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“Eva fue creada después”: el partido calvinista de Países Bajos desafía la Constitución al rechazar a las mujeres en sus listas

El Partido Político Reformado, con tres escaños en el Parlamento, no presenta candidatas a las elecciones del 29 de octubre por considerar que los cargos son contrarios a “la vocación femenina”

Lilian Janse
Isabel Ferrer

El Partido Político Reformado (SGP) —formación calvinista ortodoxa fundada en 1918, la más antigua de Países Bajos— sostiene que la vocación femenina no es votar o presentarse a un cargo público. Por lo tanto, no ha incluido a mujeres en su lista provisional para los comicios del próximo 29 de octubre. Con tres escaños en un Parlamento de 150, sus principios fundacionales, basados en la Biblia, muestran el conflicto entre el derecho a la libertad religiosa y la Constitución neerlandesa, contraria a la discriminación por razones de género. A finales de mayo, el SGP ya rechazó una moción para permitir la presencia de mujeres en la política nacional, después de que Lilian Janse, concejala desde 2014 en la ciudad de Vlissingen (al suroeste), fuera propuesta por su grupo local como candidata.

“El género no ha sido un criterio para elaborar la lista para las elecciones generales”, asegura Peter Smit, portavoz del SGP, al teléfono. Declina explicar las razones por las cuales no hay mujeres entre los seleccionados para el Parlamento, pero reconoce que “existe una tensión entre nuestros principios, que emanan de la Biblia, y la ley”. Al mismo tiempo, señala que si bien “hay unidad en estos momentos, fluye un debate interno en el partido sobre la presencia femenina en la política”.

A la vista de las listas del SGP, la Fundación Clara Wichmann ―una de las primeras juristas de Países Bajos (1885-1922)― envió a principios de agosto una carta a la ministra de Interior, Judith Uitermark, para que aclare “las medidas que adoptará para evitar que la mujer sea excluida de una candidatura por motivos discriminatorios o ilegítimos”. Uitermak ha contestado que hablará con los responsables del SGP.

Doble rasero

Tom Barkhuysen, abogado de la fundación, ha criticado el doble rasero ante esta decisión. “Lo interesante de la sociedad neerlandesa es que somos más tolerantes con el SGP. Es un partido que ha estado en el Parlamento durante mucho tiempo y opera desde una tradición cristiana”, pero la situación sería distinta, anota, “si un partido basado en la fe islámica no presentara mujeres como candidatas porque el Corán lo prohíbe”. Por esa razón, “pedimos a la ministra que actúe para erradicar este doble rasero”.

El SGP tiene hoy unos 30.000 afiliados y logró su primer escaño en 1922, el mismo año en que las neerlandesas pudieron votar. En 1993, se negó explícitamente a las simpatizantes el derecho a afiliarse, pero en 2001 una comisión de Naciones Unidas dictaminó que el veto era contrario a la Convención de la ONU sobre los Derechos de la Mujer.

En 2006, pudieron entrar, aunque sin derecho a ser elegidas a escala local o nacional. En 2010, el Tribunal Supremo de Países Bajos falló que el Estado debe garantizarles el acceso a las listas del SGP y, dos años después, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos hizo otro tanto. Fueron aceptadas en 2013, aunque se sigue evitando cumplir con las obligaciones legales al no haberse modificado la tesis fundacional.

A principios de junio, Lilian Janse atendió a EL PAÍS por videoconferencia poco después de haber visto derrotada ―por 299 votos en contra y 53 a favor― su moción de mayo para poder postularse al Parlamento. Casada y con tres hijos, su marido la apoya, y para ella, ambos sexos “tienen que trabajar juntos”. Recordó que las féminas de la comunidad calvinista estudian y pueden ser abogados, médicos, arquitectos… “Pero los políticos redactan leyes, y entonces las mujeres tendrían demasiado poder”. “Es una cuestión de poder, una montaña demasiado alta para algunos varones del SGP, que temen que los cambios generen un conflicto y ahuyenten a sus votantes”, aseveró.

