Hiperconectividad y llamadas holográficas: las ‘telco’ corren para adaptarse a un mundo cada vez más exigente
La industria de las telecomunicaciones se reinventa en medio de la presión regulatoria, la caída de los ingresos y el auge de nuevas tecnologías


Antonio García Romero es el director ejecutivo de Teldat, una empresa de telecomunicaciones española, y hace unas semanas renovó su nevera. “Hasta el modelo más barato tenía conexión wifi”, dice. El ser humano está cada vez más presente en la nube y el desarrollo de las redes de comunicación y los dispositivos inteligentes han permitido al mundo entrar en una nueva era de hiperconectividad, donde la nevera solo es la guinda del pastel. Un ciudadano cualquiera de una ciudad tranquila de España puede conectarse a la red con el coche, la televisión, el reloj, la tablet, el móvil, el ordenador, y gracias a Alexa, el altavoz inteligente de Amazon, hasta la lámpara del salón o las persianas están conectadas.
Esta nueva realidad requiere de redes cada vez más potentes, anchos de banda más amplios y una latencia ―el tiempo que tarda un dato en llegar a su destinatario― menor. Una nevera, por ejemplo, es un aparato sencillo y con pocas necesidades de conexión, pero las redes del futuro, desde el 5G más avanzado hasta el 6G, se están diseñando para sostener conexiones mucho más potentes, nuevas formas de comunicación e interacción digital que hace una década parecían imposibles. Las llamadas holográficas, la cirugía en remoto, las fábricas automatizadas, los vehículos autónomos, los sistemas agrícolas de precisión o las ciudades inteligentes forman parte de un futuro cada vez más próximo y que exige cables más fuertes.
Javier Arenzana, responsable de telecomunicaciones de la consultora KPMG en España, apuesta por un futuro en el que la tecnología estará mucho más integrada en la vida. “La proliferación de la IA y de lenguaje natural cambiará las interfaces de acceso. Nos comunicaremos tanto con agentes digitales que el sentido de la comunicación dejará de asociarse solo a la comunicación con las personas”, analiza. Este cambio de paradigma ha obligado a las grandes empresas del sector a poner en marcha procesos de transformación para innovar y adaptarse a las nuevas necesidades del cliente.
Del 5G al 6G, un salto de gigante
El despliegue del 5G en España, clave para esta transformación, avanza a buen ritmo. A mediados de 2023, ya alcanzaba al 92,3% de la población, según datos del Ministerio para la Transformación Digital. Sin embargo, si se tiene en cuenta la cobertura real en la banda de 3,5 GHz, la más importante para la plena capacidad del 5G y la considerada por la Unión Europea como “la banda prioritaria”, el porcentaje se reduce al 58,13%.
En el entorno rural, la expansión avanza más despacio, aunque ha crecido significativamente: del 50,4% al 68,9% en un solo año. El Gobierno ha invertido más de 1.000 millones de euros para impulsar esta red junto con la fibra óptica, especialmente en municipios pequeños.
A diferencia del 4G, el 5G permite conectar muchos más dispositivos a la vez, reducir la latencia y habilitar servicios que requieren comunicaciones en tiempo real, como el control de robots en fábricas, la videovigilancia inteligente o el coche autónomo. La siguiente etapa, el llamado 5G Advanced, introducirá mejoras en eficiencia energética, estabilidad y seguridad. Ruth Gamero, experta en tecnología de Telefónica, asegura que “van a mejorar la eficiencia espectral y la energética, aprovechando toda la funcionalidad del 5G para nuevos servicios”. A largo plazo, el 6G promete un salto aún mayor.
Conectividad por satélite
La tecnología está aún en fase de estandarización, pero ya se perfila como una red que combinará comunicación y detección, con velocidades de hasta un terabyte por segundo y latencias mínimas. “El 6G va a estandarizar todas las conexiones. Las redes terrestres se van a poder conectar con sistemas LEO [satélites en órbita baja]”, explica García Romero, de Teldat. A su juicio, esta evolución será clave para hacer posibles nuevas aplicaciones como la cirugía remota o la agricultura autónoma. “No solo necesitamos más ancho de banda, también menos latencia. Esa es la clave para que una máquina actúe en remoto sin fallos”, asegura.
