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Desarrollo en África
Tribuna
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Las soluciones agrícolas que África necesita para combatir el hambre

Un informe publicado por la ONU calcula que en 2030 el continente africano concentrará el 60% del total de personas con desnutrición

Hambre en África

Según el informe El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2025, publicado el pasado julio por los cinco principales organismos de Naciones Unidas que trabajan en el tema, la cantidad de personas que sufren hambre en el mundo se redujo de 688 millones en 2023 a 673 millones en 2024. Pero el progreso ha sido desigual: África experimentó un ligero aumento del número de personas desnutridas, de 296 millones a 306 millones. Y lo que es peor, el patrón se mantendrá: el informe calcula que a pesar de la disminución mundial del hambre, en 2030 habrá todavía 512 millones de personas desnutridas, de las que casi el 60% estarán en África.

Pero los gobiernos del continente pueden evitarlo. La estrategia más eficaz sería mejorar la productividad agrícola de África y mantener los avances contra fenómenos meteorológicos extremos como sequías e inundaciones. Para ello los gobiernos deben colaborar con la Unión Africana y con las principales partes interesadas en el sector agrícola, entre ellas universidades, instituciones de investigación, socios para el desarrollo, ONG, instituciones financieras y organizaciones filantrópicas.

El trabajo debería centrarse en cinco áreas. En primer lugar, hay necesidad urgente de movilizar inversiones para mejorar la salud del suelo y revertir el deterioro ambiental en África, que es una de las principales causas de inseguridad alimentaria y hambre. Hasta el 65% de las tierras cultivadas africanas están degradadas, y la erosión provoca en todo el continente una pérdida de nutrientes del suelo equivalente a nada menos que 4.000 millones de dólares (3.436 millones de euros) cada año. En particular, el cultivo continuo reduce la fertilidad del suelo y el rendimiento de las cosechas africanas.

Hasta el 65% de las tierras cultivadas africanas están degradadas

Los dirigentes africanos están tomando conciencia de esta crisis. En 2024, la UA convocó una cumbre sobre fertilizantes y salud del suelo, que reunió a una amplia coalición de partes interesadas para debatir estrategias que permitan mejorar la productividad de los cultivos africanos. Puede que el resultado más importante de la cumbre haya sido la elaboración de un plan de acción para la salud del suelo en todos los sectores agrícolas, con énfasis en fomentar el nacimiento de asociaciones multisectoriales.

En segundo lugar, África debe aumentar la inversión en investigación y desarrollo agrícola para hacer posibles mejoras de productividad sostenibles. Hoy la mayoría de los países africanos destinan a I+D agrícola menos del 1% del PIB del sector agrícola. Aumentando este porcentaje y movilizando capital privado, los gobiernos africanos pueden impulsar innovaciones que van de la creación de especies vegetales de alto rendimiento y resistentes al clima hasta sistemas de alerta temprana para plagas y enfermedades.

En tercer lugar, los gobiernos africanos y las demás partes interesadas deben garantizar la adopción de las tecnologías actuales y futuras por parte de los agricultores; esto incluye sistemas de riego con inteligencia climática, pronósticos meteorológicos en tiempo real y plataformas móviles para la provisión ágil de formación, recomendaciones y apoyo. Varios países comienzan a reconocer que fomentar y habilitar la adopción de los últimos avances es esencial para mejorar la eficiencia y la resiliencia del sector agrícola. Por ejemplo, a principios de este año Botsuana lanzó un satélite propio, que tendrá como una de sus misiones proveer datos agrícolas en tiempo real.

Pero para acelerar la adopción de estas innovaciones, no basta que los gobiernos las difundan. También deben dar más apoyo financiero a los agricultores, colaborar con las universidades para ofrecer formación continua e invertir en infraestructuras críticas, por ejemplo rutas, electricidad y conectividad digital. Todo esto empoderará a los agricultores para ser participantes activos en la transformación de la agricultura africana.

Las mujeres constituyen aproximadamente el 40% de la fuerza laboral agrícola de África, pero enfrentan barreras sistémicas

En cuarto lugar, hay que prestar especial atención a las mujeres, que constituyen aproximadamente el 40% de la fuerza laboral agrícola de África, pero enfrentan barreras sistémicas que les impiden una participación plena y equitativa en el sector. Una posibilidad para los gobiernos es crear programas de capacitación y poner en práctica políticas que den respuesta a algunos de los desafíos que enfrentan las agricultoras (entre ellas el acceso insuficiente a la propiedad de las tierras); esto ayudaría en gran medida a impulsar el desarrollo rural y reducir el hambre.

Por último, hay que estimular la participación de la población joven de África, que crece a gran velocidad y va camino de duplicarse de aquí a 2050. Los jóvenes africanos poseen la energía, la creatividad y el impulso emprendedor que se necesitan para reforzar la seguridad alimentaria; pero sus capacidades siguen infrautilizadas, lo que se debe en gran parte a que carecen de acceso suficiente a financiación y asesoramiento. Para reducir el hambre y crear condiciones para un crecimiento económico duradero, los gobiernos africanos, la UA y otras partes interesadas deben invertir en la próxima generación de líderes e innovadores agrícolas y proveerles los recursos y la formación que necesitan para triunfar.

Para revertir la alarmante tendencia al aumento del hambre en África se necesitan medidas urgentes. La seguridad alimentaria empieza por suelos sanos y un crecimiento sostenible de la productividad, lo que demanda adoptar prácticas agrícolas regenerativas, invertir en investigación agrícola y adoptar nuevas tecnologías. Pero estos cambios deben ir acompañados de esfuerzos que empoderen a los agricultores (en particular las mujeres) y liberen el potencial de la juventud africana. El continente ya tiene las semillas de la solución al problema del hambre; ahora solo necesita condiciones adecuadas para cultivarlas.

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