Eneida Marta, cantante guineana: “La cultura africana merece ser más conocida en el mundo”
La artista de Guinea-Bisáu vivió 30 años en Portugal, pero siempre quiso regresar al paisaje de su infancia en criollo, y lo hizo, una década atrás. Moverse y abrir mercados desde el continente africano, sin embargo, no resulta nada fácil


“Desde que he vuelto a mi país, actuar fuera de África se ha puesto más difícil, las agencias que trabajan contigo en Europa te dejan un poco de lado, porque los contratos no cubren los presupuestos para el desplazamiento, y eso siempre acaba afectando a tu trabajo”, explica la cantante Eneida Marta (Guinea-Bisáu, 52 años) en una entrevista con este diario minutos antes de su actuación en el escenario mayor del Festival de Músicas Urbanas de Anoumabo (FEMUA), que se celebró a mediados de abril, en Abiyán, Costa de Marfil. Sin embargo, se la ve dichosa girando por su continente y tratando de voltear las fronteras lingüísticas entre países vecinos.
Hace cerca de 10 años que Eneida volvió a vivir en su país —que ha cumplido medio siglo de independencia— tras una vida entera lejos, en Portugal, adonde había llegado de adolescente con su madre y sus hermanos. “Viví durante 30 años en Portugal, pero cuando sentí que había llegado el momento, volví a casa”, confiesa la hija del músico caboverdiano Maiúka Marta, fallecido en Angola en 2011.
El país está mejorando. Está creciendo, poco a poco está teniendo una nueva cara, después de la guerra. La Guinea de mi infancia está volviendo
“He llegado adonde quería”, admite, satisfecha, después de seis álbumes —el primero data de 2001, el último es de 2022— y una carrera reconocida en el territorio de la world music, de la cual no reniega. Sostiene que, aun internacionalizando el sonido, “Guinea-Bisáu siempre está presente”, no solo en los ritmos, sino también en la lengua, en su querido dialecto nacional, el criollo. Ahora trabaja en su próximo disco, y sueña con que alguna de esas canciones lleve la voz de Concha Buika.
Pregunta. ¿Cómo fueron esos años portugueses, lejos de su infancia guineana?
Respuesta. Durante esas tres décadas en Portugal, teníamos Guinea-Bisáu dentro de casa. Lo triste fue cuando, después de 13 años de haber emigrado, volví a mi país durante dos semanas, después de la guerra, en el año 98, y cuando llegué, me di cuenta de que la Guinea que había dejado atrás ya no era la misma. El escenario del conflicto, de la destrucción, me enfureció y entristeció profundamente. Me dije: “Los árboles están llorando”. A partir de entonces, empecé a trabajar con la convicción de que, tarde o temprano, volvería a mi casa. Y el momento llegó en 2016.
P. ¿Cuánto ha cambiado su vida desde su retorno?
R. Cuando volví, tomé una decisión que sabía que iba a tener poca o ninguna repercusión en mi carrera, pero era muy consciente de que tenía que hacer algo por los niños de mi país. Yo hago trabajo social en orfanatos, con niños enfermos, ayudando a evacuarlos a Portugal para que reciban atención médica, por ejemplo. Fue la mejor y mayor motivación para mi regreso; trabajo por mi cuenta, aunque hace unos años fui también embajadora de Unicef.
P. ¿Y los árboles ya no lloran desde que volvió?
R. Ahora están dejando de llorar. El país está mejorando, francamente. Está creciendo, poco a poco está teniendo una nueva cara, después de la guerra. La Guinea de mi infancia está volviendo. Sin embargo, los 50 años de la independencia son motivo de reflexión, porque, desgraciadamente, ha habido muchos episodios negativos que no aportan nada en absoluto a Guinea-Bisáu, que son los sucesivos golpes de Estado.
Mis conciertos normalmente transcurren en Europa, en América y en el África de la lusofonía. Voy abriendo algunas puertas en el África francófona
P. ¿Cómo se siente, ahora, en el continente, con las distancias que establecen las diferentes lenguas que dejó la colonización?
R. Me reencuentro conmigo y con mis hermanos, porque siento a África como si fuera una madre. Aunque seamos de países diferentes, tenemos una madre en común. De las diferencias que hay con mis hermanos aprendo; esto aporta a mi africanidad y a mi forma de ser, y creo que me convierten en una cantante más rica, ya que tengo influencia de otros países.
P. ¿Es sencillo salir de los circuitos lusófonos hacia otras zonas lingüísticas de África?
R. Mis conciertos normalmente transcurren en Europa, en América y en el África de la lusofonía (Cabo Verde, Angola, Mozambique o São Tomé). Voy abriendo algunas puertas en el África francófona. Evidentemente, hay una barrera, pero no es imposible. De hecho, es mi segundo año en el FEMUA de Abiyán.
P. ¿De qué temas cree que es importante hablar hoy desde África?
R. De cultura. Creo que la cultura africana merece ser más conocida en el mundo. Ya está ocurriendo, pero pienso que hace falta mucho más, porque Guinea-Bisáu es un país extremadamente rico culturalmente. No hablo solo de música, también del cine, las artes plásticas o la gastronomía. Yo misma estoy en la aventura de montar un restaurante en mi país… porque me gusta cocinar.
P. ¿A qué artistas africanos de la nueva generación escucha?
R. Empezaré por mi país: hay un joven con el que he hecho un dueto que se llama Lil As. Es un genio del hip-hop, del rap, es un tipo extraordinario. Otro es el francocongoleño Dadju.
P. ¿En qué está trabajando actualmente?
R. Estoy conmemorando los 25 años de mi carrera con conciertos y preparando el próximo álbum, que será el séptimo. Ya tenemos unas 10 canciones, algunas con temas fuertes, como una que denuncia el matrimonio forzado de menores, compondremos algunas más, veremos cuáles quedan y también estamos buscando colaboraciones. Quiero ir más allá musicalmente: mi sueño sería cantar alguna de estas músicas con Concha Buika. Y hay otros cantantes con los que aún tengo que cantar, como Marc Anthony.
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