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Acabar con la malaria matando a los mosquitos que pican a seres humanos: una prometedora herramienta para combatir esta enfermedad

Un estudio realizado en Kenia ha demostrado ser capaz de reducir un 26% la transmisión de paludismo administrando ivermectina a la población

Malaria
Silvia Laboreo Longás

Un fármaco que inocula en la sangre un veneno para mosquitos transmisores de malaria. Esta idea, la de utilizar el propio cuerpo humano para asesinar a estos vectores de paludismo y reducir así la transmisión de esta enfermedad, es la que está detrás de un nuevo estudio publicado en la noche de este miércoles en The New England Journal of Medicine. Se trata del ensayo clínico BOHEMIA, la mayor investigación hasta la fecha donde se examina el potencial del fármaco ivermectina como herramienta complementaria para el control de la malaria.

El proyecto, coordinado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), en colaboración con el Centro de Investigación en Salud de Manhiça y el KEMRI-Wellcome Trust Research Programme y financiado por Unitaid, demostró que la ivermectina combinada con el uso de mosquiteras logró reducir en un 26% las nuevas infecciones de malaria. Este fármaco antiparasitario, usado para tratar enfermedades tropicales desatendidas como la oncocercosis y la filariasis linfática, ha demostrado ser capaz de reducir la transmisión de la malaria al matar a los mosquitos que se alimentan de personas tratadas con este medicamento.

El ensayo clínico administró una vez al mes durante tres meses 400 microgramos por cada kilogramo de este fármaco a 28.932 niños de entre 5 y 15 años en Kwale, un condado costero de Kenia con alta carga de malaria. La prueba suministró más de 56.000 tratamientos al inicio de la temporada de lluvias. “Ese es el momento en que los mosquitos se reproducen de forma exponencial, pero si tú logras pillarles al comienzo, es posible que trunques esa curva que va subiendo y entonces disminuya la transmisión”, explica en una entrevista por videollamada Carlos Chaccour, coinvestigador principal de BOHEMIA e investigador de ISGlobal en el momento del estudio. Pasados los tres meses, los resultados fueron prometedores: los niños y niñas que recibieron ivermectina presentaron una reducción del 26% en la incidencia de malaria respecto a aquellos que recibieron albendazol, el fármaco de control utilizado en el estudio.

Los niños que recibieron ivermectina presentaron una reducción del 26% en la incidencia de malaria respecto a aquellos que recibieron albendazol, el fármaco de control utilizado en el estudio

El científico, que actualmente trabaja en el Centro de Desarrollo Internacional de la Universidad de Navarra, explica que, entre el año 2000 y el 2015, iniciativas como las mosquiteras tratadas con insecticidas o la pulverización intradomiciliaria redujeron en gran medida la mortalidad por paludismo. Pero, desde entonces, los avances se han estancado por razones como la aparición de resistencia a los productos químicos, los cambios en el comportamiento de los insectos y la disminución de fondos. Según el último informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2023 se registraron 263 millones de nuevos casos y 597.000 muertes por esta enfermedad, el 95% de ellas en África.

“Por eso, algo que te permita matar a los mosquitos, sin importar el horario o el lugar donde piquen, es interesante como estrategia de distribución masiva”, afirma. El investigador añade que este método “no es una bala de plata”, sino una herramienta adicional que además tiene la ventaja de que la llevas puesta. “Te puedes infectar, no hay protección individual. Pero los mosquitos que me pican a mí no pican a mis hijos. El beneficio individual viene dado por una mejoría de la malaria en mi comunidad”, explica.

Una persona sostiene unas pastillas de ivermectina.

El análisis también concluye que el uso de ivermectina tiene otros beneficios directos para la población, además de su uso tradicional para tratar la oncocercosis y la filariasis linfática, ya que disminuye de forma importante la sarna, los piojos, es bueno para parásitos intestinales y mata a los chinches de cama. “Esta investigación tiene el potencial de transformar el futuro de la prevención de la malaria, especialmente en regiones endémicas donde las herramientas actuales están perdiendo efectividad”, concluye en un comunicado Regina Rabinovich, investigadora principal de BOHEMIA y directora de la Iniciativa para la Eliminación de la Malaria de ISGlobal.