Para facilitar que su moción prosperase y postularse al Parlamento, Janse abogó por dejar que cada una “responda ante su propia conciencia” si considera adecuado ocupar un cargo político, “respetando el lugar que le ha sido asignado por Dios”. La formulación suavizaba el artículo 10 de los principios del SGP, que califica la idea del derecho al voto de las mujeres de “afán revolucionario de emancipación contrario a su vocación”.

A Janse le parece que “los que deciden en la cúpula no representan a todos los votantes del SGP”, y cree que hay ciudadanos que les evitan como partido porque no se acepta a las mujeres. Y que ganar ese capital compensaría “la posible pérdida de votos temida por los dirigentes varones que rechazan la presencia femenina”. Hace una década, para formalizar su candidatura al Consistorio de Vlissingen hizo falta que no hubiera aspirantes masculinos disponibles.

Silencio mientras ellos deciden

Según la edil, los últimos recuentos indican que entre los votantes de su partido “un 51% son mujeres y un 49% hombres”. Hay otras dos concejalas en el país, pero sigue prevaleciendo la idea de que la Biblia prohíbe su presencia en política “porque Eva fue creada después de Adán”. Y también porque San Pablo, en sus cartas, “dijo que ellas deben permanecer en silencio mientras que ellos toman las decisiones”.

El Artículo 7 del ideario del SGP establece que los dos sexos han recibido de Dios una vocación y un lugar distintos, y que en ese orden “el varón es la cabeza de la mujer”. Janse no se conforma con esa interpretación, y dice: “Cuando Dios creó a Adán y dijo que no era bueno que estuviese solo, no creó a otro hombre, sino a Eva. Luego les encargó ocuparse juntos de la Tierra, con las mismas responsabilidades”. Su esperanza es que las cosas cambien con el tiempo desde dentro del partido. Cuenta con que la Fundación Clara Wichmann pueda instar legalmente al SGP a modificar su programa.

Hace más de un siglo, en 1918, representantes de los consejos eclesiásticos de las iglesias protestantes reformadas, también llamadas calvinistas, fundaron su propia alianza basada en las normas bíblicas y la palabra de Dios: el SGP. Su base de votantes está concentrada en el denominado cinturón bíblico, una franja que se extiende desde la provincia de Zelanda (al suroeste) hasta Overijssel, en el noreste, y cruza el centro del país. La agrupación rechaza el aborto, la eutanasia y el matrimonio gay, es partidaria de la pena de muerte en casos especiales y se opone a la vacunación obligatoria. En Países Bajos, las vacunas no son obligatoria y, aunque son gratuitas, en esta comunidad ha habido epidemias de polio y sarampión al ignorar también las de calendario infantil.

La ciudad de Vlissingen está situada al suroeste de Países Bajos, entre el mar del Norte y el río Escalda, y tiene unos 45.000 habitantes. Con una larga tradición en la construcción naval, es también un destino turístico popular. En su trabajo diario, Lilian Janse ayuda a la gente que tiene deudas. Es un problema que le gustaría aliviar a escala nacional, al tiempo que busca “mejorar la seguridad, luchar contra el tráfico de cocaína [muy presente en la ciudad debido a su puerto] y que haya suficiente personal en la sanidad”. Desde el punto de vista económico, dice que se sentiría “a gusto” en el Parlamento cerca del ala conservadora, “porque las empresas son las que ganan el dinero para que el país funcione, no el Gobierno”.

Acepta su actual derrota. “Me centro en lo que sí es posible: intervenir en la política de mi preciosa Vlissingen”, afirma en un correo electrónico. A su vez, desliza que encabeza la lista provisional del SGP en su ciudad para las elecciones municipales de 2026, y ahí figuran también en total ocho candidatas. “Algún día habrá una mujer de mi partido en el Congreso”, advierte.

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