomadas por uno de sus reporteros con cámara oculta esnifando cocaína. “Después de evaluar la situación, hemos decidido que una campaña con Kate Moss es incompatible con la política de H&M de distanciarse de la droga”, comunicó la firma sueca. Marcas como Chanel y Burberry siguieron sus pasos y se alejaron de la modelo.

Kate Moss en una imagen de 2005.

Un escenario que contrasta de forma radical con el del mundo actual. Baste el ejemplo de Elon Musk, quien no dudó en contar a Don Lemon en una entrevista que cada pocas semanas consume ketamina “recetada por un médico”. Y cuando alguien que ha llevado a su hijo al Despacho Oval habla sin tapujos de algo que en el pasado habría sido ocultado con esmero, no es descabellado afirmar que las drogas ocupan hoy un lugar llamativamente normal en el discurso popular.

Todo esto ocurre además en el momento en el que diferentes administraciones del mundo se plantean la viabilidad terapéutica de algunas drogas. En el caso de España, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha empleado dicho debate para atacar a sus adversarios políticos. Fue el caso cuando dijo de la Ministra de Sanidad, Mónica García: “A ella le gustan los porros y a mí la fruta. Cada uno a lo suyo”. Oihan Iturbide, biólogo clínico y editor de Yonki Books, considera que sus palabras no solo frivolizan, sino que degradan el debate público, algo que asegura impacta en la salud de la gente. “El uso terapéutico del cannabis busca aliviar el dolor crónico en miles de personas, la epilepsia refractaria o los efectos secundarios severos de la quimioterapia por citar solo algunas cosas. Cuando una presidenta autonómica reduce eso a un chascarrillo de patio de colegio, no solo está desinformando, también está reforzando un marco que estigmatiza muchísimo. Es como si dijera que el que consume cannabis es vago e irresponsable. Creo que todos sabemos que no es lo mismo usar una droga como un fármaco que usarla en pleno botellón de adolescentes”, explica a S Moda. Este especialista, además, considera importante recalcar que ridiculizar el uso terapéutico del cannabis pone de manifiesto una doble moral. “La presidenta de Madrid demoniza un uso legítimo y regulado, y al mismo tiempo blanquea el consumo masivo del alcohol, una sustancia perfectamente normalizada, pero igual o más problemática”, matiza.

Isabel Díaz Ayuso.

Es llamativo el hecho de que todas las fuentes consultadas coinciden en señalar la importancia de no olvidar los peligros de la normalización del consumo de alcohol. El Ministerio de Salud indica que es la sustancia psicoactiva más consumida en España y contribuye al desarrollo de más de 200 problemas de salud y lesiones, así como a la muerte prematura. Es también uno de los principales factores de riesgo asociado a enfermedades crónicas o no transmisibles. Pero Iturbide considera necesario resituar el alcohol sin caer en el alarmismo. “Tenemos que esforzarnos mucho a la hora de cambiar su ecosistema narrativo. Tendríamos que lograr que consumir no fuera sinónimo de pertenecer al grupo (temas identitarios) y que, por supuesto, existiera ocio sin alcohol. Para lograrlo habría que hacer lo que ya hemos hecho con el tabaco: regular la publicidad, eliminar el patrocinio en eventos, subir los impuestos y prohibir su consumo en determinados lugares. Creo que estamos muy lejos de eso”, explica.

A su vez, fumar vuelve a considerarse cool. El New York Times acaba de publicar un artículo que denuncia cómo la cultura pop está barnizando con glamour al tabaco. La periodista Esther Zuckerman explica que desde Dakota Johnson en Materialists hasta Addison Rae y Lorde, pasando por Beyoncé, que ha encendido un cigarrillo en el escenario durante su gira Cowboy Carter. Todas ellas están contribuyendo a glamurizar la reputación de esta droga legal.

María Jesús Sánchez, directora y terapeuta del centro Mooment Adicciones y adicta recuperada, matiza que el consumo de ciertas sustancias -entre ellas, por descontado, el alcohol- se considera además parte inherente de ciertas profesiones que incluyen procesos creativos. “Desde Hemingway, que era alcohólico, hasta John Lennon, que supuestamente componía colocado de LSD, tenemos varios ejemplos del personaje bucólico y medio depresivo que buscaba la inspiración en las sustancias, lo que ha dado a entender que la droga va muy bien para el éxito. Es cierto que puede haber éxito en muchas ocasiones mientras te estás drogando, pero luego, ¿qué? Algunos no han caído, pero otros están muertos”, explica a S Moda.

