La verdad no existe, pero de momento Hacienda sí
Cada vez hay más individuos a los que el Estado les resulta tremendamente molesto


El debate sobre la correspondencia entre conocimiento y realidad se remonta a los orígenes de la filosofía, hace más de 2.500 años. Santo Tomás de Aquino pensaba que la verdad existe y está ligada a Dios, Nietzsche la consideraba una construcción humana, Foucault criticaba la idea de una verdad universal y Miguel Ángel Rodríguez tiene una verdad para cada día de la semana. En eso se parece a Protágoras, quien decía que las certezas dependen de cada persona y que el hombre es la medida de todas las cosas, aunque en el caso de M.Á.R sea una mujer. Podemos estar dándole vueltas a esta cuestión 500 años y dos milenios y eso no cambiará el hecho de que se envió la nota de prensa en la que la Fiscalía General hacía alusión a los delitos contra la Hacienda Pública del novio de Isabel Díaz Ayuso. El domingo por la tarde, la jueza Manuela Carmena explicaba en el programa de televisión que conduce la mujer que vive con el ganador del Premio Planeta de este año que el fallo contra Álvaro García Ortiz es muy malo para nuestra democracia. Para servidora dicha afirmación es verdad. Aunque cada vez hay más ciudadanos para los que la palabra democracia (otra que ha soplado 2.500 velas) ya no representa libertad, igualdad, gobierno de la mayoría, justicia social, fraternidad, participación o respeto a las minorías, de manera que no encuentran sentido a defenderla a toda costa. Razones para el desencanto no les faltan. Muchos de estos son los mismos que juzgan terriblemente molesto al Estado y que encuentran divertidísimas las ocurrencias anarcocapitalistas de personajes como Javier Milei, quien ganó unas elecciones arrancando instituciones de un diagrama de flujo y después recibió una medalla de la supuesta triunfadora de este enredo. Podemos estar dándole vueltas a esta cuestión dos milenios más, pero no cambiará el hecho de que el novio de IDA, como tantos ganadores de premios, preferiría no rendir cuentas ni pagar impuestos. Tacaños hay desde los orígenes de la polis.
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