Entre las limitaciones, Chaccour menciona que se trata de un estudio conducido solo en niños y también bajo condiciones de ensayo clínico. “Por lo tanto, estás siempre encima de la gente y muy pendiente de que todos tomen [el fármaco]. Todavía falta saber cómo funciona desde el punto de vista operacional: si lo pones en marcha en un país y lo distribuyes a todo el mundo”, explica.

Esta investigación tiene el potencial de transformar el futuro de la prevención de la malaria, especialmente en regiones endémicas donde las herramientas actuales están perdiendo efectividad
Regina Rabinovich, investigadora principal de BOHEMIA y directora de la Iniciativa para la Eliminación de la Malaria de ISGlobal

Además, la idea original era conducir dos ensayos clínicos a la vez, el de Kenia y uno en Mozambique, en el distrito rural de Mopeia. Sin embargo, su implementación se vio gravemente afectada en 2022 por el ciclón Gombe y un brote posterior de cólera, que interrumpieron significativamente las operaciones. El estudio de Mozambique se encuentra ahora en fase de revisión, pero, según explica Chaccour, sus hallazgos no son interpretables porque se quería llegar al 64% de la población y se alcanzó a la mitad y también hubo otros problemas logísticos que ralentizaron el proceso. “[Los resultados] tienen utilidad para saber cuáles son las variables clave que hay que tocar a nivel poblacional. Pero no es un estudio que apoye el uso, ni tampoco uno que diga que no sirve para nada, que también eso sería útil”, resume el investigador.

Chaccour explica que ahora “la prioridad” es conducir un segundo estudio que demuestre eficacia, para lograr así que la OMS recomiende el uso de ivermectina como estrategia de salud pública para controlar la malaria. Además, considera interesante hacer investigación operacional, es decir, ver qué pasa si en vez de dar tres dosis se dan cinco o si en vez de dar una de 400 se puede de 600. También qué pasaría si se combinara la ivermectina con la vacuna contra la malaria o con la administración masiva de antimalárico. “Otra cosa que me interesa mucho es la aproximación One Health (un enfoque integral cuyo objetivo es equilibrar y optimizar la salud de las personas, los animales y los ecosistemas.) Porque le hemos dado el fármaco a las personas, pero los mosquitos que transmiten malaria muchas veces pican a los animales también. Eso no es relevante para paludismo porque no hay transmisión de parásitos, pero sí les da una sangre gratuita”, menciona el investigador.

Para las enfermedades que afectan a los pobres tardamos siempre muchísimo tiempo en hacer cosas. Creo que tenemos que tomarnos mucho más en serio las posibilidades y tratar de apurar los plazos”
Carlos Chaccour, coinvestigador principal de BOHEMIA

Respecto al futuro de la investigación frente a la malaria, en estos tiempos de recortes de fondos que amenazan los avances en la lucha contra esta enfermedad, Chaccour cree que estos “se notan en todo” y que la disminución exigirá a los investigadores mucha más responsabilidad en la calidad de los datos que generen. También considera que es una oportunidad para que los países traten de llevar adelante iniciativas propias. “Y también para herramientas integradoras como la ivermectina. Porque si yo ahora tengo un programa de malaria, uno de sarna, otro de oncocercosis, de filariasis linfática, pues igual viene alguien y te dice, mira, con esta única herramienta puedes tratar cinco o seis enfermedades diferentes", menciona.

Por último, incide en que hay que encontrar formas de acelerar la generación de evidencia. “La prueba de concepto de [este estudio] es algo que hice yo en 2008: matar mosquitos que se alimentan de personas tratadas. Han pasado 17 años. Para las enfermedades que afectan a los pobres tardamos siempre muchísimo tiempo en hacer cosas. Creo que tenemos que tomarnos mucho más en serio las posibilidades y tratar de apurar los plazos”.

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Sobre la firma

Silvia Laboreo Longás
Redactora de Planeta Futuro tras pasar por el equipo de Redes Sociales. Antes, formó parte del departamento de vídeo de Domestika, fue redactora en la revista PlayGround y también trabajó en comunicación. De Zaragoza, estudió periodismo en la Universidad de Zaragoza.
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