En Sin pasarse de la raya, David Pere Martínez Oró (Edicions Bellaterra, 2015), comenta que algunas personas consideran que si los consumos instrumentales son excepcionales, pueden desvincularse de los daños. Únicamente los considerarán problemáticos cuando sean demasiado frecuentes mientras que para otras personas, son completamente inaceptables, pues su discurso de la regulación solo permite aceptar las drogas durante la fiesta. “En el momento que se descubre al consumidor drogándose durante los tiempos formales, y más si es para realizar tareas que la inmensa mayoría realiza sin contacto con las substancias (ir a clase, fregar, quedar con la familia, ver la tele, o cualquier otra actividad cotidiana), se le colgará con éxito la etiqueta de problemático”, asegura. “Volver a cumplir con las normas marcadas por el discurso de la normalización, es recurrente entre quienes realizan consumos instrumentales. Aunque, como es obvio, algunos omiten resignificar los propios consumos y desarrollan problemas severos”, matiza.

El psicólogo especialista en adicciones Luis Miguel Real hace un apunte. “Uno de los mitos más tóxicos que seguimos arrastrando es el del “genio atormentado”, el escritor que necesita beber para escribir, el rockero que se mete de todo porque eso “alimenta su arte”. Y como algunos llegaron lejos, creemos que esa autodestrucción forma parte del talento. Que el sufrimiento y el consumo son parte del precio de ser brillante. Pero no lo son. Son el precio de no saber cuidarse. De nuevo, el sesgo del superviviente nos la juega. Nos quedamos con Bukowski o Amy Winehouse, pero no vemos a los cientos que murieron sin haber escrito nada ni grabado un disco. O los que acabaron rotos, olvidados, sin gloria. Es muy fácil glorificar el caos cuando no te toca limpiarlo. Que los consumos adictivos no fueron catalizadores de su éxito, fueron obstáculos. Consiguieron triunfar a pesar del alcoholismo, no gracias a él”, dice.

Amy Winehouse junto a su pareja Blake Fielder-Civil en 2007.

En el documental La Joia: Bad Gyal la cantante habla sin ningún tipo de pudor de su afición por los porros. En una comentada escena, la cantante se enerva por haberlos perdido. Aunque reconoció que en esas imágenes se ve “algo brujita” y que después, estuvo un mes sin fumar, confiesa haber vuelto a hacerlo. De hecho, recientemente en su paso por Miami vivió una situación parecida que no dudó en compartir en sus stories de Instagram.

Luis Miguel explica que la cantante, como otras artistas de su escena, no solo habla de porros, sino que los convierte en parte de su estética, de su discurso, de su identidad pública. “Fumar se presenta como símbolo de libertad, de empoderamiento, de autenticidad. Y claro, eso a ciertas edades (y en ciertos contextos) cala muy hondo”, dice. “El problema no es que fume, ni que lo cuente. El problema es que lo romantiza. Porque cuando hablas de porros como si fueran caramelos con purpurina, te estás saltando todas las consecuencias que tiene el consumo habitual: problemas de memoria, de concentración, de sueño, dependencia psicológica, ansiedad, incluso psicosis en algunos casos… Y sobre todo, estás obviando que hay chavales y chavalas de 13 o 14 años que te escuchan y quieren parecerse a ti. Y hoy en día tenemos toneladas de evidencia científica que muestra cómo de peligroso es el consumo de cannabis en la adolescencia”, asegura antes de aclarar que no pretende demonizar el cannabis ni de poner el grito en el cielo, sino que las celebridades sean conscientes del altavoz que tienen.

Bad Gyal durante la presentación de 'La Joia' en Barcelona.

