Cuarenta años dando forma a España
La neutralidad ha sido clave para que el país haya integrado masivamente en la red eléctrica las energías renovables sin renunciar a la fiabilidad del suministro

Hace 40 años, España tomó una decisión que cambió para siempre la forma de entender el sistema eléctrico: crear una empresa encargada en exclusiva de la operación del sistema y el transporte de electricidad en alta tensión separada del resto de actividades (generación, distribución y comercialización). Así es como nació en 1985 Red Eléctrica de España, el primer transportista único y operador del sistema (TSO, por sus siglas en inglés) del mundo. Cuatro décadas después, este modelo es una referencia global, adoptado en toda Europa por su eficiencia, seguridad, neutralidad e independencia.
Aquel diseño institucional perseguía —de una forma entonces valiente y en la actualidad plenamente validada— la neutralidad, la independencia, la transparencia y el interés general. Red Eléctrica no produce ni vende electricidad, no decide el mix energético, no interviene en los precios ni estos determinan sus ingresos, que son establecidos por el regulador español, la CNMC.
Su función es garantizar el equilibrio entre generación y demanda, que la electricidad llegue con calidad y seguridad a todos los consumidores, y que el sistema eléctrico sea neutral y abierto a todos los interesados, grandes o pequeños, de tecnologías renovables, consolidadas o emergentes. Esa neutralidad ha sido clave para que España haya podido integrar masivamente en la red eléctrica las energías renovables sin renunciar a la fiabilidad del suministro.
La independencia de Red Eléctrica no es un principio abstracto: es una condición operativa indispensable. Solo un operador neutral puede garantizar que cada decisión técnica se adopta en beneficio del sistema en su conjunto y no de un interés particular. Esa misma neutralidad asegura un despliegue ordenado de las infraestructuras coherente con la política energética y las necesidades económicas y sociales del país. Y al menor coste para los ciudadanos.
En estas cuatro décadas, la red eléctrica española ha afrontado —y superado— grandes dificultades. La compañía ha sido una palanca fundamental en la transformación de España en una nación próspera y competitiva: desde los años 80 del siglo pasado, cuando se necesitaban infraestructuras de primer nivel, en una incipiente globalización que exigía la modernización del tejido productivo tras la reconversión industrial; o en los 90, al hacer posible el tren de alta velocidad, o en hitos tan recordados como los Juegos Olímpicos de Barcelona o la Expo de Sevilla.
En estos 40 años, Red Eléctrica también ha mostrado la resiliencia del modelo TSO, pensado para el largo plazo y capaz de prepararse para eventos extremos, como el ciclón Klaus (2009), la pandemia del COVID, Filomena (2021) o la terrible DANA de Valencia en 2024. Todos ellos muestran la capacidad de resistencia de nuestro sistema eléctrico, no solo en el día a día, sino en situaciones muy comprometidas.
Pero sin duda la prueba definitiva había de venir en este año del aniversario, con el primer cero peninsular de nuestra historia. El 28 de abril, un fenómeno multifactorial de características nunca vistas, ni siquiera descritas en la literatura académica, encontró una Red Eléctrica preparada para lo imprevisible. La respuesta fue inmediata, coordinada y eficaz. El suministro se repuso en tiempo récord y el sistema eléctrico español demostró de nuevo su robustez y resiliencia.
Antes, durante y después del cero, Red Eléctrica respondió como siempre hace, con excelencia profesional, con garantías técnicas y cumplimiento estricto de la normativa. Corresponderá a otros agentes del sistema explicar por qué su actuación no fue equivalente; qué causó las oscilaciones que pusieron el sistema en riesgo; por qué determinados grupos acoplados no se comportaron como estaba establecido para controlar la tensión; por qué determinadas plantas de generación se desconectaron indebidamente; por qué, a día de hoy, las compañías involucradas no han facilitado a los investigadores todos sus datos, o por qué de las 67 empresas a las que el comité investigador pidió autorización para hacer públicos los datos disponibles, solo una (Red Eléctrica) aceptó.
Todos nos enfrentábamos a lo desconocido. Sin embargo, no todas las respuestas fueron iguales, ni todos los agentes estaban igualmente preparados para afrontarlo y permitir la recuperación del sistema con la rapidez y eficacia con la que lo hizo Red Eléctrica.
Porque, frente al modelo fragmentado de otros sistemas, la actuación integrada del operador y el transportista redujo el riesgo operativo y aseguró la interlocución directa y la coordinación inmediata entre ambas funciones, lo que posibilitó una reposición del suministro ordenada, sincronizada y especialmente rápida; conscientes, no obstante, de que cada minuto sin suministro afectaba directamente a los ciudadanos.
Como herramienta básica para el crecimiento sostenible de nuestro país, la red de transporte, que gestiona, opera y desarrolla Red Eléctrica, ha permitido atraer nuevas industrias —baterías, hidrógeno renovable, centros de datos, fábricas de componentes electrónicos— que necesitan un suministro limpio, estable y competitivo. El refuerzo, la modernización de estas redes siguiendo la planificación estatal, y la operación del sistema que realiza Red Eléctrica son factores que generan la confianza suficiente para hacer posibles esas inversiones
En 2025, más del 56 % de la generación nacional habrá tenido su origen en fuentes renovables, sol, viento y centrales hidráulicas que, además de ser claves en la lucha contra el cambio climático, contribuyen a abaratar los precios de la energía tanto para el pequeño consumidor como para la industria, haciéndola más competitiva.
Pero sin redes robustas, no hay electrificación; sin electrificación, no hay industria, y sin ella, la soberanía de la Unión Europea se ve seriamente comprometida.
Para garantizar esa autonomía estratégica, es preciso impulsar las interconexiones transfronterizas, porque España necesita a Europa para dejar de ser una isla energética y desarrollar su potencial como hub energético; pero la economía europea también necesita la producción renovable de la Península Ibérica para cumplir con sus objetivos de descarbonización.
El valor del modelo TSO se mide también por su capacidad de evolucionar sin perder su esencia. En 1985, Red Eléctrica nació para integrar un sistema basado en combustibles fósiles. En 2025, opera un sistema descentralizado, digital y renovable, donde la generación distribuida y el autoconsumo crecen cada día. Y en las próximas décadas, será el eje de una red inteligente y descarbonizada que unirá energía, datos y territorio.
La independencia técnica y la vocación de servicio público seguirán siendo sus pilares. Porque la red de transporte no es una infraestructura más: es la espina dorsal del progreso del país. Cada nueva línea, cada interconexión, parte de un trabajo de diálogo con el territorio en que se implanta, de una escucha activa que permite atender no solo las necesidades del sistema, sino también las de quienes viven allí donde la red se despliega. Se trata de diseñar y adaptar la infraestructura desde el inicio a los modos de vida, a la realidad social y a la sensibilidad de cada comunidad.
El futuro exigirá más red, más digitalización y más inteligencia, en armonía con el territorio y contribuyendo al bienestar de quienes lo habitan; y lo encontrará en la solidez que solo puede ofrecer una empresa como Red Eléctrica, que nació para servir al interés general.
Beatriz Corredor es presidenta de Redeia.
Tendencias es un proyecto de EL PAÍS, con el que el diario aspira a abrir una conversación permanente sobre los grandes retos de futuro que afronta nuestra sociedad. La iniciativa está patrocinada por Abertis, Enagás, EY, Iberdrola, Iberia, Mapfre, Novartis, la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), Redeia, y Santander, WPP Media y el partner estratégico Oliver Wyman.
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