Nicola Segata, experto en microbioma: “Es más importante comer un poco de diferentes verduras saludables que comer mucho de dos”
El investigador ha liderado un equipo responsable del mapa más detallado de las relaciones entre la alimentación, los microbios de nuestro intestino y la salud

Desde hace mucho sabemos que nosotros no somos solo nosotros. Una colonia de billones de microorganismos en nuestro interior nos condiciona la existencia. Dice la sabiduría popular que para estar delgados solo hace falta más suela y menos cazuela, pero la realidad es bastante más complicada y puede que sea por estos bichitos que nos habitan. Hay estudios que muestran que el ejercicio es poco útil para perder peso, y los científicos tienen dificultades para explicar los motivos de la epidemia de obesidad, que se ha duplicado en muchos países desde 1980.
En los últimos años, el estudio de la compleja relación entre nuestra alimentación y las bacterias del organismo empieza a ofrecer respuestas a estas incógnitas. Para avanzar en el conocimiento de las relaciones entre el microbioma y enfermedades como las cardiovasculares o el cáncer es necesaria la colaboración de informáticos, biólogos experimentales, estadísticos o clínicos que conecten las ingentes cantidades de información que proporcionan las técnicas de secuenciación para convertirlas en herramientas que mejoren la salud.
Uno de los líderes de esta revolución científica es Nicola Segata (Trento, Italia, 43 años). En 2013 fundó un laboratorio en la Universidad de Trento que reúne a científicos de todas estas especialidades para estudiar la diversidad del microbioma humano y su papel en las enfermedades humanas. Acaba de publicar un artículo en la revista Nature en el que, junto a un grupo internacional de científicos, se analizan datos de 34.000 personas para trazar el mapa más detallado hasta la fecha de las relaciones entre la alimentación, los microbios de nuestro intestino y la salud.
Tras clasificar cientos de especies bacterianas según su asociación con marcadores de salud como el índice de masa corporal o los niveles de glucosa, los investigadores han visto que las personas más alejadas de la obesidad o sin enfermedades metabólicas tienen más especies de bacterias favorables y menos de las desfavorables, y que es posible hacer intervenciones con la dieta para mejorar esa composición. Además, han visto que muchas de estas bacterias “buenas” aún no tienen nombre ni se han cultivado, revelando todo lo que queda por conocer y el potencial para basar en esta ciencia una verdadera nutrición de precisión.
Pregunta. En su último trabajo han visto que queda mucho por conocer sobre los ecosistemas de bacterias de nuestro intestino, pero ya se venden muchos productos basados en el conocimiento del microbioma. ¿Sabemos suficiente para utilizar el microbioma en medicina?
Respuesta. Sí, creo que el campo ha mejorado mucho en entender la composición y la función del microbioma, aunque hay muchas cosas que no se conocen. Cada uno de nosotros lleva en su interior especies de microbios que son completamente desconocidas e, incluso, para las especies sobre las que sabemos algo, al menos el nombre o algunas funciones, la mayoría de las funciones se siguen ignorando. Pero no tenemos que entender todo para usar el microbioma en la clínica, porque incluso en la medicina hay muchos tratamientos exitosos y, al menos al principio, no teníamos ni idea de por qué funcionaban. Un ejemplo en este campo es el trasplante de microbios fecales, algo que para algunas enfermedades funciona muy bien, incluso si no sabemos el mecanismo exacto por el que funcionan.
P. Han visto que las personas con más bacterias nocivas tienen un mayor índice de masa corporal. Pero, ¿qué es antes?
R. Somos un sistema complejo que se compone tanto de nuestras células como de nuestro microbioma. Y la dieta actúa en ambos al mismo tiempo, de manera que a veces no se puede separar causa y efecto, solo vemos una asociación. Un caso en el que es posible separarlo es un artículo que publicamos con Francesco Asnicar sobre el café y la abundancia de una bacteria en el intestino que se llama Lawsonibacter asaccharolyticus. Sabemos que no es solo una asociación porque cuando cultivamos el microbio in vitro, crece mucho mejor si agregamos café. Pero el café es una comida especial, porque podemos tomarla tres veces al día o ninguna, y es muy particular. La mayoría de las veces es imposible desenredar la causa y el efecto.
P. ¿Hay veces en que hay alimentos que son buenos, pero que están asociados a bacterias nocivas?
R. En primer lugar, parece que no hay una buena dieta universal, al menos desde el punto de vista de la microbiota. La misma dieta puede tener un impacto diferente en distintos individuos porque la microbiota de cada uno de nosotros es muy diferente y la microbiota influye en cómo procesamos la comida. Además, hay muchas bacterias que pueden ser buenas en algunos individuos y no tan buenas en otros. Porque son diferentes individuos, pero también porque hay variantes de la misma especie.
