Inoportuno apagón nuclear
La decisión de cerrar Almaraz y los demás reactores se tomó en otro contexto global; las nuevas circunstancias invitan a reconsiderarlo


Las compañías eléctricas propietarias de la central nuclear de Almaraz (Cáceres) ultiman la petición de prórroga de su vida útil, para evitar su cierre programado para noviembre de 2027. Iberdrola, que tiene la mayoría del capital y cuenta como socios a Endesa y Naturgy, prevé que se presente la petición antes de fin de mes, cuando cumple el plazo para tramitar el plan de desmantelamiento, que el Consejo de Seguridad Nuclear analizará hasta marzo. El apagón nuclear español se decidió en 2019, cuando el contexto mundial era distinto al actual. El Gobierno fijó un calendario de cierres para todos los reactores que empieza con Almaraz I (2027) y termina con Trillo (2035). Cuando en 2020 se publicó en el BOE la última prórroga para Almaraz, se estableció que sería la última. El partido socialista confirmó este calendario en su programa electoral de 2023 y en el pacto con Sumar para investir a Pedro Sánchez.
Desde que el Ejecutivo pactó el abandono de la energía nuclear en España, las circunstancias han cambiado en gran medida. Cuando se decidió el apagón nuclear, Alemania había hecho lo mismo para sus propias centrales, que terminaron de clausurarse en 2023. El accidente de Fukushima, en Japón en 2011, y el despegue de las energías renovables parecían argumentos suficientes para prescindir de la nuclear. Pero desde entonces ha cambiado mucho el contexto. La invasión rusa de Ucrania desestabilizó los mercados energéticos mundiales, demostró los riesgos de la dependencia europea del gas ruso y encareció notablemente los recibos de la electricidad de los consumidores. El gran apagón sufrido en toda la península Ibérica el 28 de abril de este año, todavía no aclarado, demostró que el sistema eléctrico es más frágil de lo que se consideraba. Tras un intenso debate interno, la UE incluyó en 2022 la energía nuclear entre aquellas consideradas sostenibles y necesarias para la transición energética, porque ayuda a evitar emisiones de CO2. Y en este tiempo las renovables han continuado su avance, han servido para abaratar el coste de la energía y han convertido a España en un referente internacional de la industria verde. Eso no estaría en cuestión porque se reconsidere el calendario de cierre nuclear: las renovables han conquistado una gran importancia y seguirán creciendo.
Lo que se debate ahora es si es oportuno cerrar centrales nucleares en el corto plazo cuando la situación del sistema energético es problemática y cuando podrían seguir en funcionamiento en condiciones de total seguridad algunos años más. En España se ha planteado una extensión de tres años, más que prudente cuando en otros países se están concediendo prórrogas mucho más extensas (hasta 60 años en el caso de EE UU). Porque esta discusión no tiene lugar solo en España: existe una tendencia a posponer el fin de la nuclear en países de todo el mundo.
El Ministerio de Transición Ecológica fijó sus condiciones para considerar la petición de prórroga: que se realice en condiciones de seguridad nuclear y para el suministro y que no suponga un coste a los ciudadanos. Las compañías han reclamado una mejora la de la fiscalidad de las centrales, porque consideran que se ha aumentado la carga en los últimos años, si bien su petición de prórroga, en principio, no estará condicionada a este asunto. En todo caso, corre el reloj para el cierre del primer reactor de Almaraz, y de la responsabilidad de las partes depende que España afiance un sistema energético seguro y fiable sin apartarse de la senda de la transición verde.
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