Un ejemplo lo ofrece su empresa, con 252 empleados y que gestiona la red wifi de los trenes de alta velocidad de Renfe. “Lo que hacemos ahora es que, cuando las operadoras tienen mala conectividad en ciertos tramos, el sistema cambia automáticamente a Starlink, el servicio de internet por satélite de alta velocidad desarrollado por SpaceX".
“Así, el cliente sigue navegando sin problema mientras va en tren”, cuenta García Romero. Este tipo de soluciones híbridas, que combinan redes móviles, fibra y satélites LEO, son cada vez más comunes en entornos rurales, industriales o móviles. “A un pueblo de Cuenca no llega la red terrestre, pero sí que hay cobertura satélite”, relata el director de Teldat.
Reinventarse o morir
A pesar del crecimiento exponencial del tráfico de datos, las grandes operadoras enfrentan una crisis estructural de rentabilidad. Según el informe The Ideal Telco, de la consultora Oliver Wyman, las empresas de telecomunicaciones europeas están poco valoradas por el mercado: cotizan a precios muy bajos en comparación con los beneficios que obtienen. “La fragmentación del mercado europeo y la presión comercial han reducido los márgenes”, afirma Arenzana. Y añade: “Los reguladores deberán permitir que las fusiones generen realmente estos beneficios y al mismo tiempo mantener los incentivos a la innovación comercial y tecnológica”.
Para ello, en el informe se propone una reestructuración profunda del modelo de negocio: eficiencia operativa extrema, separación entre red e innovación, y diversificación hacia nuevos servicios digitales. El sector necesita, según sus autores, topline permission —permiso de crecer en ingresos sin destruir valor— y una cash conversion efficiency mucho más agresiva, es decir, mayor eficiencia en convertir ingresos en caja real.
Esto implica, según el análisis, una transformación completa, desde la experiencia del usuario —más personalizada— a una reconfiguración total de los modelos operativos.
Para revertir la percepción actual que tienen las telcos, el documento sugiere que se centren en dinámicas competitivas sostenibles entre operadores y responsables políticos, una diferenciación clara entre marcas premium y de bajo costo, en el uso de estrategias personalizadas, y en expandirse más allá del negocio principal.
“Además de racionalizar la estructura de costes y simplificar operaciones, las telcos también deberán separarse internamente en dos capas: una orientada a la estabilidad del negocio principal y otra dedicada a la innovación, capaz de escalar servicios digitales como ciberseguridad, cloud, identidad digital o Fintech”, se recoge en el informe de la consultora. La telco ideal, señalan, no opera como un todo integrado, sino como una federación de unidades con objetivos diferenciados, una centrada en eficiencia y otra en crecimiento. Esta diferenciación permitiría que las telcos puedan competir con los gigantes tecnológicos sin quedar atrapadas en su infraestructura heredada.
Los expertos de la consultora también identifican algunos factores genéricos de la propia industria que favorecerán a las telcos que sepan aprovecharse de ellos, como el hecho de que las redes de telecomunicaciones han pasado de ser meros proveedores de conectividad a convertirse en activos estratégicos fundamentales para la seguridad nacional; que los reguladores están empezando a replantearse las estructuras de mercado actuales; que la próxima ola de innovación tecnológica será más larga, previsible e incremental en comparación con los grandes saltos tecnológicos previos, y el hecho de que los operadores tradicionales en mercados maduros están priorizando la expansión del mercado y sus servicios sobre el crecimiento de su cuota de mercado.
El sector de las telecomunicaciones no puede depender solo de la conectividad, defienden los expertos. Deben convertirse en proveedores tecnológicos integrales, capaces de ofrecer desde ciberseguridad a servicios en la nube, análisis de datos o plataformas abiertas para terceros. En un entorno donde todo está conectado, la clave ya no está solo en tender el cable, sino en lo que ocurre encima de ese cable. “No puedes vivir de cavar zanjas y meter cable. Ese servicio está estandarizado”, advierte García Romero. Se refiere a que el exceso de competencia ha hundido la posibilidad grandes beneficios.
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