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Red de Redes
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Aquí nació Jesucristo García

El homenaje a Robe Iniesta en Plasencia acumula miles de mensajes y vídeos en redes sociales siete días después, tras una organización inédita por parte del entorno del artista

Andar, lo que es andar, anduvo. Y más por estos lares. Una semana después de la marcha de Robe Iniesta, Plasencia, su ciudad natal, sigue envuelta en una melancolía extraña. No acostumbra este rincón extremeño a ser noticia. Tal vez salga dos o tres veces al año en algún informativo nacional, por los fallos del tren, algún suceso extraordinario, o la clásica conexión veraniega con algún intrépido reportero llegado de Madrid que se da un chapuzón por las piscinas naturales de su entorno. El domingo pasado, de pronto, los ojos de España estaban puestos aquí.

Los hoteles se llenaron ante el asombro de los vecinos. Los bares hicieron su agosto. Las churrerías –aquí es costumbre cenar churros el último día de la semana— cerraron con cajas para el recuerdo. Sucede muy de vez en cuando —por no decir casi nunca— que en rincones impropios para ello crezcan figuras gigantescas. Voces que claman en el desierto. Aquí Robe logró que si a un placentino se le pregunta de dónde es, se le acompañe de su nombre. “De Plasencia, donde Robe”. Y se ubican.

Es raro que se interrogue a más de tres o cuatro vecinos y que uno no saque el móvil y muestre fotos suyas o de algún amigo o vecino con el cantante de Extremoduro. O que no suelte de inmediato alguna anécdota. O que no explique que aquí estuvo vetado 13 años por un alcalde del PP. Tras su marcha el pasado jueves, un rumor comenzó a circular por las redes sociales. Todo apuntaba a que si falleció en Bilbao, donde residía desde hacía unos años, se le haría un homenaje en Plasencia. Pero, ¿cuándo?, ¿dónde?, ¿qué hay que hacer cuando una ciudad no ha organizado nunca una despedida de una figura nacional?, ¿cómo se despide uno de alguien que no es un ser querido, pero ha vivido con él durante décadas?

El Ayuntamiento preparó un despliegue de agentes y voluntarios sin precedentes con una previsión para 30.000 personas. Y se presentaron 45.000. La familia de Robe, su mánager y su última banda anunciaron a las dos de la tarde del viernes en todos sus perfiles que sí, que Robe viajaba a Plasencia para despedirse el domingo. Los mensajes se compartieron por grupos de WhatsApp y stories de Instagram como la pólvora, junto a canciones, versos, vídeos, entrevistas. Robe fue tendencia durante días. En Spotify, seis de las siete canciones más escuchadas de España fueron suyas. Era de Plasencia, me parece que decía.

En un contexto polarizado, Robe aunó a Podemos, Vox, PP y PSOE. Las respuestas a los perfiles oficiales se llenaron de usuarios anónimos que anunciaban que acudirían, aunque supusiera hacer un viaje de más de ocho horas de ida y otras ocho de vuelta. Hay gente que vino hasta de Chile. Se planificaron quedadas en coche, tren, autobuses. Según Google Trends, las búsquedas de “entierro de Robe” y “homenaje a Robe” fueron tendencia en casi toda España.

A las 10 de la mañana del domingo, el Palacio de Congresos que lleva su nombre recibió a miles de personas con una cola de varios kilómetros que zigzagueaba por la carretera. Así, 14 horas. Familias, amigos, parejas, abuelos, niños. También algún famoso. Y cantantes conocidos. Todo, para un último adiós de un puñado de minutos.

Su banda —hay que estar ahí— amenizaba con su música sobre el escenario, al tiempo que otros artistas leían versos y cantaban sus canciones delante de las cenizas del artista, una urna de colores, con su clásica guitarra de madera anaranjada al lado y un cuadro, una pintura de Robe, su pareja y sus dos hijos en una isla frente al mar: desnudos. Y ahí, ¿qué se escribe cuando tienes un folio en blanco y las cenizas de un vecino, un músico, un referente delante de tus narices? El homenaje quedará para el recuerdo de todos. Y sucedió aquí, en Plasencia, donde un buen día nació Jesucristo García.

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Sobre la firma

Manuel Viejo
Es de la hermosa ciudad de Plasencia (Cáceres). En EL PAÍS firma reportajes y crónicas desde 2014.
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