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EDITORIAL
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El Génesis como ideario político

La permisividad de Países Bajos con un partido que niega derechos a las mujeres nos interpela como europeos

Lilian Janse
El País

La formación holandesa calvinista SGP —Partido Político Reformado— no ha incluido a ninguna mujer en la lista provisional para las elecciones que se celebrarán el 29 de octubre. Conforme a su ideario, basado estrictamente en la Biblia, “el varón es la cabeza de la mujer”, lo que la incapacita para el ejercicio de la política. Es una anomalía democrática inaudita que en pleno corazón de la UE pueda campar sin restricciones el ideario inconstitucional de un partido confesional ortodoxo con tres diputados nacionales, dos senadores y un eurodiputado. También es un aviso al resto de las democracias de lo difícil que resulta eliminar actitudes retrógradas una vez que se normalizan.

El SGP, que nació en 1918 y logró su primer escaño en 1922, cuenta con unos 30.000 afiliados, y aunque sean mayoría los que están de acuerdo con la prohibición, existen voces críticas. Naciones Unidas ya dictaminó en 2001 contra el veto en el partido a la afiliación de las mujeres simpatizantes, por ser contrario a la Convención de la ONU sobre los Derechos de la Mujer. El Tribunal Supremo holandés (en 2010) y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (en 2012) fallaron que el Estado debe garantizar a las mujeres el derecho a presentarse en las listas del SGP. Un año después, el partido modificó en sus estatutos, pero la realidad es que los principios fundacionales del partido no han variado, como no ha cambiado la Biblia: “Eva fue creada después de Adán”, dice su ideario.

Siendo un partido tan minoritario, puede parecer una cuestión anecdótica. Hasta que deje de serlo. Todo parece indicar que de las elecciones del 29 de octubre resultará un Gobierno de coalición en Países Bajos. En este tipo de Ejecutivos, con parlamentos muy fragmentados, los pequeños partidos adquieren una especial relevancia, y el SGP tiene tres escaños de un Parlamento con 150 diputados.

Pero más allá de la aritmética, la gravedad del asunto es de concepto: los propios miembros del SGP admiten la tensión entre los arcaicos principios bíblicos y la participación democrática de su partido. Y es insostenible que esa tensión se traslade a las instituciones de la democracia holandesa, por mucho que la existencia de partidos confesionales forme parte de la normalidad política de Países Bajos.

La Fundación Clara Wichmann —una de las primeras juristas del país (1885-1922)— ha pedido al Gobierno que haga cumplir la Constitución, contraria a la discriminación por razón de género. No se entiende que ninguna otra instancia haya exigido con determinación al SGP que cumpla con la Ley Fundamental y con los convenios internacionales. La neutralidad no puede ser confundida con pasividad, y la libertad religiosa es un derecho que merece toda la protección de todas las instituciones de la UE y de sus miembros. Pero la protección de la libertad de culto, sea de la religión que sea, nunca puede quedar por encima de los derechos políticos de la mitad de la población europea.

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