P. ¿Este tipo de investigación servirá para personalizar las dietas?
R. La idea es avanzar hacia la nutrición personalizada, porque diferentes comidas tendrán un efecto distinto en diferentes microbiotas. El objetivo es entender cuáles son las comidas que modifican el microbioma de la manera correcta para ti. Pero tengo que decir dos cosas. Primero, esto tiene un impacto solo si tu dieta de base ya es una dieta relativamente buena. Si comparamos a alguien que toma comida rápida todos los días con alguien que come una buena dieta, el problema de la primera persona no es la personalización. Pero entre dos dietas buenas, la diferencia sí puede lograrse con personalización.
P. ¿Los probióticos pueden ser útiles para mejorar nuestro microbioma y nuestra salud?
R. Hay dos cosas diferentes. Una cosa son los prebióticos, fibras u otros compuestos que pueden modificar la microbiota, y otra son los probióticos, organismos vivos que, en teoría, podrían colonizar nuestro intestino. Ambos enfoques pueden cambiar la microbiota, lo difícil es saber cuál de estas intervenciones va a tener éxito y va a provocar los cambios que deseamos. Hay probióticos que no sobreviven en nuestro intestino y hay otros probióticos de nueva generación que sí pueden hacerlo. No digo que no pueda funcionar, pero debemos pensar en ellos como suplementos que funcionarían en unos individuos y no en otros, igual que unas comidas funcionan mejor para unas personas que para otras. Probablemente, será más fácil modificar la microbiota a base de prebióticos o alimentos, también desde el punto de vista regulatorio, porque los probióticos que tienen mayores posibilidades de éxito son las de nueva generación o bacterias que ya están en el cuerpo de la gente, pero introducirlas en otras personas es difícil. Tenemos que poder cultivar y producir esos microbios y asegurarnos de que no son malos. En lugar de eso, muchos de los prebióticos presentes en la comida, como en los productos lácteos, no son un problema, aunque su efecto puede ser menor.
P. Ha hecho trabajos que muestran que parte de la composición de nuestro microbioma depende de las personas con las que nos relacionamos. ¿La mejora de nuestra microbiota intestinal depende de decisiones individuales o requiere de políticas que actúen a nivel poblacional? No sé si puedes cambiar tu microbiota si todos tus amigos o tu familia no lo hacen.
R. Los microbios son organismos vivos que no se generan en nuestro cuerpo, vienen de algún sitio. Igual que transmitimos patógenos, transmitimos bacterias buenas. Si nos ponemos extremistas, podríamos decir que tienes que elegir a tus compañeros basándote en la microbiota que te pueden transmitir, pero no tiene mucho sentido.
Los microbios también vienen de la comida. Los productos fermentados tienen muchos microbios, las verduras menos, y cuando comemos esos productos también ingerimos las bacterias o los hongos que contienen y algunos de ellos tienen un impacto en nuestro intestino. Hemos mapeado la composición del microbioma de la comida y hay un solapamiento con el microbioma del intestino. Sin embargo, la mayor parte de los microbios no vienen de la comida.
P. En otros trabajos también ha visto que enfermedades no transmisibles, como el cáncer o la diabetes, son, hasta cierto punto, transmisibles a través del microbioma.
R. Sí, también puede ser un poco el caso de la obesidad. Pero cuando hablamos de este artículo, el efecto de la dieta en la microbiota es algo que hemos cuantificado y es mucho mayor que el de nuestra interacción social sobre el riesgo de desarrollar diabetes o convertirte en obeso. Algunas bacterias que nos transmiten otros individuos pueden aumentar el riesgo de enfermedades metabólicas, pero los principales factores de riesgo vienen de nuestra dieta y de las interacciones dentro de cada individuo entre dieta y microbioma.
P. ¿Han encontrado algún efecto que no sea intuitivo de esas relaciones entre dietas y microbioma?
R. Hemos visto que el aspecto alimentario que tiene un impacto más positivo en nuestra microbiota es la diversidad de los alimentos que comemos. No es necesariamente la cantidad de cada verdura saludable; es más el número de diferentes tipos de verduras saludables que comemos cada día. Es más importante comer un poco de diferentes verduras saludables que comer mucho de una o dos. Esto es porque, incluso buenas comidas, tienen diferentes efectos en diferentes microbiotas y queremos una diversidad de microbios saludables, no solo de unos pocos.
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