Montserrat Contel, Psicóloga Clínica Consultora con máster en Drogodependencias por la Universidad de Barcelona, matiza que hace más de un año, la cantante también reconoció la vertiente adictiva de este consumo y cómo dificultaba su evolución en múltiples ámbitos de la vida. “Destacó su papel nocivo en el descanso, el sueño, el rendimiento deportivo, la vida saludable, el ánimo y las relaciones familiares e interpersonales, por ejemplo. Se hizo público su intento de cesar el consumo y el esfuerzo que eso representaba”, señala.

En un episodio del podcast Charlas adictivas, especializado en materia de prevención de adicciones y presentado por Ruy Arroyo, la aristócrata Clea Fitz-James Stuart, hija del marqués de Valderrábano y sobrina segunda del duque de Alba, hablaba con absoluta sinceridad de su adicción. “Cada vez tengo más claro que soy adicta de nacimiento por traumas de la infancia. Me siento adicta de siempre”, dijo. Contel explica que el hecho de que personas exitosas y conocidas reconozcan sus adicciones de forma pública ayuda a desestigmatizar la imagen y concepto social acerca del adicto. “Ayudan a romper estereotipos denigrados y denigrantes acerca de las personas afectadas por un trastorno de adicción, que generalmente se asocian a una imagen muy peyorativa y marginal. Creo que al exponerlo públicamente, estas personas muestran una gran valentía, generando reflexión acerca del fenómeno del consumo, acerca de las consecuencias nocivas de la adicción y conciencia sobre la vulnerabilidad humana y los problemas de salud mental”, explica.

Contel matiza además que aunque numerosos estudios avalan que en la población juvenil y adolescente las plataformas digitales pueden influir en su construcción sociocultural e identitaria, el establecimiento de las adicciones es un fenómeno más complejo en el que intervienen diversos factores. “Algunos biológicos, como la genética (el National Institut of Drug Abuse estima que la genética representa entre un 40% y un 60% del riesgo de adicción de una persona), el sexo, la etapa del desarrollo y la edad de inicio en el consumo. Otros factores importantes que intervienen son individuales e intrapsíquicos (estructura de personalidad, vivencias o experiencia vital, etc) y factores ambientales (entre los que se pueden incluir los estresores vitales, la disponibilidad de las drogas en el entorno, el modelo y actitudes familiares, el grupo de iguales y también las influencias socioculturales, efectivamente). No hay un factor único que determine si una persona establecerá una adicción”, advierte.

En el libro La mentira de la fuerza de voluntad, Luis Miguel Real asegura que la gente se fija mucho más en los pocos casos de éxito que en la gran mayoría de casos de fracaso, porque a los fans no les gusta pensar en la larga lista de famosos cuyas carreras artísticas y vidas personales se fueron al garete por el consumo de drogas. “Es mucho más satisfactorio olvidarse de ellos y pensar solamente en los que son aparentemente exitosos, como si eso fuese prueba de que ‘todo el mundo lo consigue’ y no hay ningún riesgo. Cariño, Elon Musk no es millonario por fumar porros, sino porque heredó la fortuna de las minas de esmeraldas de su familia”, escribe.

Comenta a S Moda que en el mundo político y en el tecnológico hay una narrativa muy peligrosa que se repite: la del genio brillante que vive al límite, duerme poco, se infla a café, ansiolíticos o microdosing, y aun así, triunfa. “Nos cuentan que ese consumo “moderado” es parte del secreto del éxito. Que si quieres estar en la cima, tienes que empujar tu cuerpo y tu mente más allá, y si necesitas algo para aguantar, pues adelante. Pero esto es un espejismo. Porque estamos cayendo en el sesgo del superviviente: solo escuchamos a los pocos que han triunfado a pesar de consumir, no gracias a ello”, explica. “Cuando alguien con millones en la cuenta dice que se mete microdosis de LSD para ser más creativo o que aguanta doce horas de reuniones con cinco cafés y dos ansiolíticos, muchos piensan que esa es la clave. Pero lo que no ven es el desgaste que hay detrás, los parches emocionales, la salud mental por los suelos. La adicción no se promociona solo con sustancias. También se vende una idea: que vivir a lo grande es vivir sin límites. Y eso, tarde o temprano, pasa factura. Aunque no lo subas a Instagram”.

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Sobre la firma

Marita Alonso
Redactora especializada en cultura pop y estilo de vida. Licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad Complutense de Madrid. 
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